jueves, agosto 31, 2023

Ismael Gavilán / De "Vendramin"


Apócrifo del Canzoniere

Mientras intento hacer un inventario
de las cosas útiles del día, mi cuerpo,
acostumbrado a vaivenes menos decorosos
y a los desfiladeros destructivos del deseo,
nombra otro nombre para olvidarse de sí mismo
en la ilusión que es la fuerza irreal de las palabras.

Mi cuerpo -un cuerpo o su representación-
entrelazado a esa densidad metálica que atraviesa,
sin reticencia, el cuarto, los estantes,
los fragmentos de una historia personal compleja
y con la curiosidad por indagar acerca de sí mismo
como motivo burlesco para una imagen de Francis Bacon;
aún hace legible el modo en que el placer no es indiferente:
caída donde prevalece lo que hacemos y llamamos amor,
el sonido de nuestro nombre pronunciado en el abrevadero
de la noche y esas cortinas sucias
que convierten la complicidad de las sensaciones tibias
en una necesidad metafísica de buscar lo invisible en lo visible
como asimismo hacer del engaño verdad
y de la concupiscencia, exploración del vacío y su sorpresa.

En la tristeza de vivir el fin de toda experiencia,
la simplicidad incomprensible de unos labios
delatan el sabor incestuoso del atardecer,
el espasmo a que todo discurso llega
cuando su referente es desdibujado,
volviendo indolente esa humedad que desdeña palabras
y que hace del movimiento un arma exquisita:
ese ahogo transparente, donde el quejido mutuo
y el sudor de las nalgas fulminan toda percepción,
la habitual monotonía en gris mayor -Darío dixit-
y cualquier posibilidad de entendimiento
representado en alguna paráfrasis que la tradición racional
designa como conciencia, gnosis o cosa semejante.

Después de todo, al final del día,
cualquier inventario entra en contradicción
con el comportamiento ritual y sus exigencias terrestres.
Así, el gesto en que se paraliza el instante
es reflejo de aquel espacio blanco de donde volvemos
con una oscuridad fecunda, ajena al lenguaje:
una rutina que se ha vuelto el mal montaje de una película
donde lo que queremos decir y lo que decimos realmente
se halla prescrito en el abismo abierto entre deseo y realidad.

Ismael Gavilán (Valparaíso, Chile, 1973), "Vendramin", 2014, Mundo visible. Poesía reunida 1995-2020, Ediciones Altazor, Viña del Mar, 2021


Foto: LP5

miércoles, agosto 30, 2023

Raúl González Tuñón / De "Miércoles de Ceniza"



 

Poema para la Virgencita del Teatro Cervantes

                                          Escrito por encargo de mi querida

Ruega por mí, que tengo pasta de santo y de bandido.
Mi corazón es tierno como un niño dormido.
Ruega por mí, que tengo alma de evangelista, sangre de aventurero.
¡Ruega por mí, que nunca tuve un smoking!

Por mí que heredé el perro de Carlitos Chaplin
y amo las altas torres florecidas de trinos
y creo en Norte América, en la voz de los órganos,
y en el cinematógrafo y en el box, y 
también en Dios y en ti.
Hoy quiero ser creyente y llegar a tu lado
apartando la gente y apartando la rima, y cantarle con una
voz tan simple y tan alta como la de la luna.

Ni damas ataviadas y autos alucinantes,
ni la luz de los focos que aplastan el asfalto;
nunca fustigó el viento tu grandeza minúscula,
tu lucecita humilde que aman los elementos
como los piratas a las mascotas.
Eres una cruz de luz,
el retrato de mi madre de luz,
un gran perdón de luz,
un boquete abierto en una esperanza de cielo,
sin reglamentos y con pájaros pintados.

Quiero creer, oh dulcísima señora, aún más breve
que el zapato de vidrio de la Cenicienta,
que una pequeña felicidad me espera
cuando haya traspuesto el umbral luminoso
del último poniente,
y que desprecias a los burgueses
y a los jurados del municipio,
que por la noche pinchan los globos de los niños.

Me he despertado anoche reclamando a mi madre.
Sólo el viento respondió
con su eterno arrastrar de papeles inútiles,
que arrojan al alba los filósofos.

En tu encrucijada convergen todas las perspectivas
y eres la inmensa luz de Buenos Aires en una lamparita
que nada tiene que ver con la C.H.A.DE.
Siento esa luz en mi alma como a Dios en el mundo.
Cuando el del Barber Shop, junto con el sol,
cuelga su distintivo de latón,
               todavía
                       tu luz
                             brilla
                                 en mi
                                       corazón.

Raúl González Tuñón (Buenos Aires, 1905 - 1974), Miércoles de Ceniza, Gleizer, Buenos Aires, 1928; El violín del diablo / Miércoles de Ceniza, Ediciones La Rosa Blindada, Buenos Aires, 1973


Fotos: Raúl González Tuñón, Buenos Aires, c.1970; abajo: las tapas de las dos ediciones de Miércoles de Ceniza: la del legendario Manuel Gleizer y la del no menos legendario José Luis Mangieri en La Rosa Blindada






martes, agosto 29, 2023

Ramón Palomares / En el patio



Pues me estuve entre las flores del patio
con las cayenas
gozando con las hojas y los rayos del cielo.

