Libro Cuatro
La corrida al
mar II
No tenías más
de 12, hijo mío
14 quizás,
la edad del secundario
cuando fuimos,
juntos,
la
primera vez para ambos,
a una
conferencia, en el Solarium
en la
parte alta del hospital, sobre fisión
nuclear.
Deseaba descubrir
cierto
“interés” de tu parte.
Tú escuchabas •
¡Destroza el
mundo, a lo ancho!
— si pudiera
hacerlo por ti—
Destroza el
ancho mundo
¡un vientre fétido,
un sumidero!
¡Ningún río! ningún
río
sino una ciénaga,
un •
pantano
que se hunde
en la mente o
la mente en
él, un ?
Norman Douglas (Viento
del sur) me dijo, Lo mejor que un
hombre puede hacer por su hijo cuando él nace, es morir •
Te di otro,
más grande que tú, para que lo enfrentes.
En resumen:
(Lo que extraño, dijo tu madre, es la poesía, el poema
puro
de las primeras partes
• )
La luna estaba
en su cuarto creciente.
Mientras
nos acercábamos al hospital
el aire encima,
habiendo absorbido
el resplandor
a través del techo de vidrio
parecía arder,
rivalizando con la reina de la noche.
La
habitación estaba llena de médicos.
Qué pálido y
joven parecía el niño
entre
esos cerdos, ¡yo
entre ellos! que
solo lo superábamos
en
experiencia, esa droga,
sentada
erguida ante su charla:
valencias •
Durante años
una enfermera joven
un sol
sin incubar corroyendo
su mente, carcomiendo
una cáscara
de
impermanencias, a través de libros
sin
remordimientos •
Curie (la
reina del cine) en
escena
en la Soborna •
¡cruzando, a media
milla! caminando en soledad
como a
través de un bosque, el silencio
del gran
bosque (de ideas)
ante
la asamblea (la
pequeña
enfermera polaca) recibe
aclamación
universal (una
droga)
¡Ven! ¡Ven
Hermana y
sálvate (dividiendo
el átomo de
la amargura)! Y Billy Sunday evangélico
y ex-jardinero
derecho se prepara
para recibir
una bola extrema •
¡Él está
sobre la mesa ahora! Ambos
pies, cantando
(una canción
de pie) sus pies canonizados •
• como si la
Asociación de Fábricas
de Propietarios le pagara •
• para “romper” la huelga
y poner a esos
H. D. P. en su lugar, ¡ser
Jesús, llamándolos
al Señor!
— recibió sus
27 Grandes en la habitación del hotel
después de la
última cena (en el Hamilton)
justo antes de
abandonar la ciudad, exhausto
en sus
esfuerzos por dividir (una personalidad
dividida) •
la patena
¡Qué brazo!
¡Ven a Jesús! •
Que alguien ayude
a esa vieja a
subir los escalones • Ven a
Jesús y se •
Todos juntos ahora,
¡entrégale
todo lo que tienes!
Ilumina
• • ¡el rincón donde
estás!
Querido Doctor:
A pesar del
gris secreto del tiempo y mis propias dudas censuradas
durante estos juveniles días lluviosos, me gustaría que
supiera de mi pre-
sencia en Paterson, y espero que reciba con agrado esta
carta, de un joven
poeta desconocido, para usted, un viejo poeta desconocido,
que viven en el mismo enmohecido lugar del mundo. No solo
dedico
esta misiva en ese estilo algo cortés y sabio de antaño en
el que unos a los otros
se reconocían a través de generaciones como los hijos
fraternos de las musas
(cuyos nombres bien saben) sino también como conciudadano
chino de la misma provincia,
cuyos depósitos de combustible, basureros, callejones infames,
molinos, casas funerarias,
visiones del río — ¡ay! las cataratas mismas— son imágenes
tejidas en blanco en
sus propias barbas.
Fui a verlo
brevemente una vez hace dos años (cuanto tenía 21), para entrevistarlo
para el periódico local. Escribí la historia en estilo refinado
y simple, pero fue pirateada
y cambiada y salió a la semana siguiente como una broma
elaborada a expensas suyas
que concluyo usted no llegó a ver. Me invitó amablemente
a regresar, pero no lo hice,
ya que no tenía nada de qué hablar con excepción de imágenes
de luz borrosa, y no
era capaz de hablar en sus propios términos concretos o en
los míos. Este fracaso aun
me acompaña en menor grado, sin embargo, estoy listo para
acercarme a usted una vez más.
En cuanto a mi historia: fui a Columbia
varias veces desde 1943 trabajé y viajé y abordé
barcos cuando no estaba en el colegio, estudiando lengua.
