Llueve, la vegetación es verde,
estoy en otra ciudad, en otro país.
En otra vida fui águila imperial
que veía la tierra desde el cielo.
Y hace muchos años fui enterrado en la arena
tras una lenta y tremenda agonía.
En las montañas la ruleta de la fortuna
construye sus casitas de adobe
pegadas unas a otras,
con tejados de uralita frágil,
pero sin piedras que las defiendan
del viento de los poblados.
Entre las luces de esta ciudad
es feliz el hombre que nada posee,
pero si deseas enriquecerte
has de saber que podrías morir pronto.
Yo fui torturado hasta la muerte
como ante estos árboles mojados
y estas pendientes interminables
donde los ángeles barren sus suelos
de una tierra que sube al cielo.
Paso de un barrio a otro
y cruzo todos los puentes,
como el tiempo en las raíces
de los guayacanes que sobresalen del suelo.
Existo porque soy otro,
ahora que de nuevo soy yo mismo
sin tener que ocultar mi nombre.
El viento limpia de escombros las calles
y yo, bajo las flores amarillas,
no muevo ni me mojo.
Como aquella vez que me creía vestido
pero iba desnudo y ensangrentado,
o mejor dicho: es porque nazco de nuevo
que muero después de un vuelo muy alto
y poso mis pies sobre el piso
donde las raíces dibujan mi rostro.
(9 de agosto de 2013)
Kepa Murua (Zarauz, País Vasco, España, 1962) Periódico de Poesía, n° 106, febrero de 2018, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Kepa Murua
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