Aquí pongo mi cama y me acuesto
y me doy un baño de flores.
Y después saldré a decirles a las culebras y a las gallinas
y a todos los árboles.
Me estuve sobre las betulias y sobre las tejas de rosas
conversando, cenando, escuchando al viento.
Yo me voy a encontrar un caballo y seremos amigos.

Mañana le digo al saúco que me voy
hasta muy lejos, hasta allá donde están cantando los hombres , 
donde corren los muertos y se entierran.
Yo caminaba por unos árboles, por unas hojas doradas
y me comía las estrellas, y me senté
y escuché la hierba alta y vi los ojos de una mujer
que brillaban como un diente
entonces arrojé una gran rama de naranjo
y todo quedó oscuro.

Ramón Palomares (Escuque, Venezuela, 1935 - Mérida, Venezuela, 2016), "Paisano" (1964), Antología poética, Fundación Editorial el Perro y la Rana, Caracas, 2007
Envío de Jonio González


lunes, agosto 28, 2023

Raúl González Tuñón / De "El violín del diablo"




Eche veinte centavos en la ranura

                (Viejo Paseo de Julio, hoy
                   Avenida Leandro Alem)

I

A pesar de la sala sucia y oscura
de gentes y de lámparas luminosa
si quiere ver la vida color de rosa
eche veinte centavos en la ranura.
¡Y no ponga los ojos en esa hermosa
que frunce de promesas la boca impura!
Eche veinte centavos en la ranura
si quiere ver la vida color de rosa.
El dolor mata, amigo, la vida es dura,
y ya que usted no tiene ni hogar ni esposa.
si quiere ver la vida color de rosa
eche veinte centavos en la ranura.

II

Lamparillas de la kermesse,
títeres y titiriteros,
volver a ser niño otra vez
y andar entre los marineros
de Liverpool o de Suez.
Teatrillos de utilería,
detrás de los turbios cristales
hay una sala sombría:
Paraísos Artificiales.

III

Cien lucecitas. Maravilla
de reflejos funambulescos.
¡Aquí hay mujer y manzanilla!
¡Aquí hay títeres y refrescos!
Pero sobre todo mujeres
para los hombres de los puertos
que prenden como alfileres
sus ojos en los ojos muertos.

No debe tener esqueleto
el enano de Sarrasani,
que bien parece un amuleto
de la joyería Escasany.
Salta la cuerda, sáltala,
ojos de rata, cara de clown
y el trala-trala-tralalá
ritma en tu viejo corazón.

Estampas, luces, musiquillas,
misterios de los reservados
donde entrarán a hurtadillas
los marinos alucinados.
Y fiesta, fiesta un poco idiota
o tragicómica o grotesca.
Pero una esperanza remota
de vida miliunanochesca…

IV

¡Qué lindo es ir a ver
la mujer,
la mujer más gorda del mundo!
Entrar con un miedo profundo
pensando en la giganta de Baudelaire…
Nos engañaremos, no hay duda,
si desnuda nunca muy desnuda,
si barbuda nunca muy barbuda
será la mujer...
Pero ese momento de miedo profundo…
¡Qué lindo es ir a ver
la mujer,
la mujer más gorda del mundo!

V

Y no se inmute, amigo, la vida es dura,
con la filosofía poco se goza.
Si quiere ver la vida color de rosa,
eche veinte centavos en la ranura.


Versos a Susana

Un puerto y otro puerto y otro, tal vez mañana
veré otros, lejanos, muy lejanos. 
Sirve café, sirve café, Susana. 
Yo adoro la blancura de tus manos.

La calle es una exclamación inquieta; 
la madama está echando los cerrojos. 
Déjame ver tu cara, tu careta. 
Yo adoro la dulzura de tus ojos.

La flauta del grumete se ha callado 
pero el silencio ha sido agujereado
por el filoso alerta de la ronda.

Un parroquiano... Dile que no entre.
Me ahoga el humo de una pena honda.
Y yo alabo el cansancio de tu vientre.


Bar de camareras

New Gross. Bar de camareras.
Troteras y danzeras.
Vasos de ponche humeantes
en los pálidos semblantes
de las mujeres rameras.
Ojos turbios, cráneos gachos
de viejos y de muchachos
en juego de camisetas,
y las absurdas piruetas
de los marinos borrachos.

Por entre los bebedores
la mujer que vende flores
se esfuerza por sonreír,
La mira -cara de tiza-
una joven primeriza
y se ve en su porvenir.

Sobre el tablado -en verdín-
la melena del violín
con un anillo en la mano
y el resfriado del piano.

Está galante el alcohol
con su querida -la histeria-
y en un do-re-mi-fa-sol
se brinda por la miseria.


Nostalgia de las danzas bárbaras

El fogonero filipino
arroja al suelo su sombrero
y con mirada de felino
alza los ojos, vuelca el vino,
mueve el trasero.

Se ha entusiasmado el bailarín,
en el enfermo, en el caótico, 
furor demente del violín
y del pistón, el bailarín
exótico.

Negro y mugriento muequea
bailando al son infernal
de la música que se arquea.
El filipino piruetea.
¡Oh Clown sensual!

Pobre muñeco grotesco.
¿Qué te ha inspirado a danzar?
Poseído, loco, simiesco,
borracho, funambulesco
risa del Bar.

Calla la orquesta del "Avón".
El fogonero filipino
bebe mi copa de rhon
y haciendo una inclinación
sale a la niebla del camino.


