Al día siguiente
cuando se despierta el mundo no ha cambiado;
diciembre oscuro, frío,
la caldera todavía retumba abajo.
Se estira para buscar agua, el estómago tirante,
el corazón con miedo, la cabeza llena de grisura
maloliente como un cuarto sin ventanas.
Desaprender el cuerpo es una segunda caída de la gracia,
como perder la fe. Las manecillas del reloj a un costado de la cama
marcan un despojamiento inconfundible.
Desde la cocina, sonidos: la radio vocifera sus atrocidades de rutina,
los chicos se esfuerzan con las palabras de los paquetes de cereales,
la voz de un marido en el teléfono, callada y urgente.
Lorna Shaughnessy (Belfast, 1961), Witness Trees, Salmon Poetry, County Clare, Irlanda, 2011
Traducción de Jorge Fondebrider
Next Day
when she wakes the World has not changed;
December-dark, chilly,
the boiler still rumbles downstairs.
She reaches for water, stomach tight,
heart dread-heavy, head stuffed with greyness
stale as a windowless room.
Unlearning the body is a second fall from grace,
like losing faith. The hands of the clock at her bedside
mark an unmistakeable shedding.
From the kitchen, sounds: the radio rants its routine atrocities,
children struggle with words on cereal packets,
a husband’s voice on the phone, hushed and urgent.
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Ilustración: Natura morta, 1953, Giorgio Morandi
Cómo interpretamos "la voz (..) callada..."
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