sábado, abril 05, 2025

Susana Villalba / Domingo de elecciones en la Shell Select Tango



Todo es una pared en que se ve descascarar la vida en una sola frase: Feliz cumple, aguante Brukman, Cuervo puto. Un solo plano todo, todo plano, carbón, tiza, aerosol. Si tocaras en el cielo moriría Charly, Damas gratis, Rocas sucias. A veces un destello de palabras misteriosas como rocas, como mica en las piedras, veredas de hojas amarillas, cascotes en la calle. De qué rocas en esta planicie de llaneza aplastante, el cielo un plomo sucio del hastío de la lluvia del domingo. Se borronea una palabra, gotea en los cartuchos dispersos en el suelo, los disparos recientes se escriben como huecos del ladrillo. Padre Rainbow, Viejas locas, Pibes chorros. Todo un plano, una toma. Una mancha como hombres alrededor de una fogata, como perros de una noche de mil años.

De día se levanta una ciudad y todos van como leyendo un llamado ultravioleta, hereditario, partitura, como moscas, como entrando en molinetes. Vallados hacia una ventanilla a apostar lo que total ya no tenían. Una vida de pizarra, de una tele para acá. Apenas hace nada, cinco siglos, tres reflejos, un alguien pintó esa caravana de ciegos al abismo, al eco del barranco. Detrás de esa pared en que se estrellan.

Por siempre Chaca, Sebi te amo, Los Tarijas stones. Acaso falta sangre, más aún, que abone esa costumbre de rodar horizontal imaginando que es un plano inclinado, la vida vertical, la tierra un vértigo del cielo, se va a acabar, Señor. No escucho que truene tu voz, si es una voz, no veo quebrarse la pared, el mundo o alguno en parte alguna. Alguna vez quisiera ver algo distinto, final inesperado, palabras misteriosas, rebelión que no se muerda el polvo de la cola para ir a caer de a uno en fondo. Si fuera posible en este siglo. Si fuera posible en este mundo.

Ma terre, mater dolorosa. El que devora a sus hijos, cuerpos se arrojan como rocas. Señor, entiendo que no nos dejes elegir algunas cosas pero nunca ser más que humanidad, más que este barro que amasa como miga, como costilla que se quiebra de su alma, cerebro de pan que se resbala chapoteando las patitas hacia arriba, el lomo hundido, la mirada a la punta del látigo otra vez a ver si lo rescata para atrás. Por enésimo siglo, lugar, por enésima vida, vez, palabras mismas.

Se vota por la fiesta que se mira apiñado en la vereda, en el zaguán. Gramilla, ripio, guijarro de payana, ficha de sapo, silla, fila, centavo. Peor están los ciegos, los sordos que no escuchan ese vals, esa fanfarria de fajina cortesana. Palabras de cartel que prenden un reguero, un arma frase de repetición. Desfilan los fiscales de veredas, gerentes de kiosquitos, figuritas en clips, ideas con alfileres, cabecitas de tacho con palo y a la bolsa, con las cartas marcadas.

El Ciclón, Almas Mugrientas, Santa Revuelta, El Bananazo, la Brukman a sus trabajadores. Apenas hace nada la gente la cuidaba, ahora apoya el desalojo. Apenas hace igual el hombre como ahora asumía Carlos V, imperio sacro, bizantino o británico, romano, mayestático. El imperio sintáctico que ahora titila mientras llueve en algún lado, en este lado, en esta esquina, frente a un muro. Hijos del hijo, Patria Chuker, Trujamán.

Nuestra Mater lacrimosa, apenas los gases se disipan. En esta esquina Campeón, le vamo a hacer el culo a las galli. Gallito de baldío. Pollitos mojados bajo el frío. Se vota entre la barra de la jaula o el degüello, en un desfiladero como a cuerda. La marcha hipnotizada de la vida, la primera salvación es la del cuerpo, Señor, recuérdanos el alma cada tanto. En tiempos más soleados, más amables. En este año si es posible. Si es posible en esta vida.