El enano del bazar

El Bazar del Enano. En la calle Florida.
Brillan de alegre asombro los ojos de las gentes
ante la pobre mueca grotesca de la vida
que es un cartel de carne, con alma y con dientes.

Es rubio y pequeñito; tendrá cincuenta años.
Subido a un banquillo divierte al comprador,
y parece uno de esos personajes extraños
habitantes supuestos de un planeta inferior.

Un hábil comerciante lo encontró en el camino
y como a un muñeco de farsa lo compró,
y tal vez todos digan: "Las cosas del destino"...
y yo pienso en la pobre madre que lo parió.


Villas

Por las calles tranquilas,
por el silencio largas,
y en donde hasta la luna se pasea despacio,
no cabe
la primavera con olor a nafta
de los otros barrios.

Como los hombres claros y humildes
se estremecen cuando les atraviesa
alguna mala idea por los ojos absortos,
tú te estremeces
cuando alguna veloz locomotora
te hiere los oídos y te asusta los ojos.

Nostalgias de ciudades que yo no he visto nunca.
Lieja lejana y vieja, lejana y vieja Brujas.
Sobre tus silencios perfumados
desangran los crepúsculos
cuando te ando,

Villa Mazzini, Villa Ortúzar, o Palermo al Sur o Bajo Belgrano.
En el camino
Tú eres como un aljibe; yo una piedra que cae
y se siente rodeada de sonidos.

Raúl González Tuñón (Buenos Aires, 1905 - 1974), "El violín del diablo" (Gleizer, 1926); La luna con gatillo, selección de poemas líricos, sociales y políticos, tomo I: Editorial Cartago, Buenos Aires, 1957


Foto: Raúl González Tuñón, café Tortoni, c.1971. Archivo del diario Clarín. Abajo: Portada de la primera edición de El violín del diablo, Gleizer, Buenos Aires, 1926 Abe Books




















domingo, agosto 27, 2023

Olga Suárez / Hermano



A los ocho años dejó de fumar.
Era por entonces el gesto de falsa omnipotencia
en la casa solitaria, ajena a la mirada de los padres.
Prendía cordeles en los picaportes
enviaba una contraseña estelar.
Nadie la encontraba en el envés de los espejos
donde fluctuaba el tiempo.
De a poco fue haciéndose invisible entre los pliegues
de su vestido, se desdoblaba sin prisa.
Tablas del asombro en un cuerpo pequeño y frágil,
cigarra al vuelo.
Adquirió la destreza de la invisibilidad sin queja alguna.
Le pasó los cigarrillos mentolados a su hermano,
Tito fumaba en el exilio o en prisión para alejarse de todo.
No había ocasión en sus cartas en que no le rogara
que escribiera sobre él y sus designios,
esas engorrosas fórmulas para ganar al siete y medio
sus pasatiempos de robo a mano armada
los no lugares donde pernoctaba
o las inverosímiles historias de Rita codiciándolo
en el puterío más caro de la ciudad.
En esas cartas también se regodeaba de ser
un auténtico gángster rosarino,
incluso confesó haber matado en un arrebato de ira.
A los ocho años no se tiene conciencia de lo venidero
sin embargo, no dejó de escribirle un destino.

Olga Suárez (Centeno, Argentina, 1967)

Estirpe del juncal,
Barnacle,
Buenos Aires, 2023










sábado, agosto 26, 2023

Leonardo Sinisgalli / Dos poemas



Otoño

Las moscas parecen
felices de verme de nuevo.
Se arrastran sobre las patillas
de los anteojos, saltan
en las puntas de las orejas.
La hoja en blanco las fascina.
Hablo, las acaricio,
Las recojo en mi puño
las llamo por sus nombres
Fantina Filomena Felicetta.
Me ilusiono con que son
siempre aquellas.
Una se mira en el espejo de la uña,
las otras se esconden
para que las encuentre.


El estudiante incansable

Hoy el viento me lleva a la Suburra,
me arrastra por el pavimento
azul de Via Capocci, de Via Cimarra.
Una estrella brilla en la punta del
zapato que el robot sordomudo
exacerba en vía Panisperna
a golpes de cepillo y escupitajo.
Se disuelve el hedor del ácido úrico
de Via del Sambuco, lo anula
la nube nitro de Via Clementina.
En Via Caprareccia ¿quién le soba
quién le frota el codo a la camisera
que cose puños y cuellos?
Via dei Ciancaloni, Via Boschetto,
Via delle Frasche: patrón
prostitutas y sirvientas fantásticas.
Mafai escribe que me vio
en vísperas de los exámenes 
escolares un frasco de antiparasitario.

Leonardo Sinisgalli (Montemurro, Italia, 1908 - Roma, 1981), Il passero e il lebbroso, Arnoldo Mondadori Editore, 1970
Versiones de Jorge Aulicino


Foto: Leonardo Sinisgalli, 1975 Mondadori


Autunno

Le mosche sembrano
felici di rivedermi.
Strisciano sulle stanghette
degli occhiali, saltano
sulla punta delle orecchie.
Il foglio bianco le affascina.
Parlo, le accarezzo,
le raccolgo nel pugno,
le chiamo di nome
Fantina Filomena Felicetta.
Mi illudo che siano
sempre quelle.
Una si specchia nell'unghia,
le altre si nascondono
per farsi trovare.


