domingo, octubre 29, 2006

Virgilio Piñera / De "La isla en peso"



[Fragmento]

La maldita circunstancia del agua por todas partes
me obliga a sentarme en la mesa del café.
Si no pensara que el agua me rodea como un cáncer
hubiera podido dormir a pierna suelta.
Mientras los muchachos se despojaban de sus ropas para nadar
doce personas morían en un cuarto por compresión.
Cuando a la madrugada la pordiosera resbala en el agua
en el preciso momento en que se lava uno de sus pezones,
me acostumbro al hedor del puerto,
me acostumbro a la misma mujer que invariablemente masturba,
noche a noche, al soldado de guardia en medio del sueño de los peces.
Una taza de café no puede alejar mi idea fija,
en otro tiempo yo vivía adánicamente.
¿Qué trajo la metamorfosis?

La eterna miseria que es el acto de recordar.
Si tú pudieras formar de nuevo aquellas combinaciones,
devolviéndome el país sin el agua,
me la bebería toda para escupir al cielo.
Pero he visto la música detenida en las caderas,
he visto a las negras bailando con vasos de ron en sus cabezas.
Hay que saltar del lecho con la firme convicción
de que tus dientes han crecido,
de que tu corazón te saldrá por la boca.
Aún flota en los arrecifes el uniforme del marinero ahogado.
Hay que saltar del lecho y buscar la vena mayor del mar para desangrarlo.
Me he puesto a pescar esponjas frenéticamente,
esos seres milagrosos que pueden desalojar hasta la última gota de agua
y vivir secamente.
Esta noche he llorado al conocer a una anciana
que ha vivido ciento ocho años rodeada de agua por todas partes.

(...)

[La Habana, 1943]

Virgilio Piñera (Cárdenas, Cuba, 1912-La Habana, 1979)

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Foto: Clarín, Argentina

sábado, octubre 28, 2006

Garbeld, geógrafo

-Sigo creyendo en la National Geographic -dijo Garbeld cerrando el cuarto tomo. -Supongo que cree en ella como en los hermanos Grimm -le dijo el barman. -No, mejor que en ellos; pero, ¿por qué supone que no tiene para contarnos algo más que fábulas? -Pues pertenece al tiempo en que el Imperio confundía en una prístina religión al salvaje, a la vegetación y a las tierras incógnitas -repuso el barman. -Ahora, fíjese don Garbeld, no hay casi nada incógnito y todo viaje es urbano, de ciudad en ciudad, entre andurriales, campos y palacios, en vehículos veloces que nos aislan de la brisa y el frío. -Reconozco que se puede ir de El Cairo a Alejandría sin sentir el rigor del sol, en un auto refrigerado, por ejemplo. Eso nos ahorra el clima, pero no la sensación de ensueño intemporal que nos rodea en los desiertos -dijo Garbeld.
Gustav Who. Garbeld y el barman, Osaka, 1997

Poetas

Entonces hago una revisión, que no es caprichosa, porque me gusten los poetas, sino porque creo que efectivamente en los años 80 esta disputa de neobarrocos y objetivistas supone también una primera consideración muy plena sobre una tradición nacional de poesía. Todos los movimientos de vanguardia, desde el martinfierrismo en adelante, o desde el modernismo en adelante, habían sido en algún u otro sentido europeístas o, a partir de los años 50, norteamericanistas, toda la tradición de la poesía argentina de vanguardia se construye sobre modelos ultraístas, surrealistas, románticos, expresionistas, y me parece que por primera vez en los años 80 se empieza a evaluar, se construye por primera vez una tradición de poesía puramente nacional con dos figuras emblemáticas que son Juan L. Ortiz y Oliverio Girondo. Eso, me parece, genera a su vez una relectura de poetas de la década del 50 que empiezan a ser valorados por primera vez en los años 80: Francisco Madariaga, Joaquín Giannuzzi, Aldo Oliva, Hugo Padeletti, tipos que incluso empiezan a publicar un poco instados por los autores de los 80. Esta generación genera un reacomodamiento absoluto de la tradición poética de las vanguardias en adelante. En todo caso, esta historia (Breve historia de la literatura argentina, de M.P.) no es que privilegie a los poetas, sino que da cuenta de esa novedad de los años 80.
Martín Prieto
  • Enrevista en El Ciudadano, Rosario
  • Clases

    No hay razón para simplemente llorar esta pérdida de conciencia de clase (aunque, como viejo marxista todavía lo hago) ni refugiarse en las nostálgicas reservas naturales donde el viejo y buen proletariado todavía puede ser hallado en su estado puro.
    Por supuesto, es reconfortable que la conciencia de clase también esté derrumbándose en las otras clases.