Susana Villalba (Buenos Aires, 1956), El amor es animal. Poesía reunida, Salta el Pez, Buenos Aires, 2024 Op. Cit.,marzo 23, 2025

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Fofo: Pilar Benítez /La Nación

viernes, abril 04, 2025

Nelson Ball / Al este de PLattsville



En la autopista regional al este de Plattsville
hay una fábrica de piezas de metal

en otro tiempo fue
una fábrica de encurtidos

cada vez que paso por allí
no importa de qué dirección venga

se me llenan los ojos de lágrimas
pensando en Bárbara

cada vez
me ocurre lo mismo

siempre
inesperadamente

hasta
ahora

Nelson Ball (Clinton, Canadá. 1942-Brantford, Canadá,2019 ) "Poetas canadienses", selección y traducción de Jonio González, La Náusea, 28 de marzo de 2025



EAST OF PLATTSVILLE

On the regional highway east of Plattsville
is a metal fabricating plant

it used to be
a pickle factory

every time I drive past now
coming from either direction

my eyes well up
as I think of Barbara

this happens
every time

always 
unexpected

until
now
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jueves, abril 03, 2025

Alfredo Lemon/ De "El búho de Minerva levanta vuelo al anochecer"




El búho de Minerva levanta vuelo al anochecer

Recordá con júbilo el jardín de los jazmines

Gratitud por los momentos magníficos que fueron
               cuerpos espléndidos 
               contornos y dunas del deseo

Tomábamos té de menta y manzanilla
Comíamos cerezas y dátiles para festejar
Había sandías paltas duraznos chocolates

Fuimos amantes leopardos sudando en una cama

Almohadas y alfombras
Memorias y promesas
Mística y marihuana 
Licor de anís y lemoncello

Celebrá así, escribir porque sí
Enlazá el ánimo a la escritura
Sea tu catarsis savia nutriente

Barriletes verdes 
Meteoritos amarillos entre átomos y estrellas

La mente gira como una calesita con visiones que titilan
¿Son fósforos de neón en un parque de diversiones?

Bendecí esa ebullición de absoluto

A beber el champagne de los chimpancés
El cóctel de los arlequines 



El búho de Minerva levanta vuelo al anochecer

En Las Grutas viste una ballena y pensaste en Jonás 
y en Simbad

En Ansenuza paseaste junto a las gaviotas 
y los flamencos

En el Egeo fuiste desnudo y libre

En el Ganges fuiste un peregrino

En el Quilpo fuiste un vagabundo

Fluye suave fuego de Heráclito hasta que termine mi canto

Hasta que alcance a discernir lo transitorio de lo fijo
lo fugaz de lo perenne

Adiós poemas inconclusos poemas extraviados 

Adiós músicas remotas que no se olvidan

Violín en París/ piano en Berlín/ narguile en Katmandú

Adiós lugares prohibidos, orgasmos de oro y terciopelo
Secretos custodiados bajo una pirámide
Perros infieles de mi infancia que me mordieron dos veces

Dejaré aquí mi torpe itinerario
Mi trabajo sellado en un cofre

Huyo hacia un sitio abierto y palpitante

Adiós adiós



El búho de Minerva levanta vuelo al anochecer
Aquel verano estuvimos en Ascochinga
Nadamos a cielo abierto al pie de una montaña
Después almorzamos al borde de un puente en Agua de Oro
Al volver caminamos por la costanera hasta que atardeció
Dorada violácea opalina
La naturaleza en calma nos atravesó
Pasó la belleza con un plato redondo de nísperos
y manzanas

Entre mi nacimiento y mi herencia
está mi justificación

Alfredo Lemon (Córdoba, Argentina, 1960)

El búho de Minerva levanta vuelo al anochecer
Mascarón de Proa, Villa María, Córdoba,  Argentina 2025












miércoles, abril 02, 2025

Diane Wakoski / Dos poemas





El mecánico


La mayoría de los hombres usan
los ojos
como metrónomo
para marcar el compás
del caminar de una mujer
cómo sus caderas se ciñen
contra la tela, igual que los higos
en el árbol
justo antes de reventar
sus moradas pieles,
para medir qué tanto
de su andar emplea en la cama
de noche,
la jarra del cielo
llenándose de vía láctea
centellea cada vez
que ella mueve los labios.

pero, claro,
los secretos
no son los golpes obvios
en la canción
que cualquier baterista puede dar

oyendo la velocidad del motor
—hecho también de golpes—
tan rápidos,
sutiles, supongo,
que llegan como un sonido continuo
o el corazón que, por supuesto,
golpea sin ventilador
que lo mantenga
fresco;
es una prueba,
un ritmo,
que no podrían ver
aquellos ojos medidores
aunque tal vez haya algunos
con dedos y oídos
tan cerca de los motores
con aceite limpio circulando por los oídos
que depure la sesera,
quizás algunos...

puedan decir
en qué consiste
el secreto sangrar de una mujer

Como mujer
con estrellas untuosas
en todos los puntos
de mi piel
nunca podría
fiarme de un hombre
que no fuera mecánico;
un hombre que usa sus
ojos,
sus manos,
escucha
el
corazón.