Lo strenuo studente

Oggi il vento mi porta alla Suburra
a volo, mi trascina sulle selci
azzurre di Via Capocci, di Via Cimarra.
Brilla una stella sulla punta della
scarpa che il robot sordomuto
esaspera in Via Panisperna
a colpi di spazzola e di sputo.
Si dissolve l'afrore di acido urico
da Via del Sambuco, vanifica
la nuvola di nitro di Via Clementina.
In Via Caprareccia chi pòmicia
chi struscia il gomito della camiciaia
che ricuce polsini e colletti?
Via dei Ciancaloni, Via Boschetto,
Via della Frasche: padrone
meretrici e servette fantastiche.
Mafai scrive di avermi visto
alla vigilia degli esami
scolare una bottiglia contro i vermi.

viernes, agosto 25, 2023

May Sinclair / Tras la retirada



Si sólo pudiera ver de nuevo
La casa por delante de la que pasamos en el largo camino flamenco
Aquel día
Cuando el ejército fue de Amberes, a través de Brujas, hacia el mar;
La casa de la esbelta puerta
Y la delgada hilera de celosías, grises y polvorientas en la pared blanca.
Se alzaba, abatida y sola, en la plana tierra flamenca.
Y detrás de ella los altos y delgados árboles eran pequeños bajo el cielo.
A través de las ventanas
Se veía borrosa como los ojos de las mujeres que han llorado largamente.
No había nadie allí a quien yo conociera,
Nunca me senté junto a su hogar, nunca crucé su umbral, nunca abrí su puerta,
Nunca estuve ante sus ventanas mirando dentro;
Sí, sus ojos decían: “Has visto cuatro ciudades de Flandes:
Ostende, y Brujas, y la condenada Amberes,
Y la querida Gante,
Y no hay nadie en ellas a quien puedas recordar
Como me recuerdas a mí.”
Me acuerdo muy bien
De que por la noche, de que por la noche no puedo dormir en Inglaterra aquí;
Pero me levanto, y voy:
No a las ciudades de Flandes,
No a Ostende y el mar,
No a la ciudad de Brujas, o a la ciudad de Amberes, o a la ciudad de Gante,
Sino a algún lugar
En el campo
Donde los altos y delgados árboles son pequeños bajo el cielo...
Si sólo pudiera ver de nuevo
La casa por delante de la que pasamos aquel día.

May Sinclair (Rock Ferry, Inglaterra, 1863 - Buckinghamshire, Inglaterra, 1946), Poetry of the First World War. An Anthology, Oxford University Press, Oxford, 2013
Versión de Jonio González


Foto: May Sinclair y Jerry c.1921 EO Hoppe/Corbis/The Guardian


AFTER THE RETREAT

IF I could only see again
The house we passed on the long Flemish road
That day
When the Army went from Antwerp, through Bruges, to the sea;
The house with the slender door,
And the one thin row of shutters, grey as dust on the white wall.
It stood low and alone in the flat Flemish land,
And behind it the high slender trees were small under the sky.
It looked
Through windows blurred like women's eyes that have cried too long.
There is not anyone there whom I know,
I have never sat by its hearth, I have never crossed its threshold, I have never opened its door,
I have never stood by its windows looking in;
Yet its eyes said: 'You have seen four cities of Flanders:
Ostend, and Bruges, and Antwerp under her doom,
And the dear city of Ghent;
And there is none of them that you shall remember
As you remember me.'
I remember so well,
That at night, at night I cannot sleep in England here;
But I get up, and I go:
Not to the cities of Flanders,
Not to Ostend and the sea,
Not to the city of Bruges, or the city of Antwerp, or the city of Ghent,
But somewhere
In the fields
Where the high slender trees are small under the sky—
If I could only see again
The house we passed that day.

jueves, agosto 24, 2023

Mónica Córdoba / La palabra se arrodilla en la poesía y duda:



Si un grano de polen
comunicara lo insospechado,
si el mugido de una vaca
fuera casi una proeza
en los hondos mundos desconocidos
y los insectos, arácnidos, moluscos
(tan clasificados)
desgranaran lenguajes entre las hierbas,
si existieran formas de decir 
intraducibles
lejos, muy lejos de lo humano...

[inédito]

Mónica Córdoba (Necochea, Argentina, 1962)

miércoles, agosto 23, 2023

Margaret Randall / Sin explicación ni equilibrio



A veces el mejor de los días se enrosca en una mota de polen
y tenés que evitar aplastarlo al caminar.
Casi invisible a simple vista, es fácil de confundir
con lo que se barre abajo de las alfombras y del olvido.

A veces el peor de los días lo comparten miles
y otras veces estás solo cuando las cuchillas del viento
te arrancan la carne tierna de las mejillas,
húmedas de derrota líquida y sangre cansada.

Si Mengele hubiera observado su juramento de no hacer daño,
si el guardián del estadio hubiese escuchado la canción
de la última guitarra de un músico, o los 19 pasajeros
no hubieran pasado la seguridad ese día, otro de los peores.

Si el policía veterano hubiera estacionado el patrullero
para tomarse un café en lugar de responder a la alerta
de un hombre joven, negro, caminando sin rumbo,
con las manos en los bolsillos, ¿quién sabe?

Si el marido no se hubiera tropezado con la banda de sonido 
     de su padre,
si la mujer hubiese agarrado al hijo y desparecido
en vez de pedirle perdón por última vez,
si los vecinos no hubieran pensando: no es asunto mío.