Gané algunos premios de poesía
allí y fui editor del Columbia Review. Lo que más me
gustó entonces fue Van Doren.
Más tarde trabajé como cadete en la Associated Press, y
pasé la mayor parte del último
año en un hospital psiquiátrico; y ahora he regresado a
Paterson que es mi casa por primera vez
en siete años. No sé aun qué haré allí— mi primera movida
fue intentar y conseguir un trabajo
en uno de los periódicos de acá y en Passaic, pero aún no
he tenido éxito.
Literariamente
me gusta Melville y su Pierre y The Confidence-Man;
y de mi
generación, uno de Jack Kerouac cuyo primer libro salió este año.
No sé si le
gustará mi poesía o no—es decir, cuánto de su propia persistencia inventiva
excluye
a los intentos menos independientes o juveniles por
perfeccionar, renovar, transfigurar y hacer
contemporáneamente real el viejo estilo de la maquinaria
lírica, que utilizo para registrar la lucha
al imaginar las nubes, que me interesan. Anexo algunas
muestras de mis mejores escritos.
Todo lo que hice tiene un proyecto, consciente o no, yendo
de fase en fase, desde los inicios de un
colapso emocional, a efímeras gotas de lluvia de las
nubes corporizándose, a una renovación de la
objetividad humana que considero básicamente idénticas no
con ideas sino en las cosas. Pero aun
debo convertir en realidad poética este último proyecto. Imagino
para mí un nuevo tipo de discurso
—al menos diferente de lo que he estado escribiendo— en
cuanto a que debe ser una afirmación clara
del hecho de la miseria (y no la miseria misma), y el
esplendor que surge de las divagaciones subjetivas
a lo largo de Paterson, si los hubiera. Este lugar es,
como suelo decir, mi hábitat natural por el recuerdo,
y no sigo sus delineamientos poéticos: aunque sé que le
gustará saber que al menos
uno de los ciudadanos propiamente dichos de su comunidad
ha heredado su práctica
en la lucha por amar y conocer su propia ciudad-mundo, a
través de su trabajo, que es un logro
que casi no esperaba alcanzar. Es miseria lo que veo (como
una marea salida de mi propia fantasía),
pero más que nada el esplendor que llevo conmigo y que
todo hombre libre
posee. Pero remontándome unas cuantas frases atrás, tal
vez necesite una nueva
medida para mí, aunque estoy familiarizado con su estilo
rara vez escarbo en lo que usted hace
con cadencias, extensión de versos, a veces sintaxis,
etc. y no puedo tomar su trabajo como
un objeto sólido—cuyas propiedades supongo usted
sostiene, y con razón. No entien-
do la medida. No he trabajado mucho con ella, no
obstante, que marca la diferencia.
Pero me gustaría hablar con usted de esto en concreto.
Incluyo estos
poemas. El primero demuestra dónde estaba hace 2 años.
El segundo, una especia de lírica densa que trato de
imitar instintivamente—
a partir de Crane, Robinson, Tate y los antiguos
ingleses. Luego, Shroudy Stranger (3)
menos interesante como poema (o menos sincero) pero que
conecta observaciones
de cosas con un viejo sueño del vacío—tengo sueños reales
sobre una figura clásica
encapuchada. Pero he identificado este sueño con mi
propio abismo—y con el
abismo del viejo Smokies bajo las vías del F.C. Erie en la calle straight— entonces el
shroudy strange (4) habla desde el interior de un viejo
vagabundo en ruinas, de
Paterson o de cualquier lugar de Norteamérica. Este es
solo un poema a medio hacer
(usando unos pocos versos y una situación que viví en un
sueño). Contemplé
un extenso trabajo sobre shroudy stranger, sus
vagabundeos. Después (5) un poema
anterior, Radio City, una extensa lírica escrita cuando
estaba enfermo. Luego una loca
canción (para ser cantada por Groucho Marx en un contexto
de Bop.) (6). El (7) un poema
sobre el sueño de un fantasma, una balada en estilo
antiguo. Luego, una oda a la Puesta del Sol
(8) de ideas abstractas, escrito antes de dejar el
hospital, y por último una Oda al Juicio
que escribí recién, y que no está terminada. (9) Qué será
de todo esto
aun no lo sé.
Sé que esta
carta lo encontrará en buen estado de salud, ya que lo vi hablando
en el Museo en N.Y. esta semana. Corrí hasta la
trastienda para acercarme a usted,
pero cambié de idea, luego de saludarlo desde lejos, salí
corriendo.
Respetuosamente
suyo,
A.G.