    Hobsbawm, Eric

  • ¿Adiós al movimiento obrero clásico?
  • Tutto il Guido

  • Rime di Guido Cavalcanti
  • lunes, octubre 23, 2006

    Cavalcanti

    Oh tú que a veces traes en la mirada

    Oh tú que a veces traes en la mirada
    Amor con tres saetas en la mano:
    mi espíritu que viene de lugar lejano
    te encomienda mi alma atormentada.
    La que fue herida ya en la mente
    por dos saetas del tirador probado:
    con la tercera tiende el arco, demorado,
    que no me alcanza estando tú presente.
    Esta sería la salud del alma
    que yace en el suelo casi muerta
    por dos saetas que abren tres heridas:
    la primera da placer y desconsuela,
    la segunda desea la alegría
    que trae la tercera flecha cuando vuela.

    Guido Cavalcanti (Florencia,1250-1300), Rimas. Versiones de J. Aulicino. Selecciones de Amadeo Mandarino, Buenos Aires, 2006

    O tu, che porti nelli occhi sovente

    O tu, che porti nelli occhi sovente
    Amor tenendo tre saette in mano,
    questo mio spirto che vien di lontano
    ti raccomanda l'anima dolente,

    la quale ha già feruta nella mente
    di due saette l'arcier sorïano;
    a la terza apre l'arco, ma sì piano
    che non m'aggiunge essendoti presente:

    perché saria dell'alma la salute,
    che quasi giace infra le membra, morta
    di due saette che fan tre ferute:

    la prima dà piacere e disconforta,
    e la seconda disia la vertute
    della gran gioia che la terza porta.

    miércoles, octubre 18, 2006

    Capri (2)



    Gorki, Bogdanov, Lenin; Capri, 1908

    Capri




    A unos centenares de metros de la vía Tiberio, en un bosque de pinos y cipreses y en el borde de la altísima orilla, un edificio neoclásico sobre cuyo arquitrabe reza: “Amori et dolori sacrum”, es decir, “consagrado al amor y al dolor”. Obra del conde Jacques d’Adelsward Fersen, poeta de riquísima cuna llegado a Capri a fines del XIX, corrido de París por un grave escándalo. Las amplias estancias, hoy despobladas pero siempre seguramente espartanas, se levantaron en honor de Liside, discípulo de Sócrates y por eso se llamaron Villa Lysis. En el subsuelo, el fumadero de opio azulejado es una innovación en este tipo de homenaje. No así el baño romano, parecido a un iacuzi moderno. Cuando lo abandonó su joven amor, un pobre aunque atractivo muchacho romano, Fersen se mató entre el aroma de los mirtos, de los narcisos del jardín y del pinar que se abalanza sobre los acantilados.

    Mente maravigliosa quanto precoce (Roma, hoy)





    L'inglese poeta Giovanni Keats
    mente maravigliosa quanto precoce
    morí in questa casa
    li 24 febraio 1821
    ventesimosesto dell'etá sua

    Debajo, el texto en inglés prescinde de calificativos que solo pueden decirse de esta manera solemne, graciosa y verdadera, en italiano.

    jueves, octubre 12, 2006

    Cierta dureza en la sintaxis, 2


    23
    Los esclavos huían por las estepas acribilladas
    con el quizás y la vida, aunque en despojos.
    Sintieron el pánico ante los Panzer
    y el olor de la sangre.
    En un segundo ponían en la balanza
    la duda en el triunfo final
    y el estar en el hospital canalizados y oyendo
    los quejidos de los camaradas
    y la voz del comisario político, una certeza.
    O muertos, carroña indiferente a la victoria.
    Así, retrocedieron pero no entregaron sus ciudades.
    La aldea sí, la égloga, Esenin, el fuego y la piara.
    Su origen y sus madres. No el Kremlin.
    No las pútridas cañerías de Stalingrado.
    Resistieron como ratas, con el culo expuesto a sus generales
    y el disparo de los propios que seguía a los desertores.
    Avanzaron con el invierno entre cadáveres y trazadoras.
    Y entre dientes decían que la huída es vaguedad.
    El que escapa de verdad deja su cuerpo
    a los cuervos y al juicio del Partido.