Pero entonces, oh entonces, si mis hijos no hubieran llegado,
con un mapa de autopistas y caminos a la espera
de sus pasos, nietos, bisnietos,
pistas de obstáculos y sueños nuevos.

Si yo no hubiera parado en ese puente, inmóvil en la ciudad
donde todo se detuvo, no habría sabido que
venías para quedarte, que íbamos a estar juntas
el resto de nuestros días. Los mejores.

Margaret Randall (Ciudad de Nueva York, Estados Unidos, 1936), "Un cuerpo político", Contra la atrocidad, Aguacero Editores, Buenos Aires, 2019
Traducción de Sandra Toro


martes, agosto 22, 2023

Hans Magnus Enzensberger / Tres poemas



Asfódelos

Qué curioso, el gnóstico
en el cuarto piso
todavía está despierto.
Él golpea y golpea
la tubería de la calefacción.
Desapareció la chusma 
frente a la ventana y ahora
está empezando a nevar.

En toda la ciudad
se agotaron los cordones.
Disminuyó el fuego de la ametralladora
en el microcentro.
Pero hay todavía un par
de asfódelos allá, en la heladera,
por si acaso.


Programa mínimo

Renuncia, abnegación, ascetismo -
eso sería demasiado elevado.

Qué abrumador todo lo prescindible.
No hacer caso a las ofertas,

¡son puro consumo! No aparecer por ningún lado,
abstenerse de la mayor parte -

Adquirir conocimiento negando con un gesto.
Solo quien mucho pasa por alto

puede ver algo.
El yo: una forma hueca,

definida por lo que deja afuera.
Eso que puedas sujetar,

eso que te sujete,
es lo de menos.


Oraciones que se tragan a sí mismas

No digo nada, dice uno
y agitándose en su silla
dice: No me muevo.
Me callo, grita él. Duermo.
No me prometo nada. Eso
me prometo. Mis refutaciones
me las refuto fácilmente. Soy,
proclama él, el más humilde,
libre de toda vanidad. Alemán,
asevera él, no hablo.
De mí mismo no hablaría
nunca jamás. Estoy equivocado
cuando afirmo que tengo razón
cuando afirmo que estoy equivocado, 
etc. Que alguna vez tartamudeé,
está fuera de cuestión. Creíble
como soy, e inconsciente, creo
que puedo decir de mí: No
me contradigo. No
estoy ahí. Estoy a-a-a-ausente.

Hans Magnus Enzensberger (Kaufbeuren, 1929, Alemania - Múnich, Alemania, 2022), Kiosk, Suhrkamp, 1999 
Versiones de Silvana Franzetti


Foto: Hans Magnus Enzensberger c.1994 Gezett/ullstein bild/Getty Images


Asphodelen

Komisch, der Gnostiker
im vierten Stock
ist immer noch wach.
Er klopft und klopft
an das Heizungsrohr.
Vor dem Fenster der Mob
ist verschwunden, und jetzt
fängt es auch noch zu schneien an.

In der ganzen Stadt
gibt es keine Schnürsenkel mehr.
Das MG-Feuer im Bankenviertel
hat nachgelassen.
Aber es sind noch ein paar
Asphodelen da, im Kühlschrank,
für alle Fälle.


Minimalprogramm

Verzicht, Entsagung, Askese ‒
das wäre schon zu hoch gegriffen.

Überwältigend, was alles entbehrlich ist.
Von Sonderangeboten keine Notiz zu nehmen,

reiner Genuß! Nirgends aufzutauchen,
das Meiste zu unterlassen ‒

Erkenntnisgewinn durch Abwinken.
Nur wer vieles übersieht,

kann manches sehen.
Das Ich: eine Hohlform,

definiert durch das, was es wegläßt.
Was man festhalten kann,

was einen festhält,
das ist das Wenigste.


Sich selbst verschluckende Sätze

Ich sage gar nichts, sagt einer,
und zappelnd auf seinem Stuhl
fährt er fort: Ich bewege mich nicht.
Ich schweige, ruft er. Ich schlafe.
Ich verspreche mich nie. Das
verspreche ich. Meine Widerlegungen
widerlege ich spielend. Ich bin,
verkündet er, der Bescheidenste,
von jeder Eitelkeit frei. Deutsch,
beteuert er, spreche ich nicht.
Von mir selber würde ich nie
und nimmer reden. Ich habe Unrecht,
wenn ich behaupte, daß ich recht habe,
wenn ich behaupte, daß ich Unrecht habe,
usw. Daß ich je ins Stottern geriete,
ist ausgeschlossen. Glaubwürdig,
wie ich bin, und bewußtlos, darf ich,
glaube ich, von mir sagen: Ich
widerspreche mir nicht. Ich
bin nicht da. Ich f-f-f-fehle.

lunes, agosto 21, 2023

Maram Al-Masri / Maté a mi padre



Maté a mi padre
aquella noche
o aquel día
no lo recuerdo,
Escapé con una sola maleta
llena de sueños
y amnesia,
y una fotografía mía
con él
de cuando era pequeña
y me llevaba 
en brazos.
Enterré a mi padre
en una hermosa caracola
en un océano profundo,
pero me encontró
escondida debajo de la cama
temblando de miedo
y soledad.

