Desde la ventana del bar
Desde la ventana del bar
contemplaba la calle
hirviendo hasta el cuello de personas
casadas y solteras, automóviles, hojas secas, viento,
objetos sin número ni definición precisa.
Sentí la existencia en fermentación
cuando concebí entonces
una noción de Dios,
simplificada, ambiciosa, provisoria:
Dios era todo lo que veía,
un sistema, un principio absoluto de no vacío.
Y de pronto maldije:
oh, al demonio con este piojo
este Santo Tomás en zapatillas
bebiendo un líquido descafeinado y sin azúcar.
Aquí el error
La escarcha bajo el vidrio de la ventana
se acumula formando una especie de cordillera.
Sin saber por qué, estoy seguro
que no la esculpe el azar
sino la ley del viento invernal: otro secreto
de la naturaleza
cuyo único error es mi propia existencia
Ni ángel ni rebelde *
No arriesgó nada
no practicó la irreverencia
no mordió el sexo del paraíso
no padeció la pesadilla de vivir
no aulló por falta de demonios en el vientre
no enturbió el agua de ninguna academia
no gozó la locura de la realidad
no destruyó su propia fisiología
no reveló lo insensato de la sensatez
no orinó ni escupió ni eyaculó fuera de foco
no hizo de la palabra la enemiga total
no metió ningún dedo en la llaga
de ninguna cosa hizo destino
no tuvo miedo de sí mismo
no metió mundo ni absoluto en sus venas
no arrulló entre sus brazos una bomba ni siquiera pacífica
no tuvo pensamiento ni ademanes ni colores militantes
no se encamó con el monstruo de sí mismo
no hizo del vacío una utopía
no amó ni para nacer ni para morir
no telefoneó al otro mundo, no arrojó
bocanadas de sangre sobre el orden y el lenguaje.
Fue correcto adecuado municipal y obvio
o sea una buena persona en el peor sentido de la palabra.
* En relación con este poema, cf. Dante Alighieri, la Divina Comedia, Inf. Canto III: Ed elli a me: "Questo misero modo /tengon l’anime triste di coloro / che viser sanza infamia e sanza lodo. / Mischiati sono a quel cattivo coro/ delli angeli che non furon ribelli / nè fur fideli a Dio, ma per sè foro. (Nota del Administrador).
Joaquín Giannuzzi (Buenos Aires, 1924 - Salta, 2004), Un arte callado*, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2008
* Reúne sus poemas no incluidos en ningún libro y sus poemas póstumos. La edición es debida a Teresa Leonardi y Jorge Brega, que recopilaron los poemas, algunos de ellos manuscritos. La ordenación es de Jorge Fondebrider. El prólogo, de Leónidas Lamborghini.
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Foto de Alejandra López
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