Antonio González
Yo soy Antonio González, fiscal.
Certifico el precio justo de los alimentos
y clausuro una venta de licores o un abasto
cuando van más allá de lo tolerable
en el precio de las cosas.
A los cuarenta años
perdí un oído y el equilibrio.
Estuve cerca del suicidio
porque el silencio de un oído roto
es más insoportable que el de los páramos.
Para dar pasos sin caerme empuñé un bastón
y sin embargo hubo calles que no logré cruzar.
Harto, un jueves por la tarde,
le dije a Ramón García:
"toma mi bastón,
ya no lo necesito".
Y hasta hoy, a mis setenta años,
no he perdido el equilibrio.
Yo soy Antonio González,
me repito,
y no sé muy bien si es cierto
porque ya no soy fiscal
ni oigo el ruido de los páramos.
Rafael Arraiz Lucca (Caracas, 1959), Norte y sur de la poesía iberoamericana, Verbum, Madrid, 1997.
Foto: Alfa Grupo Editorial
Yo soy Antonio González, fiscal.
Certifico el precio justo de los alimentos
y clausuro una venta de licores o un abasto
cuando van más allá de lo tolerable
en el precio de las cosas.
A los cuarenta años
perdí un oído y el equilibrio.
Estuve cerca del suicidio
porque el silencio de un oído roto
es más insoportable que el de los páramos.
Para dar pasos sin caerme empuñé un bastón
y sin embargo hubo calles que no logré cruzar.
Harto, un jueves por la tarde,
le dije a Ramón García:
"toma mi bastón,
ya no lo necesito".
Y hasta hoy, a mis setenta años,
no he perdido el equilibrio.
Yo soy Antonio González,
me repito,
y no sé muy bien si es cierto
porque ya no soy fiscal
ni oigo el ruido de los páramos.
Rafael Arraiz Lucca (Caracas, 1959), Norte y sur de la poesía iberoamericana, Verbum, Madrid, 1997.
Foto: Alfa Grupo Editorial
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