Libro IX, 424-437
entonces verdaderamente aterrado, fuera de sí
grita Niso sin ocultarse en la noche, no pudiendo
soportar tanto dolor: “hacia mí, hacia mí, oh Rútulos
yo fui quien lo hizo, a mí dirijan las espadas: fue mío
todo el error, este nada pudo, ni su atrevimiento;
por testigos pongo estas estrellas: tan grande era
el cariño por su desgraciado amigo”: estas cosas dijo
sin embargo la cercana espada del enemigo atraviesa
las costillas y rompe el delicado pecho: Euríalo cae
herido de muerte, sangre corre por el cuerpo blanco
y el cuello cansado cae sobre los hombros, tal cual
cuando una flor purpúrea cortada por el arado
languidece muriendo, tal cual la adormidera, a fuerza
de lluvia, cansado su cuello, deja caer el capullo
Publio Virgilio Marón (Mantua, 70 a.C.-Brindisi, 19 a.C.), Eneida, 19 a.C.
Versión de Ignacio Uranga
................ tum vero exterritus, amens,
conclamat Nisus nec se celare tenebris
amplius aut tantum potuit perferre dolorem:
«me, me, adsum qui feci, in me convertite ferrum,
o Rutuli! mea fraus omnis, nihil iste nec ausus
nec potuit; caelum hoc et conscia sidera testor;
tantum infelicem nimium dilexit amicum.»
talia dicta dabat, sed viribus ensis adactus
transadigit costas et candida pectora rumpit.
volvitur Euryalus leto, pulchrosque per artus
it cruor inque umeros cervix conlapsa recumbit:
purpureus veluti cum flos succisus aratro
languescit moriens, lassove papavera collo
demisere caput pluvia cum forte gravantur.
Y el destino continua desde entonces "candida pectora rumpit" rompiendo delicados pechos.
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