    24
    Durante las noches no fuiste acechado.
    Estabas entre la suma restricción de los forzados.
    Cada uno de los que dormían en sus departamentos
    veía sombras o fuego en sueños o despertaba
    mirando sus manos, su cuerpo, como vos,
    iluminados por la lamparita tenue, el sudor amarillo.

    25
    Lo que condenan a tu alrededor es la muerte joven.
    Con malicia has preguntado si a la muerte o al que muere.
    ¿Es honorable llegar a viejo y hartarse de comida?
    ¿No es honorable fumar y enfermarse de gripe española?
    A mis setenta años seguiré haciendo muecas.
    Pues las palabras son equívocas
    cuando el anochecer se levanta.

    26
    Sí, es pertinente sentarse con el saco puesto.
    Primero en el living amplio en el que se habla,
    aún con cierto embarazo, de la noticia del día
    (en el campo literario, pues de esto se trata,
    es noticia el desplante de una viuda).
    Después en el antiguo comedor se discute a fondo
    el estado real del imperio; si declina,
    si todavía la fuerza lo asiste.
    Con el café, nuevamente en el living,
    se comentan poemarios y citas recién adquiridas.
    Seguimos con el saco puesto, las piernas cruzadas.
    La calidad del vino se menciona de paso
    y el anfitrión, como se debe, agradece ligeramente.
    Tres de los comensales sabían manejar los cubiertos.
    El cuarto, lo hacía con aceptable habilidad,
    excepto cuando lo turbaba la idea de que era
    el único con relaciones en la CIA y, tal vez,
    el único que conocía a fondo la batalla de Stalingrado.
    El quinto, adinerado, hundía el cuchillo en la presa
    con el ahínco de las chabolas y los campamentos.
    Si tienes fuerzas por detrás de los sitiadores,
    resiste, pues la victoria será tuya. No puedes,
    dijo Saladino, iniciar un sitio con fuerzas a tu espaldas.
    El cerrojo se cerró sobre Von Paulus.
    Es producto de esta civilización el cultivo de la vid,
    aquel tapado de armiño y la forma de recordarte.

    Jorge Aulicino, Cierta dureza en la sintaxis, Selecciones de Amadeo Mandarino, Buenos Aires, 2008

    Garbeld y el movimiento

    Cierta noche, en medio de un educado debate sobre los movimientos de cambio, Garbeld perdió su paciencia, que no era mucha, y clamó: -¡Me declaro inmovilista! Algunos lores carraspearon y movieron sus pies sobre la alfombra. Los laboristas de gorra y tupé le respondieron, en cambio, con sarcasmos. -Vean cómo la declaración de inmovilidad pone nerviosos a reaccionarios y jacobinos -dijo Garbeld. -Ustedes mismos, de cuerpo presente, son la viva demostración de que no hay polaridad en la política. Los políticos pertenecen a un universo unipolar.
    Gustav Who. Hartazgos, Kentucky, 1957

