lunes, febrero 28, 2022

Zheng Min / Verticales gavillas de arroz dorado




Verticales gavillas de arroz dorado
en los otoñales campos recién segados.
Pienso en muchas madres exhaustas,
al atardecer veo rostros arrugados a lo largo del camino.
El día de la cosecha una luna llena cuelga
sobre los imponentes árboles
y en el crepúsculo montañas distantes
se acercan a mi corazón.
Nada es más silencioso que esto, una estatua,
que carga sobre los hombros tanto cansancio –
baja la cabeza mientras piensas
en los arrozales que se extienden a lo lejos.
Silencio. Silencio. La historia no es más
que un pequeño riachuelo que corre bajo tus pies.
Y estás de pie encima de él,
convirtiéndote en un pensamiento de la humanidad.

Zheng Min (Minhou, China, 1920-Pekín, 2022), New Poetry from China 1916-1962,  Ming Di, ed., Black Square, Nueva York, 2020
Traducción del chino al inglés: Ming Di y Kerry Shawn Keys. Del inglés al castellano, Jonio González


Foto: Min News


GOLDEN RICE SHEAVES

Golden rice stands in sheaves
in the newly cut autumn field.
I think of many exhausted mothers,
I see rugged faces along the road at dusk.
On the day of harvest, a full moon hangs
atop the towering trees,
and in the twilight, distant mountains
approach my heart.
Nothing is more quiet than this, a statue,
shouldering so much weariness –
you lower your head in thought
in the autumn field that stretches afar.
Silence. Silence. History is nothing
but a small stream flowing under your feet.
And you stand over there,
becoming a thought of humanity.


***

金黄的稻束
金黄的稻束站在
割过的秋天的田里,
我想起无数个疲倦的母亲
黄昏的路上我看见那皱了的美丽的脸
收获日的满月在
高耸的树巅上
暮色里,远山是
围着我们的心边
没有一个雕像能比这更静默。
肩荷着那伟大的疲倦,你们
在这伸向远远的一片
秋天的田里低首沉思
静默。静默。历史也不过是
脚下一条流去的小河
而你们,站在那儿
将成了人类的一个思想。

domingo, febrero 27, 2022

Selva Casal / Había un bosque





Había un bosque dentro de un bosque
y yo estaba dentro de él
como una hoja más que caía sobre la hierba
iba tan verde y roja
tan distraída
me amaban los escarabajos
¿no tienes lugar dónde vivir?
no tengo
no pido nada
solamente resucitar un día
a qué puedo aferrarme
a qué puede aferrarse cualquiera
mientras ve desaparecer todo
amigos libros camas y retratos no soportaré más
su cabeza es un guijarro donde la lluvia aúlla
los hijos continúan los hombres continúan
este es el revés del mundo
acá puede encontrarse cualquier cosa
pero nunca un plan
nunca buenos días señores buenas tardes. 

Selva Casal (Montevideo, 1927-2020), Vivir es peligroso, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 2001; Obra reunida, Llantén, Buenos Aires, 2021
Envío de Jonio González


Foto: Lira

sábado, febrero 26, 2022

Mary Ruefle / La historia del carnicero



Cuando era chico
un joven de nuestro pueblo
estuvo perdido por tres días.
Mi padre, mi tío y yo
fuimos a buscarlo en una carreta
tirada por nuestro caballo Samuel.
Nos adentramos mucho en el pantano
donde encontramos tres árboles petrificados,
gigantes y gloriosos. De ellos
hacemos hermosos armarios,
brillantes como el cristal.

Mary Ruefle (Pensilvania, Estados Unidos, 1952), Mi felicidad. Poemas escogidos, Lecturas Ediciones, Santiago de Chile, 2021. Vía revista Ñ, 20 de noviembre de 2021
Versión de Sebastián Gómez Matus


Foto: Mary Ruefle, 2011  Matt Valentine/The Paris Review

viernes, febrero 25, 2022

Juan Toledo / Dos poemas




Lenguaraces 

Santo Tomás de Aquino: 8 millones de palabras
Aristóteles: un millón
Platón: medio millón
Sócrates: muchas
Wittgenstein: "De lo que no se puede hablar, es 
mejor callarse."
Mi madre: “Silencio, estoy viendo mi telenovela.”


Fama 

Tuvo el merecido pero
miserable honor
de ser el autor más
importante en un país
donde no se leía.

Analfabetismo:
veintitrés por ciento.
Analfabetismo literario:
setenta y tres por ciento
Tiraje de un nuevo libro
doscientos cincuenta ejemplares.
Valor promedio de un libro:
tres días y medio de salario mínimo.