Paris, una
habitación en el quinto piso, pan
leche y
chocolate, algunas
manzanas y carbón
para llevar,
des briquettes, su aroma especial,
al amanecer: Paris •
el suave olor
a carbón, mientras ella
se inclina en la
ventana antes de ir-
se, al trabajo
•
— un horno, una
cavidad doliente
hacia la fisión;
un hueco,
una mujer
esperando ser llenada
— una
luminosidad de elementos, ¡el
salto habitual!
Pitchblende de
Austria, la
valencia de
Uranio inexplicablemente
aumentada. Curie,
el hombre, abandonó
su trabajo
para contenerla.
¡Pero está
embarazada!
Pobre
Joseph,
dicen los
italianos.
¡Gloria a Dios
en el cielo
y en la tierra,
paz, buena voluntad a
los hombres!
Créase o no.
Una
disonancia
en la valencia
del Uranio
condujo al
descubrimiento
Disonancia
(si les
interesa),
conduce al
descubrimiento
— para diseccionar
el bloque y dejar
un metal
separado:
hidrógeno
la llama, helio
la
ceniza llena •
— el
elefante tarda dos años
El amor es un
gatito, una cosa
agradable, un ronroneo
y un
salto. Persigue
un pedazo de
cuerda, un
arañazo y un maullido
una pelota golpeada
con una pata •
una garra
enfundada •
El amor, ¿el trineo que aplasta el átomo? ¡No, No! cooperación
antagónica es la llave, dice Levy •
Sir Thopas (Los Cuentos de Canterbury) le dice (a
Chaucer)
No más—
Esta rima de
mierda
No vale nada
—y Chaucer parecía pensar lo mismo porque se detuvo y
siguió
en prosa •
INFORME DE CASOS
Caso I. —M.N., una mujer blanca de 35 años,
una enfermera de la sala de
pediatría, sin antecedentes de problemas intestinales previos.
Una hermana
que vivía con ellas sufría de calambres y diarrea, que
luego descubrimos
era debido al amebiasis. En nov. 8, 1944 una muestra de
heces entregada por
la enfermera para el examen mensual de rutina dio
positivo con
Salmonella abortusovis. La enfermera fue relevada
de sus funciones con paga completa, una medida que resultó
beneficiosa ya
que el personal del hospital podía reportar casos de
trastornos de diarrea sin
temer represalias económicas.
—con vientre
pesado, ¡lleno
de pensamientos!
removiendo las calderas
• en el viejo cobertizo usado
por los practicantes
para las disecciones.
Invierno. Nieve entre las grietas
Pauvre itudiant
•
en l’an trentième de mon âge
Item • con
manos curtidas
por hora, por
día, por semana
para llegar, después
de meses de trabajo •
una mancha en
el fondo de la retorta
sin peso, un
fracaso, una
nada. Y luego,
regresar a la
noche, para
encontrarla •
¡LUMINOSO!
El viernes, el
doce de octubre, anclamos frente a
tierra y nos preparamos para desembarcar • Allí
envié a la gente
por agua, con algunas armas, y a otros con barriles: y
como estaba algo
lejos, los esperé durante dos horas.
Durante ese
tiempo caminé entre los árboles que eran la
cosa más hermosa que alguna vez haya visto.
• conocimiento,
el contaminante
Uranio, el átomo complejo, rompiéndose,
una ciudad en sí misma, ese complejo
átomo, siempre rompiéndose •
para convertirse en plomo.
Pero emitiendo eso que, en un
plato expuesto, revelará •
una ciudad en sí misma, ese complejo
átomo, siempre rompiéndose •
para convertirse en plomo.
Pero emitiendo eso que, en un
plato expuesto, revelará •
Y así, con las
manos curtidas
ella
remueve
Y el amor, compitiendo
amargamente, espera
que la mente se
declare no
sola en sueños •
William Carlos Williams (Rutherford, Estados Unidos, 1883-1963),
Paterson, New Directions, New York, 1963
Versión © Silvia Camerotto
Book Four
The Run to the Sea
II
You were not more than 12, my son
14 perhaps, the high
school age
when we went, together,
a first for both of us,
to a lecture, in the Solarium
topping the hospital, on
atomic
fission. I hoped to discover
an "interest"
on your part.
You listened •
Smash the world, wide!
— if I could do it for you —
Smash the wide world
a fetid womb, a sump!
No river! no river
but bog, a •
swale
sinks into the mind or
the mind into it, a ?
Norman
Douglas (South Wind) said to me, The
best thing a
man
can do for his son, when he is born, is to die •
I gave you another, bigger than
yourself, to contend with.
