Hakuin Ekaku (1686-1769)
No lo encontré en libro, por eso viene de voz oral.
Una historia sencilla y legendaria: de entrenamiento
y meditación, en zona lateral de la conciencia.
En el fondo, la interpelación más simple a la cuestión
religiosa, nuestra dimensión añadida por siglos
de reflexión frente a las cosas y la vida del ser
en el contacto con los otros. El monje desprovisto
vivía su zen rinzai en una choza, tan despojada
estimo, como la de Ovidio en las Metamorfosis
cuando describe a Filemón y Bausis, mis dilectos.
Claro, Hakuin Ekaku a solas, y con una única frase
que blandía o penetraba como koán de entendimiento.
"¿Oh, es así?" Repetía y se debía repetir en admirada
consideración frente a lo que le venía con la vida.
"¿Oh, es así?" Le replicó a una pareja airada de ancianos
que lo acusaban de ser padre de ese niño que llevaban
por confesión de su hija. "¿Oh, es así?" Y cobijó por meses
a esa criatura, fruto de su inocencia. Y "¿Oh, es así?"
Volvió a insistir, no bien la escena se reprodujera
por la inversa. Atribulados abuelos, llenos de vergüenza
confesaron el secreto de su hija con un mozo del pueblo.
Y con idéntico pecho, ojos delicados, igual de sonriente
replicó: "¿Oh, es así?" Y les dejó en sus manos la belleza.
Javier Adúriz (Buenos Aires, 1948-2011), Los nada, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2011
Ilustración: L'enigma dell'oracolo, 1910, Giorgio de Chirico
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