martes, julio 18, 2023

Liliana Campazzo / Tres poemas




2

Los aparatos eléctricos
no sirven
las pantallas 
me muestran cosas
que no sé
las voces humanas
se han limitado
a cortes plenos
con sonidos
ásperos 
casi guturales
todo el decir
se transporta por una fibra óptica
microscópicos
monosílabos
que no pronuncian
nunca 
la palabra
ni taza blanca
y mucho menos
amor.


3

Hay un viento/ que no trae / ni lleva.
Un viento que te deja/ dando vueltas/
 como un trompo/todo lo que fuiste y serás/
 atravesado en la luz.

Los demás caminan
con su cabeza enroscada
sobre el propio pecho.
Incapaces de ver 
ese viento
que revuelve 
lo ido y lo por venir.
Sigo afirmando
mientras tanto
que nada somos sin la luz.
Gira una flor y saca chispas
su amarillo.


9                     
                                        al poeta Fritz


Hace dos noches que sueño con la casa.
Tiene una puerta de chapa al costado,
no es la puerta principal
esa, la principal,
se llama la puerta de adelante , es de madera 
y está pintada de celeste.
La del costado es de chapa 
quizás fue celeste
ahora está oxidada y alguien la ha doblado
de una patada.
Me dice un hombre
que han robado la casa
que vaya y revise
que no llame a nadie
que busque en los cajones
lo que queda
que lo guarde.
Ese hombre era un poeta.
Escribía versos en la cocina
de la casa de su madre.
Está muerto.
Era amigo del dueño de la casa.
Yo sueño esa casa, sueño con la voz
y las indicaciones que me da el hombre muerto.
La casa está un poco abandonada,
el pasto ha crecido
un musgo verde oscuro se sube al revoque
del muro del frente.
Su dueño no está
o está de viaje
en una cama de hospital.
El otro, el que me visita en el sueño
me da encargos, ordenes
que debo llevar a cabo
dentro de la casa que huele a libro.
Hay un ropero con cajones 
todos desperdigados por el piso
ropas, papelitos, unas llaves
todo está revuelto.
Sólo la biblioteca esta ordenada
cada libro al lado de su compañero
todos los lomos en exacta simetría.
Ahora espero la noche.
Dejo la luz pequeña encendida
 para cuando vuelva ese poeta muerto
 a ordenar otra vez
mi sueño.
Estoy segura
que me pedirá que lea
cada uno de los cientos de libros 
salvados de ese robo.
Que busque allí el germen
la palabra que anduvo tejida
entre los dedos 
del que viaja hoy
en la cama de hospital,
me exigirá que encuentre ese talismán
para que el otro despierte
de una vez 
y acabe el sueño.

Liliana Campazzo (Buenos Aires, 1959), Hotel Triunfo, inédito


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