Su reducido pero
ilustre público estaba
conformado por unos
contados estudiantes del
Liceo San Ignacio de Loyola,
las hijas gemelas
del embajador japonés,
el rector del Alma Mater,
el subjefe de los servicios
de inteligencia del Estado,
el ministro de agricultura
y el hijo bohemio del
embajador de su país
en París.

Así que sus libros
fueron más comentados
que leídos. Muchas páginas
y pasajes de los dos volúmenes
de su Obras Completas y el
subsecuente magnum opus
en verso
Memorias de un mudo
pasaron a ser contadas,
recontadas, cantadas
y tergiversadas en
no pocos casos
con nuevos personajes
y desenlaces nunca descritos.

Por eso el arzobispo,
quien tampoco lo había leído,
atinó perfectamente cuando
en la misa de requiem
en la catedral mayor, con
el féretro cubierto con
el pabellón nacional,
unas flores y tres libros
lo llamó: “Nuestro Homero”.

Juan Toledo (Bogotá, 1962), Voces equidistantes. Antología de poetas latinoamericanos en el Reino Unido, Ediciones Equidistancias, Londres-Buenos Aires, 2022
Selección y estudio de Enrique D. Zattara 


Juan Toledo es traductor, podcaster, editor y profesor. Nació en Bogotá, estudió química en la Universidad Nacional y luego literatura y filosofía en Birkbeck College, UCL, donde también completó una maestría en traducción y estudios hispánicos. Ha residido en la capital británica por más de seis lustros y por un poco más de dos décadas laboró como gestor cultural en la Arts Division del British Council del Reino Unido. Por tres años editó uno de los primeros periódicos en castellano del Reino Unido, Crónica Latina, y años más tarde fue director de una emisora de radio independiente en Brixton, en el sur de Londres. Publicó Ocurrencias y recurrencias (2020). Actualmente es editor y co-presentador de Artefacto y The Programme, dos podcasts de ZTR Radio, y editor de la revista cultural bilingüe y digital Perro Negro. (Nota del recopilador)

Foto: Gentileza de Ediciones Equidistancias

jueves, febrero 24, 2022

Eduardo Embry / Dos poemas




Antes de que [tú] encendieras la TV 

Estoy pensando - en la peligrosa etapa crítica que 
está viviendo Europa - los escritos de Malaparte 
relacionados con la crisis que provocó la Primera 
Guerra Mundial y su continuación en la Segunda, 
con tantos signos de crueldad y miseria que se están 
extendiendo por el mundo - leyendo, digo, a ese 
"raro" escritor italiano, republicano, fascista, seguidor 
de Musolini y de Hitler, que terminara convertido al 
comunismo pekinista - conocedor de aquel mundo -
parece haber advertido "cuidado" británicos, hay que 
reforzar la idea comunitaria - que es la única forma 
de parar gobiernos autoritarios que han centrado su 
actuación en el odio al extranjero, en la guerra y en 
el saqueo de los caudales nacionales. En esto estaba 
pensando antes de que el noticiario de la TV 
comenzara a transmitir una versión distinta
de lo que había pasado en la guerra.


¿Qué es la dialéctica? 

De tanto oír esa palabra,
siguiendo el consejo de un sabio chino,
salí a la calle para hacer una encuesta
con una sola pregunta:
¿qué entiende usted por dialéctica?

algunos se encogían de hombros
para decir delicadamente, no lo sé
otros de modo directo como un puñetazo,
dijeron “¡ándate al diablo!”;
pero la respuesta que más me satisfizo,
fue la que dio Penélope:
¿qué entiende usted por dialéctica?
“es una forma de pensar como un espiral
en que las palabras simples se alargan
y las más complicadas se vuelven
más tiernas que un gato."

Eduardo Embry (Valparaíso, Chile, 1938), Voces equidistantes. Antología de poetas latinoamericanos en el Reino Unido, Ediciones Equidistancias, Londres-Buenos Aires, 2022
Selección y estudio de Enrique D. Zattara


