martes, abril 10, 2018

William Carlos Williams / Paterson, 39


Libro Cuatro
La corrida al mar II














No tenías más de 12, hijo mío
14 quizás, la edad del secundario
cuando fuimos, juntos,
la primera vez para ambos,
a una conferencia, en el Solarium
en la parte alta del hospital, sobre fisión
nuclear. Deseaba descubrir  
cierto “interés” de tu parte.
Tú escuchabas           

¡Destroza el mundo, a lo ancho!
— si pudiera hacerlo por ti—
Destroza el ancho mundo
¡un vientre fétido, un sumidero!
¡Ningún río! ningún río
sino una ciénaga, un         pantano
que se hunde en la mente o
la mente en él, un      ?

Norman Douglas (Viento del sur) me dijo, Lo mejor que un
hombre puede hacer por su hijo cuando él nace, es morir        

Te di otro, más grande que tú, para que lo enfrentes.

En resumen:

(Lo que extraño, dijo tu madre, es la poesía, el poema puro
de las primeras partes            )

La luna estaba en su cuarto creciente.
Mientras nos acercábamos al hospital
el aire encima, habiendo absorbido
el resplandor a través del techo de vidrio
parecía arder, rivalizando con la reina de la noche.
La habitación estaba llena de médicos.
Qué pálido y joven parecía el niño
entre esos cerdos, ¡yo
entre ellos! que solo lo superábamos
en experiencia, esa droga,
sentada erguida ante su charla:                                
valencias     

Durante años una enfermera joven
un sol sin incubar corroyendo
su mente, carcomiendo una cáscara
de impermanencias, a través de libros
sin remordimientos        

Curie (la reina del cine) en
escena en la Soborna      
¡cruzando, a media milla! caminando en soledad
como a través de un bosque, el silencio
del gran bosque (de ideas)
ante la asamblea (la
pequeña enfermera polaca) recibe
aclamación universal (una
droga)

¡Ven! ¡Ven Hermana y
sálvate (dividiendo el átomo de  
la amargura)!   Y Billy Sunday evangélico
y ex-jardinero derecho se prepara
para recibir una bola extrema           

¡Él está 
sobre la mesa ahora!    Ambos pies, cantando
(una canción de pie) sus pies canonizados         

      como si la
Asociación de Fábricas de Propietarios le pagara      
     para “romper” la huelga
y poner a esos H. D. P. en su lugar, ¡ser
Jesús, llamándolos al Señor!

— recibió sus 27 Grandes en la habitación del hotel
después de la última cena (en el Hamilton)
justo antes de abandonar la ciudad, exhausto
en sus esfuerzos por dividir (una personalidad
dividida)            la patena

¡Qué brazo!

¡Ven a Jesús!          Que alguien ayude
a esa vieja a subir los escalones          Ven a
Jesús y se            Todos juntos ahora,
¡entrégale todo lo que tienes!

Ilumina

                                    ¡el rincón donde
estás!