    miércoles, octubre 11, 2006

    Fe, mediana fe y ninguna fe

    En antiguos días tres hombres iniciaron una peregrinación. Uno era un sacerdote, otro un hombre virtuoso y el tercero, un viejo vagabundo con un hacha.
    En el camino el sacerdote habló del crecimiento de la fe.
    "Vemos pruebas de nuestra religión en las obras de la naturaleza", dijo, golpeándose el pecho.
    "Así es", dijo el virtuoso.
    "El pavo real tiene una voz muy áspera", dijo el sacerdote. "Así lo dicen nuestros Evangelios. ¡Qué felicidad!", exclamó, con un gemido. "¡Qué consuelo!"
    "Yo no necesito de esas pruebas", dijo el hombre virtuoso.
    "Entonces, tu fe no es razonable", dijo el sacerdote.
    "Grande es la verdad y prevalecerá", exclamó el hombre virtuoso. "Hay lealtad en mi alma. Debemos estar seguros de que hay lealtad en el alma de Odín."
    "Ese es un juego de palabras", dijo el sacerdote. "Una arroba de esos disparates nada le importa al pavo real."
    En aquel momento pasaban junto a una granja en la que había un pavo real. El ave abrió el pico y cantó como un ruiseñor.
    "¿Y ahora qué me dices?", preguntó el hombre virtuoso "A mí esto no me preocupa. Grande es la verdad y prevalacerá."
    "Que el diablo se lleve al pavo real", dijo el sacerdote, y durante una milla o dos anduvo muy triste.
    Poco después llegaron a un santuario donde un fakir hacía milagros.
    "¡Ah!", dijo el sacerdote. "Aquí están los verdaderos principios de nuestra fe. El pavo real no era nada. Esta es la base de nuestra religión." Se golpeó el pecho y gimió como si tuviera cólicos.
    "Esto no significa nada para mí", dijo el hombre virtuoso. "Es tan intrascendente como el pavo real. Creo porque sé que la justicia es grande y prevalecerá. Este fakir puede hacer pruebas hasta el fin de los tiempos y no logrará engañar a un hombre como yo."
    Al oír sus palabas el fakir se indignó, le temblaron las manos y unas barajas cayeron de su manga mientras obraba un milagro.
    "¿Y ahora qué?", preguntó el virtuoso. "Por mi parte no estoy preocupado."
    "Que el diablo se lo lleve", dijo el sacerdote. "No hay ya razón para seguir pregrinando".
    "No te entregues", dijo el hombre virtuoso. "La justicia es grande y terminará por prevalecer."
    "¿Estás seguro?"
    "Te doy mi palabra."
    El sacerdote siguió caminando con el corazón abrumado.
    Entonces alguien llegó corriendo y les dijo que los poderes de la sombra habían asaltado a las Moradas Celestes, que Odín estaba a punto de morir y que el mal triunfaría.
    "Me han engañado vilmente", dijo el virtuoso.
    "Todo está perdido", dijo el sacerdote
    "Espero que podamos entendernos con el diablo", dijo el hombre virtuoso.
    "Espero que sí", dijo el sacerdote. "En todo caso, lo intentaremos. ¿Pero adónde vas tú con tu hacha?", le dijo al viejo vagabundo. Y el viejo vagabundo contestó:
    "A morir con Odín".
    Robert Louis Stevenson, Fábulas

    lunes, octubre 09, 2006

    Lo mejor del Modernismo

    Foto: Herrera y Reissig


    La gota amarga
    Julio Herrera y Reissig
    "Los parques abandonados" (1902-1908)

    Soñaban con la Escocia de tus ojos
    verdes, los grandes lagos amarillos;
    y engarzó un nimbo de esplendores rojos
    la sangre de la tarde en tus anillos.

    En la bíblica paz de los rastrojos
    gorjearon los ingenuos caramillos,
    un cántico de arpegios tan sencillos
    que hablaban de romeros y de hinojos.

    ¡Y dimos en sufrir! Ante aquel canto
    crepuscular, escintiló tu llanto...
    Viendo nacer una ilusión remota,

    callaron nuestras almas hasta el fondo...
    y como un cáliz angustioso y hondo
    mi boca recogió la última gota.



    La yapa
    Pedro Bonifacio Palacios (Almafuerte)
    "Sonetos medicinales" (1919)

    Como una sola estrella no es el cielo,
    ni una gota que salta, el Ocëano,
    ni una falange rígida, la mano,
    ni una brizna de paja, el santo suelo:

    tu gimnasia de jaula no es el vuelo,
    el sublime tramonto soberano,
    ni nunca podrá ser anhelo humano
    tu miserable personal anhelo.

    ¿Qué saben de lo eterno las esferas?
    ¿de las borrascas de la mar, las gotas?
    ¿de puñetazos, las falanges rotas?
    ¿de harina y pan, las pajas de las eras?...

    ¡Detén tus pasos Lógica, no quieras
    que se hagan pesimistas los idiotas!



    Griseta
    Tango
    1924
    Música: Enrique Delfino
    Letra: José González Castillo

    Mezcla rara de Museta y de Mimí
    con caricias de Rodolfo y de Schaunard,
    era la flor de París
    que un sueño de novela trajo al arrabal...
    Y en el loco divagar del cabaret,
    al arrullo de algún tango compadrón,
    alentaba una ilusión:
    soñaba con Des Grieux,
    quería ser Manon.