Historia


Un hombre me preguntó
la historia de mi vida.
Dije
que yo no tenía
historia.
Que todas mis historias eran vidas,
como hongos,
aparentemente sin raíces,
aunque las esporas, microscópicas, que bailan
    en la tierra
como mi mano roza tu cara mientras
duermes,
               ya no son misteriosas;
y recordé que todas mis historias son una sola,
dejando a una mujer con un puñado de plata
que se vuelve luz de luna
desvanece como el aire,
desaparece con el sol,
permaneciendo ella con sus manos abiertas
y la poesía que es música,
una canción que nos ronda a todos
es lo que le queda,
su realidad misteriosamente,
quizá microscópicamente, ida
                        para aparecer en otro
terreno pantanoso.
Yo busco al mago que entienda
lo que es invisible
al ojo desnudo,
que lea la poesía como un texto
para una nueva especie de jardín,
que convierta la luz de luna
en un puñado de plata,
en algo sólido y real,
no en ilusión,
no en viejas historias,
no en la vieja versión de la vida,
no en hongos venenosos.

Hongos,
comibles,
hermosos,
que dejan caer las esporas
y dan vida
justamente
como nosotros.
La historia de mi vida
es
que continúa.

Diane Wakoski(Whittier, California, Estados Unidos, 1937), Siete poetas norteamericanas contemporáneas,selección, notas y traducciones de Beth Miller, Material de Lectura n° 16 Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 2008

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martes, abril 01, 2025

Tom Pow/Amor en el zoológico (Bronx)



Recorremos los senderos cubiertos de hielo
pasando los estanques helados, los recintos con nieve, 
donde los juncos como puercoespines amontonados 
son negros y todo lo que se ve.

En el tenue calor de un reptilario,
nos detenemos ante una pecera
con una tortuga color arena
de caparazón blando, grande
como mi mano abierta. De la larga cuchara
de su cabeza, sobresalen los agujeros de la nariz 
como minúsculos binoculares. Ojos,
dos manchas plateadas. Cuando se yergue
sobre la hierba verde y oscura, sus patas,
como semillas de sicomoro, rozan la ventana
por la que miramos. Tan cerca está
y tan doblada, que vemos 

el delgado círculo de su boca invertida;
casi imaginamos que va a hablar… 

De vuelta en el Bronx, no sabemos
en qué callejón sin salida dar la vuelta;
nos equivocamos siempre finalmente. Damos vueltas – 
–moscas atrapadas en una mortal belladona– tratando
de encontrar la entrada a la autopista 

más allá de los edificios quemados, basureros;
un brasero que les saca el frío
a unos borrachos.

Un Cadillac azul y maltrecho se sacude
hasta detenerse frente a nosotros. Los paneles oxidados
tiemblan; las luces traseras rojas brillan
en los alerones corroídos. Nos sentamos tensos
cuando las negras maldiciones del negro son humo
en el aire invernal. Nos volvemos hacia los otros: 
súbitos neófitos, que podrían –sin sueño, sin palabras,
en la oscura jaula de la noche– mantener sus cuerpos blandos
cerca; miedo
por la supervivencia del amor.

Tom Pow (Edimburgo, 1950)
Traducción de Jorge Fondebrider



LOVE AT THE (BRONX) ZOO

We walk the icy paths
past frozen ponds, snowed-in enclosures,
where reeds like drifting porcupines
are black huts are all that show.

In the dim warmth of an animal house,
we linger by a tank
with a sandy-coloured,
soft-shelled turtle, the size
of my spread hand. From the long spoon
of its head, nostrils stick out
like tiny binoculars. Eyes,
two silvery stains. When it rises
from the dark green weed, its fins,
like sycamore seeds, brush the window
we peer through. So close is it
and so angled, we see

the thin loop of its down-turned mouth;
almost fancy it would speak...

Back in the Bronx, we don't know
which blind-eyed alley to turn down;
eventually are wrong anyway. We ride around - 
a fly caught in deadly nightshade – trying
to reclaim the rim of the highway

past burned-out buildings, waste-ground;
a brazier licking the chill
off some winos.

A battered blue Cadillac jerks
to a stop in front of us. Rusted panels
shake; red tail lights glare
from corroded fins. We sit tight
as the black man's black curses plume
intro the winter air. We turn to each other: 
sudden neophytes, who might – sleepless, speechless,
in the dark cage of night – hold their soft bodies
close; fear
for love's survival.
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