To resume:
(What
I miss, said your mother, is the poetry, the pure poem
of
the first parts • )
The moon was in its first quarter.
As we approached the
hospital
the air above it, having taken up
the glow through the
glass roof
seemed ablaze, rivalling night's
queen.
The room was packed with
doctors.
How pale and young the boy seemed
among those pigs, myself
among them! who surpassed him
only in experience, that
drug,
sitting erect to their talk:
valences •
For years a nurse-girl
an unhatched sun
corroding
her mind, eating away a rind
of impermanences,
through books
remorseless •
Curie (the movie queen) upon
the stage at the
Sorbonne •
a half mile across! walking
solitary
as tho' in a forest, the
silence
of a great forest (of ideas)
before the assembly (the
little Polish baby-nurse) receives
international acclaim (a
drug)
Come on up! Come up
Sister and be
saved (splitting the atom of
bitterness)! And
Billy Sunday evangel
and ex-rightfielder sets himself
to take one off the wall •
He's on
the table now! Both feet, singing
(a foot song ) his feet canonized •
• as paid for
by the United Factory Owners' Ass'n
•
• to “break” the strike
and put those S.O.Bs in their
places, be
Geezus, by calling them to God!
— getting his 27 Grand in the hotel
room
after the last supper (at the Hamilton)
on the eve of quitting town,
exhausted
in his efforts to split (a split
personality) •
the plate
What an arm!
Come to Jesus! •
Someone help
that old woman up the steps •
Come to
Jesus and be • All together now,
give it everything you got!
Brighten
• • the corner where you
are!
Dear Doctor:
In spite of
the grey secrecy of time and my own self -shuttering
doubts in these youthful rainy days, I would like to
make my pres-
ence in Paterson known t d you, and I hope you will
welcome this
from me, an unknown young poet, to you, an unknown old
poet,
who live in the same rusty county of the world. Not
only do I
inscribe this missive somewhat in the style of those
courteous sages
of yore who recognized one another across the
generations as
brotherly children of the muses (whose names they well
know)
but also as fellow citizenly Chinamen of the same
province, whose
gastanks, junkyards, fens of the alley, millways,
funeral parlors,
river-visions— aye! the falls itself— are images
white-woven in their
very beards.
I went to
see you once briefly two years ago (when I was 21),
to interview you for a local newspaper. I wrote the
story in fine
and simple style, but it was hacked and changed and
came out the
next week as a labored joke at your expense which I
assume you
did not get to see. You invited me politely to return,
but I did not,
as I had nothing to talk about except images of cloudy
light, and
was not able to speak to you in your own or my own
concrete
terms. Which failing still hangs with me to a lesser
extent, yet I feel
ready to approach you once more.
As to my
history: I went to Columbia on and off since 1943,
working and travelling around the country and aboard
ships when
I was not in school, studying English. I won a few
poetry prizes
there and edited the Columbia Review. I liked Van
Doren most
there. I worked later on the Associated Press as a
copyboy, and
spent most of the last year in a mental hospital; and
now I am
back in Paterson which is home for the first time in
seven years.
What I'll do there I don't know yet— my first move was
to try and
get a job on one of the newspapers here and in
Passaic, but that
hasn't been successful yet.
My
literary liking is Melville in Pierre and the Confidence Man,
and in my own generation, one Jack Kerouac whose first
book
came out this year.
I do not
know if you will like my poetry or not—that is, how
far your own inventive persistence excludes less independent
or
youthful attempts to perfect, renew, transfigure, and
make con-
temporarily real an old style of lyric machinery,
which 1 use to
record the struggle with imagination of the clouds,
with which I
have been concerned. I enclose a few samples of my
best writing.
All that I have done has a program, consciously or
not, running on
from phase to phase, from the beginnings of emotional
breakdown,
to momentary raindrops from the clouds become
corporeal, to a
renewal of human objectivity which I take to be
ultimately identical
with no ideas but in things. But this last development
I have yet
to turn into poetic reality. I envision for myself
some kind of new
speech— different at least from what I have been
writing down — in
that it has to be clear statement of fact about misery
(and not
misery itself), and splendor if there is any out of
the subjective
wanderings through Paterson. This place is as I say my
natural
habitat by memory, and I am not following in your
traces to be
poetic: though I know you will be pleased to realize
that at least
one actual citizen of your community has inherited
your experience
in his struggle to love and know his own world-city,
through your
work, which is an accomplishment you almost cannot
have hoped
to achieve. It is misery I see (like a tide out of my
own fantasy) but
mainly the splendor which I carry within me and which
all free
men do. But harking back to a few sentences previous,
I may need a
new measure myself, but though I have a flair for your
style I
seldom dig exactly what you are doing with cadences,
line length,
sometimes syntax, etc., and cannot handle your work as
a solid
object— which properties I assume you rightly claim. I
don't un-
derstand the measure. I haven't worked with it much either,
though,
which must make the difference. But I would like to
talk with you
concretely on this.