Querido Doctor:
     A pesar del gris secreto del tiempo y mis propias dudas censuradas
durante estos juveniles días lluviosos, me gustaría que supiera de mi pre-
sencia en Paterson, y espero que reciba con agrado esta carta, de un joven
poeta desconocido, para usted, un viejo poeta desconocido,
que viven en el mismo enmohecido lugar del mundo. No solo dedico
esta misiva en ese estilo algo cortés y sabio de antaño en el que unos a los otros
se reconocían a través de generaciones como los hijos fraternos de las musas
(cuyos nombres bien saben) sino también como conciudadano chino de la misma provincia,
cuyos depósitos de combustible, basureros, callejones infames, molinos, casas funerarias,
visiones del río — ¡ay! las cataratas mismas— son imágenes tejidas en blanco en
sus propias barbas.
     Fui a verlo brevemente una vez hace dos años (cuanto tenía 21), para entrevistarlo
para el periódico local. Escribí la historia en estilo refinado y simple, pero fue pirateada
y cambiada y salió a la semana siguiente como una broma elaborada a expensas suyas
que concluyo usted no llegó a ver. Me invitó amablemente a regresar, pero no lo hice,
ya que no tenía nada de qué hablar con excepción de imágenes de luz borrosa, y no
era capaz de hablar en sus propios términos concretos o en los míos. Este fracaso aun
me acompaña en menor grado, sin embargo, estoy listo para acercarme a usted una vez más.
     En cuanto a mi historia: fui a Columbia varias veces desde 1943 trabajé y viajé y abordé
barcos cuando no estaba en el colegio, estudiando lengua. Gané algunos premios de poesía
allí y fui editor del Columbia Review. Lo que más me gustó entonces fue Van Doren.
Más tarde trabajé como cadete en la Associated Press, y pasé la mayor parte del último
año en un hospital psiquiátrico; y ahora he regresado a Paterson que es mi casa por primera vez
en siete años. No sé aun qué haré allí— mi primera movida fue intentar y conseguir un trabajo
en uno de los periódicos de acá y en Passaic, pero aún no he tenido éxito.
    Literariamente me gusta Melville y su Pierre y The Confidence-Man;
 y de mi generación, uno de Jack Kerouac cuyo primer libro salió este año.
    No sé si le gustará mi poesía o no—es decir, cuánto de su propia persistencia inventiva excluye
a los intentos menos independientes o juveniles por perfeccionar, renovar, transfigurar y hacer
contemporáneamente real el viejo estilo de la maquinaria lírica, que utilizo para registrar la lucha
al imaginar las nubes, que me interesan. Anexo algunas muestras de mis mejores escritos.
Todo lo que hice tiene un proyecto, consciente o no, yendo de fase en fase, desde los inicios de un
colapso emocional, a efímeras gotas de lluvia de las nubes corporizándose, a una renovación de la
objetividad humana que considero básicamente idénticas no con ideas sino en las cosas. Pero aun
debo convertir en realidad poética este último proyecto. Imagino para mí un nuevo tipo de discurso
—al menos diferente de lo que he estado escribiendo— en cuanto a que debe ser una afirmación clara
del hecho de la miseria (y no la miseria misma), y el esplendor que surge de las divagaciones subjetivas
a lo largo de Paterson, si los hubiera. Este lugar es, como suelo decir, mi hábitat natural por el recuerdo,
y no sigo sus delineamientos poéticos: aunque sé que le gustará saber que al menos
uno de los ciudadanos propiamente dichos de su comunidad ha heredado su práctica
en la lucha por amar y conocer su propia ciudad-mundo, a través de su trabajo, que es un logro
que casi no esperaba alcanzar. Es miseria lo que veo (como una marea salida de mi propia fantasía),
pero más que nada el esplendor que llevo conmigo y que todo hombre libre
posee. Pero remontándome unas cuantas frases atrás, tal vez necesite una nueva
medida para mí, aunque estoy familiarizado con su estilo rara vez escarbo en lo que usted hace
con cadencias, extensión de versos, a veces sintaxis, etc. y no puedo tomar su trabajo como
un objeto sólido—cuyas propiedades supongo usted sostiene, y con razón. No entien-
do la medida. No he trabajado mucho con ella, no obstante, que marca la diferencia.
Pero me gustaría hablar con usted de esto en concreto.
    Incluyo estos poemas. El primero demuestra dónde estaba hace 2 años.
El segundo, una especia de lírica densa que trato de imitar instintivamente—
a partir de Crane, Robinson, Tate y los antiguos ingleses. Luego, Shroudy Stranger (3)
menos interesante como poema (o menos sincero) pero que conecta observaciones
de cosas con un viejo sueño del vacío—tengo sueños reales sobre una figura clásica
encapuchada. Pero he identificado este sueño con mi propio abismo—y con el
abismo del viejo Smokies bajo las vías del F.C.  Erie en la calle straight— entonces el
shroudy strange (4) habla desde el interior de un viejo vagabundo en ruinas, de
Paterson o de cualquier lugar de Norteamérica. Este es solo un poema a medio hacer
(usando unos pocos versos y una situación que viví en un sueño).  Contemplé
un extenso trabajo sobre shroudy stranger, sus vagabundeos. Después (5) un poema
anterior, Radio City, una extensa lírica escrita cuando estaba enfermo. Luego una loca
canción (para ser cantada por Groucho Marx en un contexto de Bop.) (6). El (7) un poema
sobre el sueño de un fantasma, una balada en estilo antiguo. Luego, una oda a la Puesta del Sol
(8) de ideas abstractas, escrito antes de dejar el hospital, y por último una Oda al Juicio
que escribí recién, y que no está terminada. (9) Qué será de todo esto
aun no lo sé.
     Sé que esta carta lo encontrará en buen estado de salud, ya que lo vi hablando
en el Museo en N.Y. esta semana. Corrí hasta la trastienda para acercarme a usted,
pero cambié de idea, luego de saludarlo desde lejos, salí corriendo.