    Francesita,
    que trajiste, pizpireta,
    sentimental y coqueta
    la poesía del quartier,
    ¿quién diría
    que tu poema de griseta
    sólo una estrofa tendría:
    la silenciosa agonía
    de Margarita Gautier?

    Mas la fría sordidez del arrabal.
    agostando la pureza de su fe,
    sin hallar a su Duval,
    secó su corazón lo mismo que un muguet.
    Y una noche de champán y de cocó,
    al arrullo funeral de un bandoneón,
    pobrecita, se durmió,
    lo mismo que Mimí,
    lo mismo que Manon.



    Reír llorando
    Juan de Dios Peza (c. 1885)

    Viendo a Garrik* -actor de la Inglaterra-
    el pueblo al aplaudirlo le decía:
    "Eres el más gracioso de la tierra,
    y el más feliz..."

    Y el cómico reía.

    Víctima del spleen, los altos lores
    en sus noches más negras y pesadas,
    iban a ver al rey de los actores,
    y cambiaban su spleen en carcajadas.

    Una vez, ante un médico famoso
    llegóse un hombre de mirar sombrío:
    "Sufro -le dijo-, un mal tan espantoso
    como esta palidez del rostro mío".

    "Nada me causa encanto ni atractivo;
    no me importa mi nombre ni mi suerte.
    En un eterno spleen, muriendo vivo,
    y es mi única ilusión la de la muerte".

    -Viajad y os distraeréis.
    -¡Tanto he viajado!

    -Las lecturas buscad.
    -¡Tanto he leído!

    -Que os ame una mujer.
    -¡Si soy amado!

    -Un título adquirid.
    -¡Noble he nacido!

    -¿Pobre seréis quizá?
    -Tengo riquezas.

    -¿De lisonjas gustáis?
    -¡Tantas escucho...!

    -¿Qué tenéis de familia?
    -Mis tristezas.

    -¿Vais a los cementerios?
    -Mucho... mucho...

    -De vuestra vida actual ¿tenéis testigos?

    -Sí, mas no dejo que me impongan yugos;
    yo les llamo a los muertos mis amigos
    yo les llamo a los vivos, mis verdugos.

    -Me deja -agrega el médico- perplejo
    vuestro mal, y no debo acobardaros;
    tomad hoy por receta este consejo:
    "Sólo viendo a Garrik podréis curaros".

    -¿A Garrik?

    -Sí, a Garrik... La más remisa
    y austera sociedad le busca ansiosa;
    todo aquel que lo ve muere de risa,
    ¡tiene una gracia artística asombrosa!

    -¿Y a mí me hará reír?

    -¡Ah sí, os lo juro!;
    él sí, nada más él, mas... ¿qué os inquieta?

    -Así -dijo el enfermo-, no me curo:
    ¡yo soy Garrik!... cambiadme la receta.

    ¡Cuántos hay que cansados de la vida,
    enfermos de pesar, muertos de tedio,
    hacen reír como el actor suicida,
    sin encontrar para su mal remedio!

    ¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
    ¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
    porque en los seres que el dolor devora
    el alma llora, cuando el rostro ríe!

    Si se muere la fe, si huye la calma,
    si sólo abrojos nuestra planta pisa,
    lanza a la faz la tempestad del alma
    un relámpago triste: la sonrisa.

    El carnaval del mundo engaña tanto,
    que las vidas son breves mascaradas;
    aquí aprendemos a reír con llanto,
    y también a llorar con carcajadas.

    * David Garrick, Hereford, 1717-Londres, 1779


    Tornasolando el flanco...
    Enrique Banchs
    "La urna" (1911)

    Tornasolando el flanco a su sinuoso
    paso, va el tigre, suave como un verso,
    y la ferocidad pule cual terso
    topacio el ojo seco y vigoroso.
    Y despereza el músculo alevoso
    de los ijares, lánguido y perverso,
    y se recuesta lento en el disperso
    otoño de las hojas... el reposo.
    El reposo en la selva silenciosa,
    la testa chata entre las garras finas,
    y el ojo fijo, impávido custodio,
    espía, mientras bate con nerviosa
    cola el haz de las férulas vecinas
    en reprimido acecho... así es mi odio.