I enclose
these poems. The first shows you where I was
2 years ago. The second, a kind of dense lyric I
instinctively try to
imitate—after Crane, Robinson, Tate, and old
Englishmen. Then,
the Shroudy Stranger (3) less interesting as a poem
(or less sincere)
but it connects observations of things with an old
dream of the
void—I have real dreams about a classic hooded figure.
But this
dream has become identified with my own abyss — and
with the
abyss of old Smokies under the Erie R.R.. tracks on
straight street
— so the shroudy stranger (4) speaking from the inside
of the old
wracked bum of Paterson or anywhere in America. This
is only
a half made poem (using a few lines and a situation I
had in a
dream). I contemplated a long work on the shroudy
stranger, his
wanderings. Next (5) an earlier poem, Radio City, a
long lyric
written in sickness. Then a mad song (to be sung by
Groucho Marx
to a Bop background.) (6). The (7) an old style
ballad-type ghost
dream poem. Then, an ode to the Setting Sun of
abstract (8) ideas,
written before leaving the hospital, and last an Ode
to Judgment,
which I just wrote, but which is unfinished. (9) What
will come
of all this I do not know yet.
I know
this letter finds you in good health, as I saw you speak
at the Museum in N. Y. this week. I ran backstage to
accost you,
but changed my mind, after waving at you, and ran off
again.
Respectfully
yours,
AG.
Paris, a fifth floor room, bread
milk and chocolate, a few
apples and coal to be carried,
des
briquettes,
their special smell,
at dawn: Paris •
the soft coal smell, as she
leaned upon the window before de-
parting, for work •
— a furnace, a cavity aching
toward fission; a hollow,
a woman waiting to be filled
— a luminosity of elements, the
current leaping!
Pitchblende from Austria, the
valence of Uranium inexplicably
increased. Curie, the man, gave up
his work to buttress her.
But she is pregnant!
Poor Joseph,
the Italians say.
Glory to God in the highest
and on earth, peace, goodwill to
men!
Believe it or not.
A dissonance
in the valence of Uranium
led to the discovery
Dissonance
(if you are interested),
leads to discovery
— to dissect away
the block and leave
a separate metal:
hydrogen
the flame, helium the
pregnant ash •
— the elephant takes two
years
Love is a kitten, a pleasant
thing, a purr and a
pounce. Chases a piece of
string, a scratch and a mew
a ball batted with a paw •
a sheathed claw •
Love,
the sledge that smashes the atom? No, No! antagonistic
cooperation
is the key, says Levy •
Sir
Thopas (The Canterbury Pilgrims) says (to Chaucer)
Namoor—
Thy drasty rymyng is not
Worth a toord
—and
Chaucer seemed to think so too for he stopped and went
on
in prose •
REPORT
OF CASES
Case I.
—M.N., a white woman aged 35, a nurse in the pediatric
ward, had no history of previous intestinal
disturbance. A sister
who lived with her suffered with cramps and diarrhea,
later found
by us to be due to amebiasis. On Nov. 8, 1944 a stool
submitted by
the nurse for the usual monthly examination was found
to be posi-
tive for Salmonella montevideo. The nurse was at once
removed
from duty with full pay, a measure found to be of
advantage in
having hospital personnel report diarrheal
disturbances without
fear of economic reprisal.
—with ponderous belly, full
of thought! stirring the cauldrons
• in the old shed used
by the medical students for
dissections.
Winter. Snow through cracks
Pauvre
itudiant •
en l’an trentième de mon âge
Item • with coarsened hands
by the hour, the day, the week
to get, after months of labor •
a stain at the bottom of the retort
without weight, a failure, a
nothing. And then, returning in the
night, to find it •
LUMINOUS!
On Friday,
the twelfth of October, we anchored before the
land and made ready to go ashore • There
I sent the people
for water, some with arms, and others with casks: and
as it was
some little distance, I waited two hours for them.
During that
time I walked among the trees which was the
most beautiful thing which I had ever known.
• knowledge, the
contaminant
Uranium, the complex atom, breaking
down, a city in itself, that
complex
atom, always breaking down •
to lead.
But giving off that, to an
exposed plate, will reveal •
And so, with coarsened hands
she stirs
And love, bitterly contesting,
waits
that the mind shall declare itself
not
alone in dreams •
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