                                                                               Respetuosamente suyo,
                                                                                                              A.G.


Paris, una habitación en el quinto piso, pan
leche y chocolate, algunas
manzanas y carbón para llevar,
des briquettes, su aroma especial,
al amanecer:         Paris      
el suave olor a carbón, mientras ella
se inclina en la ventana antes de ir-
se, al trabajo       
— un horno, una cavidad doliente
hacia la fisión; un hueco,
una mujer esperando ser llenada

— una luminosidad de elementos, ¡el
salto habitual!
Pitchblende de Austria, la
valencia de Uranio inexplicablemente
aumentada. Curie, el hombre, abandonó
su trabajo para contenerla.

¡Pero está embarazada!
Pobre Joseph,

dicen los italianos.

¡Gloria a Dios en el cielo
y en la tierra, paz, buena voluntad a  
los hombres!

Créase o no.

Una disonancia

en la valencia del Uranio
condujo al descubrimiento

Disonancia
(si les interesa),
conduce al descubrimiento

— para diseccionar
el bloque y dejar
un metal separado:

hidrógeno
la llama, helio la
ceniza llena      

— el elefante tarda dos años

El amor es un gatito, una cosa
agradable, un ronroneo y un  
salto. Persigue un pedazo de
cuerda, un arañazo y un maullido
una pelota golpeada con una pata      
una garra enfundada       

El amor, ¿el trineo que aplasta el átomo? ¡No, No! cooperación
antagónica es la llave, dice Levy        

Sir Thopas (Los Cuentos de Canterbury) le dice (a Chaucer)
No más—
Esta rima de mierda
No vale nada
—y Chaucer parecía pensar lo mismo porque se detuvo y siguió
en prosa        

INFORME DE CASOS

   Caso I. —M.N., una mujer blanca de 35 años, una enfermera de la sala de
pediatría, sin antecedentes de problemas intestinales previos. Una hermana
que vivía con ellas sufría de calambres y diarrea, que luego descubrimos
era debido al amebiasis. En nov. 8, 1944 una muestra de heces entregada por
la enfermera para el examen mensual de rutina dio positivo con
Salmonella abortusovis. La enfermera fue relevada
de sus funciones con paga completa, una medida que resultó beneficiosa ya
que el personal del hospital podía reportar casos de trastornos de diarrea sin
temer represalias económicas.

—con vientre pesado, ¡lleno
de pensamientos!   removiendo las calderas
     en el viejo cobertizo usado
por los practicantes para las disecciones.
Invierno.     Nieve entre las grietas

Pauvre itudiant       
en l’an trentième de mon âge
Item        con manos curtidas
por hora, por día, por semana
para llegar, después de meses de trabajo    

una mancha en el fondo de la retorta
sin peso, un fracaso, una
nada. Y luego, regresar a la
noche, para encontrarla      

¡LUMINOSO!

   El viernes, el doce de octubre, anclamos frente a  
tierra y nos preparamos para desembarcar        Allí envié a la gente
por agua, con algunas armas, y a otros con barriles: y como estaba algo
lejos, los esperé durante dos horas.
   Durante ese tiempo caminé entre los árboles que eran la
cosa más hermosa que alguna vez haya visto.

• conocimiento, el contaminante

Uranio, el átomo complejo, rompiéndose, 
una ciudad en sí misma, ese complejo 
átomo, siempre rompiéndose           •
para convertirse en plomo. 
Pero emitiendo eso que, en un 
plato expuesto, revelará          •


Y así, con las manos curtidas
ella remueve

Y el amor, compitiendo amargamente, espera
que la mente se declare no
sola en sueños         



William Carlos Williams (Rutherford, Estados Unidos, 1883-1963), Paterson, New Directions, New York, 1963
Versión © Silvia Camerotto

Ilustración: A History of Paterson


Book Four

The Run to the Sea

II

You were not more than 12, my son
14 perhaps, the high school age
when we went, together,
a first for both of us,
to a lecture, in the Solarium
topping the hospital, on atomic
fission. I hoped to discover
an "interest" on your part.
You listened           

Smash the world, wide!
— if I could do it for you —
Smash the wide world
a fetid womb, a sump!
No river! no river
but bog,   a        swale
sinks into the mind or
the mind into it, a    ?

Norman Douglas (South Wind) said to me, The best thing a
man can do for his son, when he is born, is to die        

I gave you another, bigger than yourself, to contend with.