miércoles, febrero 23, 2022

Daniel Samoilovich / Héroes y naciones cartoneras




Mira bien, Marforio, allí lo tienes.
Aquiles exhausto, mas vigilante, y a su lado, 
en el cordón, cansados, taciturnos, 
Hi Chi Minh, Mao y Lao Tsé, sin que siquiera
una cerveza los anime. Exhalan apenas
al azar, una que otra palabra,
palabras que desde aquí no llegamos
a percibir, y que, probablemente,
tampoco ellos escuchan, apagadas
que quedan por el aire turbio, húmedo. 
Mira, mira bien en la niebla
se distinguen los rostros de los héroes:
Agamenón con una bolsa negra
erizada de vidrios, Héctor
con sus envases de plástico aplastados, Casandra, 
que fue princesa entre los treucos, ahora
especialista en todo género de latas,
excepto de aceite, a esas
no las quiere nadie. Aquel otro
que ahí ves con un carrito de supermercado
rajando con su espada unas bolsas verdes, ese
es Hernán Cortés, Marqués del Valle de México;
ese otro que trae en el volquete
tres coronas de plata en campo azul, ese
no es otro que el gran Stalin, también llamado
"Acero" o bien "Martillo", que tanta
gloria hallara en los saqueos de diciembre; el otro,
el de los miembros giganteos
que está a su derecha mano, con un buzo negro
ornado de tres rayas en las mangas,
excelente falsificación de los buzos Adidas de Hong Kong
realizada también en Hong Kong, ese
es el nunca medroso Menelao,
ayer nomás el rey entre los griegos.
Vuelve, Marforio, los ojos a estotra parte
y verás una entera familia de gentes
nacidas en el Chaco, tan blancas como crueles, 
descendientes de los salvajes germanos
que se untan el pelo con manteca rancia.
Mira, los hay de todas las naciones:
esos que juntan hierro, cual tácito
homenaje a su sangre goda; númidas de Chile,
dudosos en sus promesas; obsequiosos
paraguayos, de modales jesuíticos y preferencia
por las pequeñas monedas extraviadas
y aun talento para lograr que se extravíen;
colombianos cordiales.
Esos de allí, los de cetrina frente
y cejas prontas al enojo y a la venganza,
llevan itálicos nombres y fueron
soldados marsios, de los más valientes
y mejores ciudadanos de Roma, esclavos luego
del invasor ostrogodo, más tarde míseros
campesinos calabreses, migrantes a América,
exitosos pequeños industriales, con hijos dentistas,
¡y aquí los tienes ahora, buscando dentaduras
postizas en medio de la basura!.
Esotros, taciturnos y taimados,
fueron súbditos no del todo leales
de los Incas del Cuzco, cada tanto levantaron
un eléctrico pucará en las fronteras
igual que ahora alzan pircas de cartón,
aunque éstas más endebles, negociables.
¡Y mira allí, aquellos
fueron gitanos, hunos afincados en Europa,
y tal vez aún lo sean, solo que ahora
han perdido sus rasgos específicos
desde que todos gitanean! ¡Mil años
de historia perderse en un instante, por culpa
de una súbita generalización
de las propias mañanas y costumbres!
¿Y aquellos dos que sobre una frágil litera
traen a cuestas un inodoro patizambo?
¡Has de creer que esos fieros hermanos
son los propios Dioscuros, Cástor y Pólux,
y al menos uno de ellos compartió el huevo
del que nació la blanca Elena!
Mas no cedas, Marforio,
a la tentación de llorar su suerte.
Fue voluntad divina que Troya palmara
trayendo igual desgracia a sitiadores y sitiados
tanto que ahora no sabemos quién era quién
y allí está lo que queda: baterías, maderas, trapos,
una estrella de mar con sus cinco tentáculos intactos
que tardamos algo en identificar
como la pata de una silla de oficina
preparada para desplazarse en los cinco sentidos
que las oficinas suelen tener, pero ahora
detenida para siempre, para siempre apartada del asiento
que soportaba, negra y hosca ahora, inútiles
ahora sus ruedas y sin embargo
orgullosa, armada; mira, mira, miríadas Marforio,
de restos del bing bang hasta que la vista alcanza:
restos de loza y vidrio, sebo de velas, 
gafas con mero un cristal, restos
de gabanes, jubones, guanteletes, 
puchos que a veces y por milagro arden, 
pedazos de una tabla de esquí acuático
mordida por los tiburones, partida por un tsunami,
jirones de un planeta con tan hondas preocupaciones,
tapitas de botella, anillos de latas,
y sobre todo
el príncipe de los derechos hogareños,
comerciales e industriales: el papel.

                                                        de El carrito de Eneas, 2003

Daniel Samoilovich (Buenos Aires, 1949), "Diez poemas de la década de 2000, seleccionados por Mirta Rosenberg", Otro río que pasa. Un siglo de poesía argentina contemporánea,* Bajo la Luna, Buenos Aires, 2010

* Son 100 poemas que eligieron 10 poetas, cada uno de los cuales debió circunscribir su elección a los publicados en una década, comenzando por la de 1910. La edición estuvo coordinada por Jorge Fondebrider, autor también del prólogo de la obra (N. del Ad.)