Maram Al-Masri (Latakia, Siria, 1962), International Journal Euro-Mediterranean Studies, vol. 4, 2011
Traducción del árabe al inglés, Khaled Mattawa; versión del inglés al castellano, Jonio González


Foto: Maram Al-Masri, Wikimedia Commons

domingo, agosto 20, 2023

Jorge Teillier / Los dominios perdidos



                                          A Alain-Fournier

Estrellas rojas y blancas nacían de tus manos.
Eran en 189... en la Chapelle d'Anguillon,
eran las estrellas eternas
del cielo de la adolescencia.
En la noche apagaste las lámparas
para que halláramos los caminos perdidos
que nos llevan hacia un laúd roto y trajes de otra época,
hacia una caballeriza ruinosa y un granero de fiesta
en donde se reúnen muchachas y ancianas que lo perdonan todo.

Pues lo que importa no es la luz que encendemos día a día,
sino la que alguna vez apagamos
para guardar la memoria secreta de la luz.
Lo que importa no es la casa de todos los días
sino aquella oculta en un recodo de los sueños.
Lo que importa no es el carruaje
sino sus huellas descubiertas por azar en el barro.
Lo que importa no es la lluvia
sino su recuerdos tras los ventanales del pleno verano.

Te encontramos en la última calle de una aldea sureña.
Eras un vagabundo de barba crecida con una niña en brazos,
era tu sombra -la sombra del desaparecido en 1914-
que se detenía a mirar a los niños jugar a los bandidos,
o perseguir gansos bajo una desganada llovizna,
o ayudar a sus madres a desvainar arvejas
mientras las nubes pasaban como una desconocida,
la única que de verdad nos hubiese amado.

Anochece.
Y al tañido de una campana llamando a la fiesta
se rompe la dura corteza de las apariencias.
Aparecen la casa vigilada por glicinas, una muchacha
leyendo en la glorieta bajo el piar de gorriones,
el ruido de las ruedas de un barco lejano.

La realidad secreta brillaba como un fruto maduro.
Empezaron a encender las luces del pueblo.
Los niños entraron a sus casas. Oímos el silbido del titiritero que te llamaba.
Tú desapareciste diciéndonos: "No hay casa, ni padres, ni amor:
                                  sólo hay compañeros de juego".
Y apagaste todas las luces
para que encendiéramos
para siempre las estrellas de la adolescencia
que nacieron de tus manos en un atardecer de mil ochocientos
     noventa y tantos. 

Jorge Teillier (Lautaro, Chile, 1935 - Viña del Mar, Chile, 1996), Poemas del país de nunca jamás, Arancibia Hnos., Santiago de Chile, 1963


sábado, agosto 19, 2023

Raúl González Tuñón / De "El rumbo de las islas perdidas", 2


Apuntes para este libro

La juventud que huye como un ciervo herido
La libertad que muere como un viejo patriarca
El destino que mira como espía del tiempo
La aventura que tiene la llave de la calle
El albatros que vuela sobre el navío náufrago
La botella arrojada al mar con un mensaje
Los sueños de los niños inventando países
El secreto que oculta la guitarra en su caja
Los ojos de los muertos que ven nacer la lilas
La luna allá esperando la primera visita
Aquello del pasado que mantiene vigencia
Y el porvenir que nace como un niño desnudo

Nostalgia - Devenir - Soledad - Multitud
Ah Hölderlin, ya encontremos 
El rumbo de las islas perdidas.


Leyenda para una tumba prestada

No me promocionaron, nunca di un best-seller.
El buen Théophile Gautier me aplastaba con su éxito,
cuando yo pedía dinero a mi madre.
Poco queda de él y su chaleco rojo
se lo pone hoy el olvido.

Me prestaron la tumba, me enterraron
en donde yace el general Aupick
-mi padrastro-
ex embajador en Constantinopla
y Caballero Condecorado.
Soy Charles Baudelaire, soy el padre
de la poesía moderna.

Raúl González Tuñón (Buenos Aires, 1905 - 1974), El rumbo de las islas perdidas, Ediciones del Alto Sol, Buenos Aires, 1969; Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1994; Descierto, Buenos Aires, 2012


Imagen: Raúl González Tuñón por Hermenegildo Sábat

viernes, agosto 18, 2023

Tomás Antônio Gonzaga / Dos poemas con Cupido



XLIV

El diestro Cupido un día
extrajo finos colores
de frescos lirios y rosas,
de jazmines y otras flores.

Con las más delgadas plumas
usa de una y de otra tinta,
y en los ángulos de cobre
a cuatro bellezas pinta.

Por hacer pensar a todos,
en su liso centro escribe
un letrero, que pregunta:
¿Este espacio a quién se debe?

Venus, que vio la pintura,
leyó la letra ingeniosa,
puso debajo: de él cedo;
dése a Marilia fermosa.


XLVI

Cupido, tirando
del hombro la aljaba,
en campo de flores
contento jugaba.

Y el cuerpo tiernito
después, enfadado,
incauto reclina
en el verde prado.

Marilia fermosa,
que al dios conocía,
oculta acechaba
cuanto él hacía.

Mal juzga que duerme,
se llega, contenta,
las armas le hurta,
y el dios no la siente.

Los Faunos, mal vieron
las armas robadas,
dejaron la grutas
soltando risadas.

Recuerda Cupido,
y la causa viendo,
a cuantos lo insultan
responde diciendo:

-¿Teméis las saetas
en mis manos crudas?
Veréis lo que pueden
ahora en las suyas.

