Akinari Monogatari
I / El deshielo
Llegó de este modo el mes del deshielo
Akinari
solo
de edad mediana
estragado
viajaba entre dos ciudades
para enseñar
la doctrina del imperio
a unos jóvenes
magros que lo escuchaban y enrojecían
ante sus preguntas
Ciruelos llenos de flores
se balanceaban en la brisa de abril frente a la ventana
A la hora del té
que servían mujeres silenciosas
una de sus discípulas
en cuya voz cantaba
a veces
el ruiseñor
se aproximó al maestro
hizo una reverencia gentil
lo miró
Y había en sus ojos algo de mirada de la zorra
tal como debe verla el zorro
en el mes del deshielo
La mirada chocó contra los ojos miopes del literato
que llevaba en ese momento a sus labios la taza de té
Akinari
dijo la voz del ruiseñor
Akinari
Mientras me enseñas la doctrina imperial
en el mes del deshielo
yo pienso
en el tiempo que te trajo hasta aquí
en el país de donde vienes
en tu falsa doctrina
Akinari
Pienso
Akinari
en ti
en el temblor de tus pestañas
en tu barba implacable
en el patio de tu casa
en tu insomnio en tu deseo
en tus años
¿Por qué no hablas nunca de eso
al enseñarnos la doctrina oficial?
Y de regreso
Y era en el mes del deshielo
de una ciudad a otra
iban los ojos de Akinari
fijos en el camino
y no veían sin embargo golpear la lluvia contra los grandes árboles.
Juan José Saer (Serodino, 1937-París, 2005), El arte de narrar, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, Argentina, 1988
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Foto: El País, Madrid
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