Foto: Daniel Samoilovich en la Feria del Libro de Buenos Aires, 2015 Antonio Nava/Secretaría de Cultura de la Nación/Wikimedia Commons

martes, febrero 22, 2022

Gustavo Álvarez Núñez / De "El sillón y la cama"



El sillón

III

El mundo,
en su vastedad,
luce pequeño
desde aquí

Sin embargo, el sillón
no sabe mucho de esto

Su misión es más pueril
y además ardua:
reestablecer las relaciones
entre ese mundo y yo.


Ligera y discreta

El temporal de anoche
ha cambiado
el aire que respiramos;
es más, ha logrado
que emerja ese garbo
que hace la vida más ligera y discreta

Como un río que fluye al costado
de nuestros pasos con la ligereza y
la discreción de la vida

El éxodo del calor, en las tertulias,
se prodiga como si se tratase
de la manzana de Newton.


Despreocupación

Las nubes
salen a pasear
por la noche otoñal

Han descansado
varios días
y blanquean
abiertamente
su despreocupación

Similar actitud
han contraído
las gatas
de la casa.


Orquestar

Por las rendijas
de la persiana
se filtran
varias advertencias:
desde la sirena del patrullero
hasta el pétreo clima invernal

Podría
cerrar la ventana
y gozar
del calor hogareño,
aunque algo
que no se explica
apuntala
la deriva de las palabras

Tal vez
sea la confirmación
de que hoy tenía
que estar aquí sentado,
escuchando
el salmo espectral
que sólo la noche
puede orquestar.

Gustavo Álvarez Núñez (provincia de Buenos Aires, 1968)

El sillón y la cama
,
Caleta Olivia, 
Buenos Aires, 2021










Foto: Télam

lunes, febrero 21, 2022

Marcelo Ajubita / Una casa sin niños



Una casa sin niños
no es una casa
apenas un paradero
donde vanidad y egoísmo
se atrincheran dentro
de un nauseabundo silencio 
¿quién meará tras el manzano
o correrá gallinas
hasta infartarlas?
Home sweet hole
pegando mocos bajo el sofá
el yerno de Satán merodea
al calor de las noches árticas
colas de zorro enredadas
en los cordones
una casa sin niños
un hospital sin pacientes
donde toda explicación
es menos que un rebuzno
cocina de desechos
y una religión inventada
Los sacrílegos     los blasfemos
ya hicieron el trabajo sucio
y los malvados coronados con ortigas
caminan ciegos hacia la línea de fuego
porque no hay luces cegadoras
sólo luces que se apagan
o se queman en su propia energía
empiojados sin asco
¿hay algo más estúpido que morir
en un cementerio?
El infierno de Kora
mi querido doctor es
deslumbrador
pero este viene
inmundo y vergonzante
baleados por nuestro protector
casi sin dormir    entre ratas
enfermas de lujuriosa vanidad
han empujado a los niños
a manejar armas para un negocio ajeno
mientras aplastan sus casas
con topadoras bancarias

una casa sin niños
no es una casa
Y la tontería de hablar de
abismos    vacíos    precipicios
de un oficio peligroso
cuando es un puro invento
no es más que el sermón político
de un Reverendo
hijo de puta.

[inédito]

Marcelo Ajubita (Venado Tuerto, Argentina, 1958)

domingo, febrero 20, 2022

Alberto Girri / Gatos




Hoy, domingo,
deponen su ferocidad,
su mando
de orejas erguidas,
su arcaica brujería,
y optan por echarse
a inspeccionar nuestro descanso,
la labor de clasificación,
rotulado, encasillamiento,
de nuestras pequeñas construcciones,
y acaso el displicente ronroneo
es un perdón,
un acorde
de la música del instinto.

A media tarde
dejamos de interesarles,
enmudecen,
y con envidiable solidaridad
corren hacia sus iguales,
la abeja que revolotea en el jardín,
la hoja cayendo en espiral
sin sentido aparente:
velos rojizos
y dorados lustres vegetales
cuelgan de sus zarpas.

Estirados en el sillón,
mirando esos enigmáticos juegos,
nuestras sensaciones se aclaran,
se hacen más claras 
que los dictados del cerebro.
No, no los llamaremos,
la interrupción les disgustaría.