Tomás Antônio Gonzaga (Miragaia, Portugal, 1744 - Isla de Mozambique, Mozambique, 1810), Marilia de Dirceo, Universidad de San Pablo y Fondo de Cultura Económica, México, 2002
Traducción de Jorge Ruedas de la Serna 


Imagen: Tomás Antônio Gonzaga, grabado del siglo XIX Biblioteca Nacional Digital del Brasil

XLIV

O destro Cupido um dia
extraiu mimosas cores
de frescos lírios e rosas,
de jasmins e de outras flores.

Com as mais delgadas penas
usa de uma, e de outra tinta,
e nos ângulos do cobre
a quatro belezas pinta.

Por fazer pensar a todos
no seu liso centro escreve
um letreiro, que pergunta:
Este espaço a quem se deve?

Vênus, que viu a pintura,
e leu a letra engenhosa,
pôs por baixo: Eu dele cedo;
dê-se a Marília formosa.


XLVI

Cupido tirando
dos ombros a aljava
num campo de flores,
contente, brincava.

E o corpo tenrinho
depois, enfadado,
incauto reclina
na relva do prado.

Marília formosa,
que ao deus conhecia,
oculta espreitava
quanto ele fazia.

Mal julga que dorme
se chega, contente,
as armas lhe furta,
e o deus a não sente.

Os Faunos, mal viram
as armas roubadas,
saíram das grutas
soltando risadas.

Acorda Cupido,
e a causa sabendo,
a quantos o insultam
responde, dizendo:

-Temíeis as setas
nas minhas mãos cruas?
Vereis o que podem
Agora nas suas.

jueves, agosto 17, 2023

Valery Larbaud / Tres poemas




La rue Soufflot
(París)
             Romanza para el abanico de Madame Marie Laurencin

Nuestra breve jornada pronto habrá terminado: los últimos
años se abren ante nosotros como estas calles;
y el colegio sigue estando allí, y esta plaza
en cuadrículas, y la vieja iglesia en la que hemos visto
entrar muerto a Verlaine. En el fondo, a pesar del mar
y de tantos caminos, jamás hemos salido
de aquí, y toda nuestra vida habrá sido
un pequeño viaje en círculos y zigzags por París.
E incluso después, aquí nos quedaremos,
invisibles, olvidados, pero siempre habitando
la ciudad de la infancia y del primer amor,
con el asombro de los doce años y del encuentro,
que aún nos hace murmurar entre el gentío:
Porque sabes que siempre te he querido.”
y un transeúnte, que me ha oído, se da vuelta.

Traducción de Fernando Ilucik y Emmanuelle Brière.


Scheveningue, muerta ya la estación

En el pequeño bar de muebles encerados,
bebimos largamente bebidas de Inglaterra;
era cálido, íntimo bajo los cortinados.
Fuera el viento de mar crujía reposeras. 

Ambiente de salón  fumador en un barco…
Yo, el corazón opreso, como cuando se viaja;
yo estaba enternecido, yo estaba ya lejano;
yo un niño en sus angustias, correcto y educado. 

¡Y lo que nos rodeaba, era todo tan calmo!
Una barra y la gente confidente se torna.
¡Oh, cómo se es pequeño las tardes junto a ustedes,
cómo uno se arrodilla! ¡Olas, inmensas olas!

Versión de F.I.


La antigua estación de Cahors

¡Viajera! ¡oh cosmopolita! hoy en día
Abandonada, dejada, retirada de los negocios.
Un poco al margen de la vía,
Vieja y rosa en medio de los milagros de la mañana,
Con tu marquesina inútil
Extiendes al sol de las colinas tu andén vacío
(Este andén que antaño barría
El vestido de aire en torbellino de los grandes expresos)
Tu andén silencioso al borde de una pradera
Con las puertas siempre cerradas de tus salas de espera,
Cuyo calor de verano agrieta los postigos…
Oh estación que has visto tantos adioses,
Tantas partidas y tantos regresos,
Estación, oh doble puerta abierta a la inmensidad encantadora
De la tierra, donde en alguna parte debe encontrarse la alegría de Dios
Como una cosa inesperada, relumbrante;
Ahora tú reposas y gustas las estaciones
Que regresan trayendo la brisa o el sol, y tus piedras
Conocen el relámpago frío de las lagartijas; y el cosquilleo
De los dedos ligeros del viento en la hierba donde están los rieles
Rojos y rugosos de óxido,
Es tu único visitante.
La sacudida de los trenes no te acaricia ya:
Pasan lejos de ti sin pararse sobre tu césped  
Y te dejan en tu paz bucólica, oh estación por fin tranquila
En el corazón fresco de Francia

Traducción de Marco Antonio Campos y Jean Portante

Valery Larbaud (Vichy, Francia, 1881-1957), Les Poésies de A. O. Barnabooth, Nouvelle Revue Française, Paris, 1913; Gallimard, 1966


Foto: Valery Larbaud c.1900 Gallimard/Wikimedia Commons


La rue Soufflot
(Paris)
               Romance pour l'éventail de Madame Marie Laurencin

Notre petite journée sera bientôt finie: les dernières
Années s'ouvrent devant nous comme ces rues;
Et le collège est toujours là, et cette place
Quadrillée, et la vieille église où nous avons vu
Entrer Verlaine mort. Au fond, malgré la mer
Et tant de courses, nous ne sommes jamais sorti
D'ici, et toute notre vie aura été
Un petit voyage en rond et en zigzag dans Paris.
Et même après, nous resterons encore ici,
Invisible, oublié, mais habitant toujours
La ville de l'enfance et du premier amour,
Avec l'étonnement des douze ans et de la rencontre,
Qui nous fait murmurer encore dans la foule:
Porque sabes que siempre te he querido.”
Et un passant, qui m'a entendu, se retourne.