To resume:

(What I miss, said your mother, is the poetry, the pure poem
of the first parts            )

The moon was in its first quarter.
As we approached the hospital
the air above it, having taken up
the glow through the glass roof
seemed ablaze, rivalling night's queen.
The room was packed with doctors.
How pale and young the boy seemed
among those pigs, myself
among them! who surpassed him
only in experience, that drug,
sitting erect to their talk:                              
valences     

For years a nurse-girl
an unhatched sun corroding
her mind, eating away a rind
of impermanences, through books
remorseless        

Curie (the movie queen) upon
the stage at the Sorbonne      
a half mile across! walking solitary
as tho' in a forest, the silence
of a great forest (of ideas)
before the assembly (the
little Polish baby-nurse) receives
international acclaim (a
drug)


Come on up! Come up Sister and be
saved (splitting the atom of
bitterness)!   And Billy Sunday evangel
and ex-rightfielder sets himself
to take one off the wall            

He's on
the table now!    Both feet, singing
(a foot song ) his feet canonized        

      as paid for
by the United Factory Owners' Ass'n       
     to “break” the strike
and put those S.O.Bs in their places, be
Geezus, by calling them to God!

— getting his 27 Grand in the hotel room
after the last supper (at the Hamilton)
on the eve of quitting town, exhausted
in his efforts to split (a split
personality)             the plate

What an arm!

Come to Jesus!          Someone help
that old woman up the steps          Come to
Jesus and be           All together now,
give it everything you got!

Brighten

                                     the corner where you
are!

Dear Doctor:
     In spite of the grey secrecy of time and my own self -shuttering
doubts in these youthful rainy days, I would like to make my pres-
ence in Paterson known t d you, and I hope you will welcome this
from me, an unknown young poet, to you, an unknown old poet,
who live in the same rusty county of the world. Not only do I
inscribe this missive somewhat in the style of those courteous sages
of yore who recognized one another across the generations as
brotherly children of the muses (whose names they well know)
but also as fellow citizenly Chinamen of the same province, whose
gastanks, junkyards, fens of the alley, millways, funeral parlors,
river-visions— aye! the falls itself— are images white-woven in their
very beards.
     I went to see you once briefly two years ago (when I was 21),
to interview you for a local newspaper. I wrote the story in fine
and simple style, but it was hacked and changed and came out the
next week as a labored joke at your expense which I assume you
did not get to see. You invited me politely to return, but I did not,
as I had nothing to talk about except images of cloudy light, and
was not able to speak to you in your own or my own concrete
terms. Which failing still hangs with me to a lesser extent, yet I feel
ready to approach you once more.
      As to my history: I went to Columbia on and off since 1943,
working and travelling around the country and aboard ships when
I was not in school, studying English. I won a few poetry prizes
there and edited the Columbia Review. I liked Van Doren most
there. I worked later on the Associated Press as a copyboy, and
spent most of the last year in a mental hospital; and now I am
back in Paterson which is home for the first time in seven years.
What I'll do there I don't know yet— my first move was to try and
get a job on one of the newspapers here and in Passaic, but that
hasn't been successful yet.
      My literary liking is Melville in Pierre and the Confidence Man,
and in my own generation, one Jack Kerouac whose first book
came out this year.
      I do not know if you will like my poetry or not—that is, how
far your own inventive persistence excludes less independent or
youthful attempts to perfect, renew, transfigure, and make con-
temporarily real an old style of lyric machinery, which 1 use to
record the struggle with imagination of the clouds, with which I
have been concerned. I enclose a few samples of my best writing.
All that I have done has a program, consciously or not, running on
from phase to phase, from the beginnings of emotional breakdown,
to momentary raindrops from the clouds become corporeal, to a
renewal of human objectivity which I take to be ultimately identical
with no ideas but in things. But this last development I have yet
to turn into poetic reality. I envision for myself some kind of new
speech— different at least from what I have been writing down — in
that it has to be clear statement of fact about misery (and not
misery itself), and splendor if there is any out of the subjective
wanderings through Paterson. This place is as I say my natural
habitat by memory, and I am not following in your traces to be
poetic: though I know you will be pleased to realize that at least
one actual citizen of your community has inherited your experience
in his struggle to love and know his own world-city, through your
work, which is an accomplishment you almost cannot have hoped
to achieve. It is misery I see (like a tide out of my own fantasy) but
mainly the splendor which I carry within me and which all free
men do. But harking back to a few sentences previous, I may need a
new measure myself, but though I have a flair for your style I
seldom dig exactly what you are doing with cadences, line length,
sometimes syntax, etc., and cannot handle your work as a solid
object— which properties I assume you rightly claim. I don't un-
derstand the measure. I haven't worked with it much either, though,
which must make the difference. But I would like to talk with you
concretely on this.
      I enclose these poems. The first shows you where I was
2 years ago. The second, a kind of dense lyric I instinctively try to
imitate—after Crane, Robinson, Tate, and old Englishmen. Then,
the Shroudy Stranger (3) less interesting as a poem (or less sincere)
but it connects observations of things with an old dream of the
void—I have real dreams about a classic hooded figure. But this
dream has become identified with my own abyss — and with the
abyss of old Smokies under the Erie R.R.. tracks on straight street
— so the shroudy stranger (4) speaking from the inside of the old
wracked bum of Paterson or anywhere in America. This is only
a half made poem (using a few lines and a situation I had in a
dream). I contemplated a long work on the shroudy stranger, his
wanderings. Next (5) an earlier poem, Radio City, a long lyric
written in sickness. Then a mad song (to be sung by Groucho Marx
to a Bop background.) (6). The (7) an old style ballad-type ghost
dream poem. Then, an ode to the Setting Sun of abstract (8) ideas,
written before leaving the hospital, and last an Ode to Judgment,
which I just wrote, but which is unfinished. (9) What will come
of all this I do not know yet.
      I know this letter finds you in good health, as I saw you speak
at the Museum in N. Y. this week. I ran backstage to accost you,
but changed my mind, after waving at you, and ran off again.