Alberto Girri (Buenos Aires, 1919-1991), "La condición necesaria", 1960, Obra poética I, Corregidor, Buenos Aires, 1977; "Antología mínima", Diario de Poesía, n° 18, otoño 1991

---
Foto: UNAB

sábado, febrero 19, 2022

Mario Arteca / De "Tres impresiones"




TOM PHILLIPS por Parker Tyler
(cinco grabados de tapitas)

I. 65 x 75 cm.

Sólo veo la calle y el riesgoso oficio de los vecinos tomando por loco a cada nuevo integrante, pisando esas tapitas, loco otra vez, maleable al tiempo.

Las tapas de los stopcocks 
(válvulas de cañería) vistas
en las aceras, durante una visita
a la Thames Water Authority. 
Pude conocer el nombre exacto 
de esos objetos, cuya fisonomía 
no ha cambiado un ápice incluso 
desde sus dibujos originales; 
según Phillips pocos objetos 
experimentaron -en cincuenta años- 
modificaciones. Un texto impreso 
en rojo sobre una de estas tapas 
explican las alianzas que provocaron 
el calce del hierro en esos ornamentos 
de la calle. Tienen formato de calavera 
y tras el tiempo y la erosión parecen 
evocar máscaras, memento mori, 
íconos de la mortalidad, huellas 
materiales de su génesis. Hechas 
en mayo de 1976 –durante tres meses–
las fotografías tuvieron que ampliarse 
y fijar sobre una lámina los brokuros, 
volver a fotografiarla separando líneas 
y tonos. Bernard Cook –serígrafo– 
hizo tramas con los accidentes 
para darle recursos a la duración. 

14 de junio de 1976 

II. 60 x 80 cm.

A pesar de lo incomprensible, alcanza con ponerle el ojo y cerrar de un picotazo la boca.

El segundo es la copia 
de un famoso linóleo 
–dicen– encontrado 
en el camino. Hay 
requechos de un texto 
en el que se intenta 
comunicar un placer 
en el hallazgo. 

7 de mayo de 1976 

III. 65 x 75 cm.

Dos cajas de fósforos de los países detrás del telón de hierro, en constantes fases de decoloración, espléndido púrpura, azul intenso revestido en el interior de esas cajas, algo más dicen de nos. 

Por lo general, estos 
objetos de deshecho 
acaban descomponiéndose
bajo la lluvia. Pero 
ese verano de sequía 
del 76, permanecieron 
soberbias en las calles 
de Peckham, y ahora brillan 
más firmes que apéndice 
de debutante. 

9 de julio de 1976 
 
IV. 70 x 65 cm.

Elementos dispersos en tamaño natural, haciendo que se enarquen las cejas de los visitantes una vez topado con ellos, y asimismo daban la impresión de conformar el reverso de un naipe. Y de nuevo, todo a escala, eludiendo con mucho el plastificado.

El cuarto grabado, un homenaje
a Owen Jones, autor de The Grammar 
of Ornament, es un compendio de trazos
y bibliofilia. Phillips reunió diversos
trozos de papeles pintados, que 
limpiaban la vista de las calles ese verano. 
Se procuró tratarlos con el mismo 
cuidado que si hubiesen sido envoltorios
de caramelos de Babilonia o de Troya.

21 de mayo de 1976 

V. 65 x 75 cm.

Y una leyenda: “we are the bower boys dave and fred”, en impecable cursiva mayúscula, rodeando la tela y en ella la penumbra que adereza a sus anchas cada divisoria de una superficie.  

El último: imágenes de rabia 
y violencia en miniatura.
Paquetes de cigarrillos como 
si de ellos se esperase sólo
miedo y angustia telefónica.
Y un extraño parecido al mapa
de Australia conformaba esa 
rareza de núcleos inclusive 
aspirados por la secuencia 
de una paleta fuera de borda. 

La metáfora no cuenta 
para nada; chapas cuya
ondulación fuesen el terror 
de los talleres de Liverpool 
y en sí mismas enmascaren
un vandalismo ad hoc. 
Son existencias perforadas 
que canjean la palabra  
por el dominio público.

1 de junio de 1976 


ROBERTO AIZENBERG, por Manuel Mujica Láinez
Hipnosis bíblica

Lo que nos muestra aquí es tan suyo 
aunque en atmósfera sacra

Rarísima claridad que una vez 
fuese percibida en Galería Wilensky
y bajo la tutela de un semidios 
ya tratado como par (Ernst).
Era fines de los 50. 
Y cómo describir su trabajo.

Sin contacto con los ismos, Aizenberg
tienta con sus telas el alimento del ojo 
hace poco tiempo decano, 
pero lejos ahora de la fuerza del mayeuta.

Hay con su obra un fuerte sedimento racial.
Y juro no distinguir en qué registro 
poner esas alhajas, collages y cielos puros 
de este maquillado hijo de Planas.