Scheveningue, Morte-saison

Dans le clair petit bar aux meubles bien cirés,
nous avons longuement bu des boissons anglaises;
c’etait intime et chad sous les rideaux tirés.
Dehors le vent de mer faisait trembler les chaises.

On eût dit un fumoir de navire ou de train:
j’avais le coeur serré comme quand on voyage;
j’étais tout attendri, j’etais doux et lointain;
j’étais comme un enfant plein d’angoisse et très sage.

Cependant tout était si calme autour de nous!
Des gens, près du comptoir, faisaient des confidences.
Oh, comme on est petit, comme on est à genoux,
Certains soirs, vous sentant si près, ô flots immenses!


L'ancienne gare de Cahors

Voyageuse! ô cosmopolite! à présent
Désaffectée, rangée, retirée des affaires.
Un peu en retrait de la voie,
Vieille et rose au milieu des miracles du matin,
Avec ta marquise inutile
Tu étends au soleil des collines ton quai vide
(Ce quai qu'autrefois balayait
La robe d'air tourbillonnant des grands express)
Ton quai silencieux au bord d'une prairie,
Avec les portes toujours fermées de tes salles d'attente,
Dont la chaleur de l'été craquelé les volets...
O gare qui as vu tant d'adieux,
Tant de départs et tant de retours,
Gare, ô double porte ouverte sur l'immensité charmante
De la Terre, où quelque part doit se trouver la joie de Dieu
Comme une chose inattendue, éblouissante;
Désormais tu reposes et tu goûtes les saisons
Qui reviennent portant la brise ou le soleil, et tes pierres
Connaissent l'éclair froid des lézards; et le chatouillement
Des doigts légers du vent dans l'herbe où sont les rails
Rouges et rugueux de rouille, 
Est ton seul visiteur.
L'ébranlement des trains no te caresse plus:
Ils passent loin de toi sans s'arrêter sur ta pelouse,
Et te laissent à ta paix bucolique, ô gare enfin tranquille
Au coeur frais de la France.

miércoles, agosto 16, 2023

Jorge Fondebrider / Infatuación




De vivir en París, podría decir 
que el paso de los barcos por el Sena 
constituye el ritmo circadiano que le es propio a esa ciudad, 
y en Roma, en motoneta, 
el ritmo está marcado por los pinos y campanas,
en Nápoles serían traghetti aliscafi que surcan el Tirreno y van a Capri, 
en Praga son los puentes.
Pero escribo en Buenos Aires, que es snob, 
y hablar aquí del ritmo circadiano que impone el colectivo. 
suena tan falso como quien dice potlatch 
sin haber leído a Marcel Mauss. Misterio
que se infla con misterio, 
infatuación, miseria del misterio.

Para todo hay siempre público.

Jorge Fondebrider (Buenos Aires, 1956)

"Tres poemas sobre gente que detesto"
La suerte que nos toca,
Gog y Magog,
Buenos Aires, 2022









martes, agosto 15, 2023

Edgar Lee Masters / Amelia Garrick



Sí, aquí yazgo junto a un raquítico rosal
en un rincón olvidado cerca del enrejado
donde los matorrales del bosque de Siever
han invadido y crecen dispersos.
Y tú, tú eres alguien importante en Nueva York,
la esposa de un famoso millonario,
un nombre en las páginas de Sociales,
hermosa, admirada, magnificada quizás
por el espejismo de la distancia.
Tú has triunfado, yo he fracasado
antes los ojos del mundo.
Tú estás viva, yo estoy muerta.
Sin embargo yo sé que subyugué tu espíritu,
y sé que yaciendo aquí, lejos de tu presencia,
ignorada por tus distinguidos amigos
de ese mundo brillante donde te mueves,
soy en realidad el poder invencible
que le impide a tu vida alcanzar un pleno triunfo.

Edgar Lee Masters (Garnett, Estados Unidos, 1868 - Melrose Park, Estados Unidos, 1950)
Traducción de Enrique Butti y Silvio Cornú

Antología de Spoon River
Ediciones de la Universidad Nacional del Litoral, 
Santa Fe, Argentina, 2023
















Foto: Edgar Lee Masters, c.1942 Ben Pinchot/Alamy/The New York Review


Amelia Garrick

Yes, here I lie close to a stunted rose bush
In a forgotten place near the fence
Where the thickets from Siever’s woods
Have crept over, growing sparsely.
And you, you are a leader in New York,
The wife of a noted millionaire,
A name in the society columns,
Beautiful, admired, magnified perhaps
By the mirage of distance.
You have succeeded, I have failed
In the eyes of the world.
You are alive, I am dead.
Yet I know that I vanquished your spirit;
And I know that lying here far from you,
Unheard of among your great friends
In the brilliant world where you move,
I am really the unconquerable power over your life
That robs it of complete triumph.

Project Gutenberg  (versión completa del original)