martes, septiembre 17, 2024

Walter Hoefler / De "Las cosas del oficio", 2



No podría contar la historia

Escribo desde otra orilla de la vida. 
Pasan aves refrenando el vuelo,
palpando el aire y la llovizna.
Ya no regresarán.
Otro tiempo empieza al margen del reloj.
Pausado, interior, reiterado.
La historia ahora sólo es carne en
los pequeños recuerdos.
Algún trozo entre
      los dientes.
La boca no está para palabras.
Las aves se detienen y dejan
de croar las ranas.
Sólo los peces, sordos a todo rumor,
prosiguen su labor
agitando el barro del fondo.


Narciso

Narciso absorbido
por el encanto del espejo
ignora los poderes del rostro,
su resonancia opaca
en aquellos que lo inquieren.


Autopsia del surrealismo

La belleza y quizás el deseo
son fugaces y asaz ambiguos.
Los surrealistas perseguían el azar,
el encuentro fortuito,
retener ese momento único
en que el abismo de su atracción
se detenía y consumía.
Lo que realza consagra,
y a partir de ahí
comienza el deterioro.
Apenas alcanzada la gloria,
nada detiene su inexorable curso.
También el vacío es doble:
profundidad del deseo
y rostro de la muerte.
La carne complace
y devela sus defectos,
ascenso y descenso
culminan al unísono.


"Stuntman"*

La palabra se desliza imperceptiblemente,
se deja caer del caballo.
Ya no insinúa lo mismo,
ya no desmiente,
se traslada de boca a oído,
pero ya otro,
la misma de hace veinte años,
pero sin decir nada, sin decir nada,
sólo apariencia de vaho,
nuestro aliento sobre el espejo,
para decir que aún estamos vivos,
pero apenas.
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*A partir de una lectura de Erich Fried, Büchnerpreis 1987, 
sobre el empobrecimiento idiomático en el exilio. [N. del A.]

Walter Hoefler (Valdivia, Chile, 1944), Las cosas del oficio, Ediciones Kultrún, Valdivia, 2007

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