En la colección privada del ACA:
30 mil millones de días
Oleo. 0,398 x 0,45 m. 1962.

Y recordando con Gide, a simple vista, 
que “cualquier ortografía es aleatoria, 
si el impulso rebasa la atención.” 

Mario Arteca (La Plata, Argentina, 1960), Tres impresiones, Añosluz Editora, Buenos Aires, 2017


viernes, febrero 18, 2022

Margaret Randall / Costo estimado




Una cresta plisada de nubes cubre mis montañas esta mañana:
entre el abrazo y lo agorero, revela la decepción
lo normal en estos tiempos.

Un científico joven y optimista propone instalar un ventilador gigante
que sople el aire helado del Polo Norte
y haga que el casquete polar vuelva a engrosarse,

evitando que una crecida de los mares se trague los países chicos
y la necesidad de aquellos cuyos ventiladores se tejen
de palma cruda y sueños comunes y corrientes.

Quinientos mil millones es el costo estimado de algo
que pude funcionar o no, y ya sabemos
lo que quiere decir estimado.

Podríamos decidir bajar la temperatura de la tierra
disminuyendo el consumo de combustibles fósiles,
pero eso reduciría las ganancias
y entonces, ¿cómo vamos a pagar el ventilador? Dicen que
el problema de los poetas es que no alcanzamos a entender
lo complejo que es todo,
ocupados como estamos en contemplar un manto inesperado de nubes
y atando cabos
a la luz diáfana de la mañana.

Margaret Randall (Ciudad de Nueva York, Estados Unidos, 1936), "Contando para atrás hasta la tierra", Contra la atrocidad, Aguacero Editores, Buenos Aires, 2019
Traducción de Sandra Toro


Foto: LatFem

jueves, febrero 17, 2022

Paulina Vinderman / De "Adelaida"



22

Me quedaré junto al tamarindo
hasta que se ponga el sol.
El árbol me dará las palabras, eso si
los pájaros no lo confunden con sus voces azules.
Azules como los hematomas de este silencio desatado.
Cuando cierro los ojos sueño que
es invierno y las estrellas fosforecen de frío
como espejos.


27

La tarde se une a mi cansancio.
En Adelaida está hecha de seda. 
Espera la noche como si fuera una caja
de memoria, un vislumbre de cielos
o de patios.
El tamarindo se reclina obediente a mi fábula.
Diosa fragilidad, debo cantarle.
Aquí, donde islote y pluma son la misma cosa.
Un museo de nubes que mis ojos fotografían
como hogueras.

La muerte se hamaca en la plaza, muy cerca,
donde empieza mi orilla.


41

Esta tierra no es la tierra de mis muertos.
¿Me conmovió acaso su nombre de ciudad australiana?
¿Su pequeñez que parece vulnerable?
El recuerdo de guerras, su alma desahuciada
como parte de la mía.
No hay tambores de entendimiento
ni diálogos de filosofía.

Si muero antes de regresar, no me repatrien,
que mis huesitos se empapen de esta tierra hosca y dulce.
Todo está quieto y duerme en el corazón del fruto.


42

Dije (dijo Blanca Varela), hay un árbol talado en esta historia.
Hubo 30.000 más en mi bosque país.
Quedó un claro con pequeñas margaritas
de dolor tapizándolo todo.
Imaginé para él un girasol, se dobló en reverencia.
Imaginé una violeta, se murió de belleza,
Intenté contarlo y hablé de frasquitos
color caramelo, no de pájaros helados
ni de los inmensos lavaderos del sueño.
Estoy cerca, amor oscuro, 
y duermo en las letras de mi bosque
apagando los fósforos con los dedos.

Paulina Vinderman (Buenos Aires, 1944)

Adelaida
,
Aguacero Ediciones,
Buenos Aires, 2020










miércoles, febrero 16, 2022

Ana María Reyes Barrios / De "Sombras de la sal"



El aparecido

Imagino que caes despacio después de dormir
que el agua te traga salvaje
que la máquina empieza a deshacerse luego de la travesía
que hay una galaxia sin fin entre tus labios
y que en esa galaxia viven sólo los que saben 
mirar al vacío
los que han olvidado como escribir
como nombrar la tierra
los que se han convertido en habitantes de los árboles
los que saben mecerse entre sus hojas
los que han aprendido a tragar hormigas
a tragar tierra

tierra mojada

(atrapada después de la lluvia 

             entre los gestos de la montaña)


Mecánico

Volátil y permanente 
como raza blanda 
permeable
escéptica pero nunca veloz
le gusta sólo andar de viaje
nunca regresar
perderse en otras galaxias 
o dinastías 
a la luz del sol