    Enrique Cadícamo / Por la vuelta

    Por la vuelta
    Tango
    1937
    Música: José Tinelli
    Letra: Enrique Cadícamo

    ¡Afuera es noche y llueve tanto!...
    Ven a mi lado, me dijiste,
    hoy tu palabra es como un manto...
    un manto grato de amistad...
    Tu copa es ésta, y la llenaste.
    Bebamos juntos, viejo amigo,
    dijiste mientras levantabas
    tu fina copa de champán...

    La historia vuelve a repetirse,
    mi muñequita dulce y rubia,
    el mismo amor... la misma lluvia...
    el mismo, el mismo loco afán...
    ¿Te acuerdas? Hace justo un año
    nos separamos sin un llanto...
    Ninguna escena, ningún daño...
    Simplemente fue un "Adiós"
    inteligente de los dos...

    Tu copa es ésta, y nuevamente
    los dos brindamos "por la vuelta".
    Tu boca roja y oferente
    bebió en el fino bacarát...
    Después, quizá mordiendo un llanto,
    quedate siempre, me dijiste...
    Afuera es noche y llueve tanto,
    ... y comenzaste a llorar...

    Rubén Darío, Sandro, Lugones / Amor sensual

    Foto: Rubén Darío


    Era un aire suave
    Rubén Darío
    "Prosas profanas" (1896)

    Era un aire suave, de pausados giros; 
    El hada Harmonía ritmaba sus vuelos; 
    É iban frases vagas y tenues suspiros 
    Entre los sollozos de los violoncelos. 

    Sobre la terraza, junto á los ramajes 
    Diríase un trémolo de liras eolias 
    Cuando acariciaban los sedosos trajes 
    Sobre el tallo erguidas las blancas magnolias. 

    La marquesa Eulalia risas y desvíos 
    Daba á un tiempo mismo para dos rivales, 
    El vizconde rubio de los desafíos 
    Y el abate joven de los madrigales. 

    Cerca, coronado con hojas de viña, 
    Reía en su máscara Término barbudo, 
    Y, como un efebo que fuese una niña, 
    Mostraba una Diana su mármol desnudo. 

    Y bajo un boscaje del amor palestra, 
    Sobre rico zócalo al modo de Jonia, 
    Con un candelabro prendido en la diestra 
    Volaba el Mercurio de Juan de Bolonia. 

    La orquesta perlaba sus mágicas notas, 
    Un coro de sones alados se oía; 
    Galantes pavanas, fugaces gavotas 
    Cantaban los dulces violines de Hungría. 

    Al oir las quejas de sus caballeros 
    Ríe, ríe, ríe, la divina Eulalia, 
    Pues son su tesoro las flechas de Eros, 
    El cinto de Cipria, la rueca de Onfalia. 

    ¡Ay de quien sus mieles y frases recoja! 
    ¡Ay de quien del canto de su amor se fíe! 
    Con sus ojos lindos y su boca roja, 
    La divina Eulalia, ríe, ríe, ríe. 

    Tiene azules ojos, es maligna y bella; 
    Cuando mira vierte viva luz extraña: 
    Se asoma á sus húmedas pupilas de estrella 
    El alma del rubio cristal de Champaña. 

    Es noche de fiesta, y el baile de trajes 
    Ostenta su gloria de triunfos mundanos. 
    La divina Eulalia, vestida de encajes, 
    Una flor destroza con sus tersas manos. 

    El teclado hamónico de su risa fina 
    Á la alegre música de un pájaro iguala, 
    Con los staccati de una bailarina 
    Y las locas fugas de una colegiala. 

    ¡Amoroso pájaro que trinos exhala 
    Bajo el ala á veces ocultando el pico; 
    Que desdenes rudos lanza bajo el ala, 
    Bajo el ala aleve del leve abanico! 

    Cuando á media noche sus notas arranque 
    Y en arpegios áureos gima Filomela, 
    Y el ebúrneo cisne, sobre el quieto estanque 
    Como blanca góndola imprima su estela, 

    La marquesa alegre llegará al boscaje, 
    Boscaje que cubre la amable glorieta 
    Donde han de estrecharla los brazos de un paje, 
    Que siendo su paje será su poeta. 

