Hay lobos en el cuarto de al lado aguardando
con las cabezas bajas, al acecho, respirando
la nada en la oscuridad; entre ellos y yo,
una blanca puerta manchada por la luz del vestíbulo.
No parece -tan tranquila está la casa-
que hombre alguno haya caminado desde la entrada a la escalera.
Todo fue hecho para siempre. Las bestias rasguñan el piso.
Yo venía rumiando sobre ángeles y archimalvados...
pero nunca un hombre estuvo sentado junto a un cuarto
atestado de lobos, y, en honor del hombre, afirmo
que yo tampoco había estado. Hoy, mientras
buscaba la estrella de la tarde en la ventana fría
y echaba un silbido cuando Arturo derramaba su luz,
oí que los lobos peleaban y dije: De modo que esto
es el hombre; de modo que -¿hay una mejor conclusión?-
el día no seguirá a la noche, y el corazón
del hombre tiene poca dignidad pero menos paciencia
que el de un lobo y una percepción tan débil que no puede
oler su propia mortalidad. (Esta y otras
meditaciones serán adecuadas en otro momento,
después de que un silencio de perro aúlle su epitafio).
Ahora recuerda el coraje, ve hacia la puerta:
ábrela y mira si, enroscada sobre la cama
o replegada contra la pared, una bestia salvaje,
quizá de pelo dorado, de profundos ojos,
como una barbuda araña en un piso soleado,
te gruñe - y el hombre nunca puede estar solo.
Allen Tate (Winchester, 1899-Nashville, 1979). Poetry, Vol. XXXIX Nº II, Chicago, noviembre de 1931
Versión de J. Aulicino, J. Salvetti
The wolves
There are wolves in the next room waiting / With heads bent low, thrust out, breathing / At nothing in the dark; between them and me / A white door patched with light from the hall / Where it seems never (so still is the house) / A man has walked from the front door to the stair. /It has all been forever. Beasts claw the floor. / I have brooded on angels and archfiends /But no man has ever sat where the next room's /Crowded with wolves, and for the honor of man / I affirm that never have I before. Now while / I have looked for the evening star at a cold window /And whistled when Arcturus spilt his light, /I've heard the wolves scuffle, and said: So this / Is man; so--what better conclusion is there-- / The day will not follow night, and the heart / Of man has a little dignity, but less patience / Than a wolf's, and a duller sense that cannot / Smell its own mortality. (This and other / Meditations will be suited to other times / After dog silence howls his epitaph.) / Now remember courage, go to the door, / Open it and see whether coiled on the bed / Or cringing by the wall, a savage beast / Maybe with golden hair, with deep eyes / Like a bearded spider on a sunlit floor / Will snarl--and man can never be alone.
Foto: Allen Tate, 1952, Hans Namuth/Smithsonian Institution/National Portrait Gallery
«Think about it at will: there is that /Which is the commentary; there's that other, /Which may be called the immaculate/ Conception of its essence in itself. /It is necessary to distinguish the weights/ Of the two methods lest the first smother/ The second, the second be speechless (without the first). /I was saying this more briefly the other day/But one must be explicit as well as brief»the meaning of life, a monologue.
ResponderBorrartate no creía en la 'teoría genética' del poema. estaba convencido de que éste no debía ser situado en una posición previa o externa a sí mismo sino que la interpretación debía surgir de la propia lectura.