Que el éxtasis sea infección
que el tiempo funcione 
como la marea sobrevive
             a los espacios mirados

Sus formas
alteran todo territorio

Es un mar que ha vuelto a ser extraño

Ana María Reyes Barrios (Caracas, 1983)

Sombras de la sal
,
Equidistancias,
Londres-Buenos Aires, 2021










Noticia
Ana María Reyes Barrios (Caracas, Venezuela) nació en los años 80, hija de cineastas y luchadores sociales, y creció entre libros, latas de películas viejas y canciones combativas que desde muy pequeña la llevaron a entender que la poesía era su manera de relacionarse con el mundo. Estudió artes y cine documental y muy pronto se convirtió en nómada viajando por numerosas geografías y residiendo en diversas ciudades en el mundo. Desde entonces colecciona historias y cuentos que escribe en forma de narrativa y de poesía. Practica la escritura y la creación como rituales anárquicos que la mantienen viva y que la acercan a los demás. Actualmente vive y trabaja en Londres, Reino Unido. Sombras de la sal es el primer libro que publica, aunque no el único que ha escrito. (Prólogo del editor)

Foto: Gentileza de la autora

martes, febrero 15, 2022

Lili Novy / Puerta oscura




Oscura es la puerta de nuestra casa,
el alto vestíbulo en penumbra está.
En ella del sol los dorados rayos
jamás se han vertido ni se verterán.
La luna, tímida testigo,
su interior no mira cuando platea el frente.
Sólo la penumbra, bailarina leve
flota misteriosa en las piedras del suelo.

Y sobre el portal de afuera,
un hombre pétreo a sus hombros carga,
como si esparciera la belleza misma
delicado el balcón y de hierro las flores.
Su índice derecho está en los labios
hace un siglo y medio que se apoya ahí.
Aquí las preguntas no están permitidas,
destinos hay muchos, sobre muchos calla…

En los aposentos llenos de antiguallas,
sólo estamos llenos de densos destinos,
hechizados somos, con pasión, y enfermos
oímos los llamados incesantes: ¡Salgan…!
Y ya ansiamos todos abrazar distancia,
el viento nos tienta como un rico extraño,
pero no encontramos los caminos ciertos,
si nos preparamos a buscar fortuna.
Como si flotaran sombras tras nosotros
desde las columnas del viejo vestíbulo,
como si nos rodeara las manos en reposo
algo del sueño y así nos despertara
como si siempre viéramos ante nosotros
la campana en lo alto del llamador,
y nos llevara como en bello olvido,
la ciudad afuera, la nostalgia adentro.
Para otros canturrean campanas a la luz,
bajo arcos sombríos la nuestra nos llama,
a ellos los levantan nuevos días en el este,
las nuestras se apagan suaves hacia el oeste…

¿Qué has creado, maestro barroco,
que no conozco tu nombre ni destino?
Tus estremecimientos resuenan con los míos,
aunque eres desde siempre, entre los mudos, mudo.
Tu plan clandestino, oscuro, hechicero,
condensó la vida en una sola imagen,
la sensación fugaz y pasajera busca
encontrar la imagen tranquila y final.
Oscura bajo el hombre silente es la puerta,
el reflejo acaricia las flores del balcón,
los rayos nocturnos, los matinales, dorados
desde el más allá derraman su sonrisa.

Elizabeta Haumeder, Lili Novy (Graz, Austria, 1885-Liubliana, 1958), "Excentricidad y desprejuicio", Op. Cit., abril 12, 2021
Versión de Florencia Ferre


lunes, febrero 14, 2022

Stephen Crane / Cuatro poemas





Caminaba yo por un desierto.
Y grité,
"¡Ah, Dios, sácame de este lugar!"
Una voz dijo: "No es un desierto".
Grité: "De acuerdo, pero
la arena, el calor, el horizonte vacío".
Una voz dijo: "No es un desierto".

*

Me encontraba en medio de la oscuridad;
no podía ver mis palabras
ni lo que mi corazón deseaba.
Entonces, de pronto, se hizo una intensa luz

"Déjame entrar de nuevo en la oscuridad."

*

Si existe un testigo de mi insignificante vida,
de mis pequeñas angustias y dificultades,
lo que ve es un tonto;
y no está bien que los dioses amenacen a los tontos.

*

El viajero
fue presa del estupor
al observar el camino hacia la verdad.
Estaba densamente cubierto de malas hierbas.
"Ah", dijo,
"veo que nadie ha pasado por aquí
en mucho tiempo".
Más tarde vio que cada hierbajo
era un cuchillo.
"Bien", murmuró por fin,
"sin duda existen otros caminos".