    Al compás de un canto de artista de Italia 
    Que en la brisa errante la orquesta deslíe, 
    Junto á los rivales la divina Eulalia, 
    La divina Eulalia, ríe, ríe, ríe. 

    ¿Fué acaso en el tiempo del rey Luis de Francia, 
    Sol con corte de astros, en campos de azur? 
    ¿Cuando los alcázares llenó de fragancia 
    La regia y pomposa rosa Pompadour? 

    ¿Fué cuando la bella su falda cogía 
    Con dedos de ninfa, bailando el minué, 
    Y de los compases el ritmo seguía 
    Sobre el tacón rojo, lindo y leve el pié? 

    ¿Ó cuando pastoras de floridos valles 
    Ornaban con cintas sus albos corderos, 
    Y oían, divinas Tirsis de Versalles, 
    Las declaraciones de sus caballeros? 

    ¿Fué en ese buen tiempo de duques pastores, 
    De amantes princesas y tiernos galanes, 
    Cuando entre sonrisas y perlas y flores 
    Iban las casacas de los chambelanes? 

    ¿Fué acaso en el Norte ó en el Mediodía? 
    Yo el tiempo y el día y el país ignoro, 
    Pero sé que Eulalia rie todavía, 
    ¡Y es cruel y eterna su risa de oro! 



    Ite, missa est
    Rubén Darío (ib.)

    Yo adoro á una sonámbula con alma de Eloísa,
    Virgen como la nieve y honda como la mar;
    Su espíritu es la hostia de mi amorosa misa
    Y alzo al són de una dulce lira crepuscular.

    Ojos de evocadora, gesto de profetisa,
    En ella hay la sagrada frecuencia del altar;
    Su risa es la sonrisa suave de Monna Lisa,
    Sus labios son los únicos labios para besar.

    Y he de besarla un día con rojo beso ardiente;
    Apoyada en mi brazo como convaleciente
    Me mirará asombrada con íntimo pavor;

    La enamorada esfinge quedará estupefacta,
    Apagaré la llama de la vestal intacta
    Y la faunesa antigua me rugirá de amor !



    Penumbras
    Sandro
    LP "La magia de Sandro" (1969)

    La noche se perdió en tu pelo
    la luna se aferró a tu piel
    y el mar se sintió celoso
    y quiso en tus ojos estar él también

    Tu boca, sensual, peligrosa
    tus manos, la dulzura son
    tu aliento, fatal fuego lento
    que quema mis ansias y mi corazón

    Ternuras que sin prisa apuras
    caricias que brinda el amor
    caprichos, muy despacio dichos
    entre la penumbra de un sol interior

    Te quiero, y ya nada importa
    la vida lo ha dictado así
    si quieres yo te doy el mundo
    pero no me pidas que no te ame así



    Delectación morosa
    Leopoldo Lugones
    "Los crepúsculos del jardín" (1905)

    La tarde, con ligera pincelada
    que iluminó la paz de nuestro asilo,
    apuntó en su matiz crisoberilo
    una sutil decoración morada.

    Surgió enorme la luna en la enramada;
    las hojas agravaban su sigilo,
    y una araña, en la punta de su hilo,
    tejía sobre el astro, hipnotizada.

    Poblose de murciélagos el combo
    cielo, a manera de chinesco biombo.
    Tus rodillas exangües sobre el plinto

    manifestaban la delicia inerte,
    y a nuestros pies un río de jacinto
    corría sin rumor hacia la muerte.

    miércoles, octubre 04, 2006

    Mermet

    "El poeta César Mermet se esmeró en ser invisible, en omitirse, en no figurar -escribe presuntamente Pedro Mairal--, e hizo de eso uno de los elementos fundamentales de su poética. Al morir en 1978, a los cincuenta y cuatro años, no había publicado un solo libro y, sin embargo, había dedicado su vida a escribir una de las obras más deslumbrantes de la poesía argentina."




    Nadador fugaz, pájaro negro
    El agua huye del cuerpo que la surca,
    se abre en canal melódico, concede
    caricia al nadador, de cuerpo entero,
    y en armónico olvido, repentina
    cierra su huella en tersa, virgen luz,
    cancela el suceder, concéntrico temblor disipa,
    expulsa la memoria del intruso, cicatriza
    impasible y celeste,
    en plácida, verde, dulce calma,
    otra vez víspera entera y ya por fin sin nadie.

