domingo, abril 27, 2014

Egon Schiele / Dos poemas















Música durante el ahogamiento

Por momentos, el río negro doblegaba
todas mis fuerzas bajo su yugo.
Las aguas bajas, yo las veía profundas,
y las orillas en pendiente suave, abruptas y elevadas.
Arrastrado por el torbellino de las olas, luchaba
y oía las aguas en mí,
las buenas, las bellas aguas negras ––
Después, de nuevo respiré una fuerza dorada.
La corriente fluía, poderosa, siempre más poderosa.



Sensación

Los grandes vientos de las alturas
enfriaron mi columna vertebral,
y ahora mi mirada es estrábica.
Sobre una pared leprosa, vi
el mundo entero
con todos sus valles, y sus montañas, y sus extensiones
          de agua,
con todos sus animales que se desplazaban a lo lejos –
Las sombras de los árboles y las manchas del sol
me recordaron las nubes.
Sobre esa tierra, yo caminaba
y no percibía mis miembros
de tan ligero como me sentía.


Egon Schiele (Tulln, 1890-Viena, 1918), Yo, eterno niño. Poemas, traducción de Jorge Segovia, Maldoror Ediciones, Vigo, 2005
Envío de Jonio González



MUSIK BEIM ERTRINKEN

IN MOMENTEN JOCHTE DER SCHWARZE FLUSS
meine ganzen Kräfte.
Ich sah die kleinen Wasser groß
und die sanften Ufer steil und hoch.
Drehend rang ich
und hörte die Wasser in mir,
die guten, schönen Schwarzwasser ––
Dann atmete ich wieder goldene Kraft.
Der Strom strömte starr und stärker.



EMPFINDUNG

HOHE GROSSWINDE MACHTEN KALT
mein Rückgrat
und da schielte ich.
Auf einer kratzigen Mauer sah ich
die ganze Welt
mit allen Tälern und Bergen und Seen,
mit all den Tieren, die da umliefen –
Die Schatten der Bäume und die Sonnenflecken
erinnerten mich an die Wolken.
Auf dieser Erde schritt ich
und spürte meine Glieder nicht,
so leicht war mir.

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