Stephen Crane (Newark, Nueva Jersey, Estados Unidos, 1871 - Badenweiler, Alemania, 1900), Prose and Poetry, The Library of America, Nueva York, 1984
Versiones de Jonio González.


Foto: Stephen Crane, corresponsal de guerra en Grecia, 1897 (detalle) Revista de Letras/Syracuse University



I walked in a desert.
And I cried,
"Ah, God, take me from this place!"
A voice said, "It is no desert."
I cried, "Well, but
"The sand, the heat, the vacant horizon."
A voice said, "It is no desert."

***

I was in the darkness;
I could not see my words
Nor the wishes of my heart.
Then suddenly there was a great light

"Let me into the darkness again."

***

If there is a witness to my little life,
To my tiny throes and struggles,
He sees a fool;
And it is not fine for gods to menace fools.

***

The wayfarer,
Perceiving the pathway to truth,
Was struck with astonishment.
It was thickly grown with weeds.
“Ha,” he said,
“I see that none has passed here
In a long time.”
Later he saw that each weed
Was a singular knife.
“Well,” he mumbled at last,
“Doubtless there are other roads.”

domingo, febrero 13, 2022

Elena Annibali / De "La casa de la niebla"



II

plantamos un árbol en la casa de la niebla
se doraban al sol los girasoles
moría otro día
otra noche
el árbol creció, arraigó
en la penumbra
modelaba con hueso su estatura
cada pájaro que probó los frutos
caía en somnolencia
en ausencia de vida
en la radical ceguera de los muertos

Elena Anníbali (Oncativo, Argentina, 1978), La casa de la niebla, Ediciones del Dock, 2015

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Foto: Elena Annibali/Facebook

sábado, febrero 12, 2022

Paula Jiménez España / La Emperatriz




Yo soy la tierra
las líneas repetidas del segundo hexagrama 
la redondez compacta, el círculo de hormigas
el reptar de lombrices apretadas circundando mi ombligo.
Lo excipiente abona mis entrañas,
el resto del amor, lo que secreta el goce cuando llega a su fin
y el corazón se vuelve a su propio destino solitario.
Nada me saca el don de concebir y si estoy seca 
voy a crear el llanto
nutrido de las sales del océano, las lágrimas: mis hijas.
Nada hay detrás de mí, pero al futuro
le antepongo un escudo que defiende con hierro a la iniciada.
Capaz de rapiñar, declarar guerras, matar para cuidarla
o proteger esta matriz que crece 
debajo de mi vestido azul, como la noche. Esta matriz
que es molde 
de la especie, de la raza imponiéndose a la raza.
Adentro mío, dios
hierve como una bruja en una olla, porque yo soy la tierra
y estoy para quemar su frío, el nombre hueco
la madera hecha cruz, el poder de su cielo disgregado. 
Soy la concentración.
Estoy para que adentro 
de mí se originen volcanes, la erupción insensata. 
Y soy mi propia rajadura, por donde caigo
hermafrodita y llena, para gestarme.
Es mi poder de magma: el invencible.
Yo engendro los berridos y la materia que se multiplica 
porque soy primavera
la exultante de todo florecer
y me opongo al vacío, a su árbol despojado
y al desierto. 
Si la esterilidad gana esta guerra
si gana esa semilla híbrida, el no espacio,
lo que sigue es retorno. En mi vientre
albergo lo que sea, lo que quede, para otra vez crear 
un movimiento de gusanos milenarios ovando entre los huesos
el aserrín de las generaciones, el olor hediondo de lo inmenso
convertido en pasado y desazón. 
Yo soy la tierra y soy 
los ojos ciegos húmedos
los ojos apretados contra el suelo, la puja
del cuerpo acuclillado a la orilla del río. 
Miren los peces
salir de entre mis piernas, nadar 
bajo el agua cristalina y rozarse uno al otro
para reproducir solo un destino, un futuro de espejos
que estallarían si 
otra vez un Big Bang, pero inverso y centrifugo, 
me tragara de pronto, atropellada 
por sus siete jinetes de ceniza. 
No lo dudo: después, suave como una brisa 
volvería a ser brote de jarilla en la arena
micromundo escondido, la proteína 
que alimenta a las raíces invisibles. 
No se queden tranquilos.
Sientan mi aliento verde abriéndose al oxígeno, 
tiene la fuerza total de las catástrofes.

Paula Jiménez España (Buenos Aires, 1969)

La suerte,
Caleta Olivia,
Buenos Aires, 2021