I
La lámpara caída los yuyos crecidos el mal
trago
de la herrumbre
vienen a nosotros desde el primer momento
pero la opacidad límpida de las manos que nos
reciben y acunan
provocan ese equívoco
de creernos
a salvo
al cual adherimos
con inocencia
a medida que empezamos
a hablar
VII
La frutera en la mesa el canasto con verduras
el pan y el queso un vaso de vino tinto
podrían haber compuesto un cuadro
de Velázquez Rembrandt o Caravaggio
según la luz y la fuerza de la pincelada
según el hambre o el ansia de eternidad
de quien observara la escena
pero ninguno de los que merodeábamos
en la cocina cuchara en mano
pensaba en las posibilidades
cotidianas
del arte.
Hubiera hecho falta
–entre otras cosas–
alejarse
para alimentar
esa indiferente avidez de la memoria
que pone flores
en floreros delicados
y en tumbas.
XXIV
Mi hermano volvió a casa
con un aparato de hierro y cuero
aferrado
a su pierna derecha.
A mi hermano perseguido
por un afán por un ansia que deglutiera
las operaciones tratamientos regímenes ejercicios
le faltaron palabras
le faltó vocabulario.
Entonces
comió.
Mi hermano comió y comió.
Comió el vendaval y la tenaza
el metal en la pierna cada tajo cada herida
el yeso los vendajes las ausencias
y tomó todo el alcohol necesario
para apurar la digestión.
Mi hermano escrito por Baudelaire.
Inés Legarreta (Chivilcoy, Argentina, 1951)
Ediciones en Danza,
Buenos Aires, 2023
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Muchisimas gracias, Jorge, por esta publicacion
ResponderBorrarSaludos, Inés.