Respectfully yours,
          AG.

Paris, a fifth floor room, bread
milk and chocolate, a few
apples and coal to be carried,
des briquettes, their special smell,
at dawn:         Paris      
the soft coal smell, as she
leaned upon the window before de-
parting, for work     
— a furnace, a cavity aching
toward fission; a hollow,
a woman waiting to be filled

— a luminosity of elements, the
current leaping!
Pitchblende from Austria, the
valence of Uranium inexplicably
increased. Curie, the man, gave up
his work to buttress her.

But she is pregnant!
Poor Joseph,

the Italians say.

Glory to God in the highest
and on earth, peace, goodwill to
men!

Believe it or not.

A dissonance

in the valence of Uranium
led to the discovery

Dissonance
(if you are interested),
leads to discovery

— to dissect away
the block and leave
a separate metal:

hydrogen
the flame, helium the
pregnant ash      

— the elephant takes two years

Love is a kitten, a pleasant
thing, a purr and a
pounce. Chases a piece of
string, a scratch and a mew
a ball batted with a paw       
a sheathed claw        

Love, the sledge that smashes the atom? No, No! antagonistic
cooperation is the key, says Levy        

Sir Thopas (The Canterbury Pilgrims) says (to Chaucer)
Namoor—
Thy drasty rymyng is not
Worth a toord
—and Chaucer seemed to think so too for he stopped and went
on in prose         

REPORT OF CASES

   Case I. —M.N., a white woman aged 35, a nurse in the pediatric
ward, had no history of previous intestinal disturbance. A sister
who lived with her suffered with cramps and diarrhea, later found
by us to be due to amebiasis. On Nov. 8, 1944 a stool submitted by
the nurse for the usual monthly examination was found to be posi-
tive for Salmonella montevideo. The nurse was at once removed
from duty with full pay, a measure found to be of advantage in
having hospital personnel report diarrheal disturbances without
fear of economic reprisal.

—with ponderous belly, full
of thought!     stirring the cauldrons
     in the old shed used
by the medical students for dissections.
Winter.     Snow through cracks

Pauvre itudiant       
en l’an trentième de mon âge
Item        with coarsened hands
by the hour, the day, the week
to get, after months of labor    

a stain at the bottom of the retort
without weight, a failure, a
nothing. And then, returning in the
night, to find it     

LUMINOUS!

   On Friday, the twelfth of October, we anchored before the
land and made ready to go ashore       There I sent the people
for water, some with arms, and others with casks: and as it was
some little distance, I waited two hours for them.
   During that time I walked among the trees which was the
most beautiful thing which I had ever known.

• knowledge, the contaminant

Uranium, the complex atom, breaking
down, a city in itself, that complex
atom, always breaking down           
to lead.
But giving off that, to an
exposed plate, will reveal         

And so, with coarsened hands
she stirs

And love, bitterly contesting, waits
that the mind shall declare itself not
alone in dreams          

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