    Grande es el peso de otra vida
    posada en la flexible rama blanca del cerezo.
    Cimbra dócil la florida firmeza,
    se curva, oscila, acepta, pero vuelve
    a su invicto nivel en bailarín temblor,
    y a la respiración libre y azul,
    por donde negro pájaro se aleja
    llevándose su sombra, su tenue demasía
    de huésped excesivo.

    César Mermet


    En una de sus cartas, Emily Dickinson dejó escrito que publicar no es parte esencial del destino de un poeta. Nunca sabremos si César Mermet conoció ese hoy escandaloso dictamen, pero su vida lo confirma. Prefería soñar, escribir y corregir eternos borradores. He conversado algunas veces con él; no me dijo que era poeta. Sé que era un curioso lector; su memoria estaba poblada de versos. Quizá pensara que publicar es resignarse a un texto definitivo. No diré que fue un gran poeta porque, en este caso, el epíteto disminuye al sustantivo. Diré algo más; diré que fue plenamente un poeta”.
    Jorge Luis Borges

    lunes, octubre 02, 2006

    fuíme por duros corredores


    17
    y anduve solo y no era la luz
    fuíme por duros corredores
    por los pasillos pesaroso
    y saquéme un papel azafrán
    con un saludo de tez granate
    “he aquí que llégueme a verte
    juancarlos estuvo en esta torre”
    y fuíme solo y no era la luz
    por los pasillos musitantes
    atrás dejé los corredores
    negros y más que hechos con cuervos
    quedóse el papel inclinado
    esperando tus ojos de mora
    y como un ciego fui con las manos
    interrogando a las paredes
    buscando la puerta brillante
    los tragaluces del castillo
    el aire que andaba en el mundo
    “juancarlos estuvo en este cuarzo”
    fuíme solo y no era la luz

    Juan Carlos Bustriazo (Santa Rosa, La Pampa, 1929), Unca bermeja (1973), 1984

    el poeta pampeano en http://www.laseleccionesafectivas.blogspot.com/


    domingo, octubre 01, 2006

    La genialidad de la Divina Comedia

    Borges no andaba con menudencias cuando se trataba de establecer un canon. Después de los Evangelios, para él estaba la Divina Comedia (Bioy Casares, en sus diarios sobre Borges). El prestigio de la Comedia está bien fundado. Pero la cuestión es qué le hace parecer a Borges y a muchos que es una de las obras más grandes. Esa o cualquiera. ¿La ambición es grande y está bien consumada? ¿El ingenio es mayor? ¿La imaginación es insuperable (Dante imaginó lo que suponemos nadie podría haber imaginado)? Si, por ejemplo, Dante y José Hernández nos provocan placer al leerlos, ¿por qué se considera más grande a Dante? ¿Porque en lugar del desierto narró una situación de ultratumba? La Comedia está llena de incongruencias y debilidades argumentales. No es la perfección lo que admiramos ahí. Dante se desmaya incesantemente en el infierno (también Fierro se desmaya, pero una sola vez); sale trepando con Virgilio por la pelambre de Satanás (Hollywood podría superar esta escena); casi todos los condenados pueden hablar lógicamente a pesar del suplicio que están sufriendo; la economía de los tercetos le obliga a soluciones forzadas e innecesarias; relata de modo complejo situaciones simples  (por ejemplo, decir que va en subida mediante la frase "el pie firme siempre estaba abajo") y sin embargo seguimos su relato fascinados. Borges, que no era indiferente a estas cosas, y las tuvo en cuenta, coloca la Comedia apenas por debajo de los Evangelios, textos cuya abundancia de milagros y situaciones sobrenaturales tampoco podían ser de su gusto, considerados como literatura. Cuando se pregunta por qué una obra literaria es genial, suele responderse una de estas tres cosas, o las tres o dos juntas: porque crea una estructura poderosa, porque hace avanzar el idioma por terrenos nuevos, porque revela al ser humano. Todas, apreciaciones que se basan en peticiones de principios: la de lo "poderoso", la del "avance", la de la humanidad revelada. Lo cierto es eso y algo más: consideramos geniales las obras convertidas en mitos. Y nadie sabe a qué necesidad responde un mito -las respuestas son del orden de las que damos a la pregunta sobre lo genial-.