miércoles, abril 02, 2014

Gregory Orr / Reuniendo los huesos













                                                       A Peter Orr

Cuando todas las habitaciones de la casa
se llenen de humo, no bastará
con decir que un ángel duerme en la chimenea.

1

Una noche en el establo

El cadáver del ciervo cuelga de una viga.
Envuelto en mantas, un chico vigila
desde un montón de heno. Se duerme

y sueña con una muerte que se acerca:
Dentro de él hay pequeños huesos
dispersos en un prado entre bardanas y hierbajos secos.
Se pasará la vida caminando allí,
reuniendo los huesos.

Las palomas susurran en el alero.
A sus pies, el pastor alemán
chasquea dormido las mandíbulas.

2

Un padre y sus cuatro hijos
bajan corriendo una pendiente hacia
un ciervo que acaban de matar.
El padre y dos de los hijos llevan
rifles. Ríen, se empujan
y no paran de hablar entre ellos.
Un arma se dispara
y el menor de los hermanos
cae al suelo.
Un chico con un rifle
se detiene a su lado,
gritando.

3

Me acurruco en un rincón de mi habitación,
mirando fijamente dentro del hueco de cristal
de mis manos; muy abajo
lo veo ahogarse en el aire.

Fuera, hojas semejantes a bocas
forman una charca negra
bajo un árbol. Los caracoles se deslizan
ahí, pequeños cisnes de muerte.

4

Humo

Algo ha tapado la chimenea
y la casa se llena de humo.
Salgo y miro hacia el tejado,
pero no veo nada.
Vuelvo a entrar. Todos lloran,
mientras van de habitación en habitación.
Los ojos les duelen. Este humo
convierte a la gente en sombras.
Incluso después de desaparecer,
de que hayan desaparecido las lágrimas,
lo oleremos en las almohadas
cuando nos tendamos a dormir.

5

Vive en una casa de cristal negro.
A veces lo visito, y hablamos.
Mi padre dice que está muerto,
pero ¿qué significa eso?
Anoche encontré a un chico
durmiendo en un nido de huesos.
En la mejilla tenía una cicatriz roja
en forma de hoja.
Lo alcé
y lo llevé conmigo,
a pesar de que no sabía adónde iba.

6

El viaje

Todas las noches me arrodillaba sobre una placa de mármol
y restregaba la sangre.
La restregué durante años, y seguía allí.
Pero esta noche los huesos empiezan a quemar
en mis pies. Me incorporo
y echo a andar, y la placa
aparece bajo mis pies con cada paso
un camino blanco del largo de tu cuerpo, apenas.

7

La distancia

El invierno de mis ocho años, un caballo
patinó en el hielo y se rompió una pata.
Mi padre cogió un rifle, una lata de gasolina.
Permanecí al costado del camino al anochecer y miré
el cadáver que ardía en el prado lejano.

Yo tenía doce años cuando lo maté;
sentí mis propios huesos separarse de mi cuerpo.
Ahora tengo veintisiete y camino
junto a este río, buscándolos.
Se han transformado en un puente
que forma un arco hacia la orilla opuesta.

Gregory Orr (Albany, NY, 1947), The Caged Owl: New and Selected Poems, Copper Canyon Press, Port Townsend, WA, 2002.
Versiones de Jonio González


Foto: Gregory Orr por Emily Bolden en The Hook



Gathering the Bones Together

               for Peter Orr

When all the rooms of the house
fill with smoke, it’s not enough
to say an angel is sleeping on the chimney.

1

A Night in the Barn

The deer carcass hangs from a rafter. 
Wrapped in blankets, a boy keeps watch 
from a pile of loose hay. Then he sleeps 

and dreams about a death that is coming: 
Inside him, there are small bones 
scattered in a field among burdocks and dead grass. 
He will spend his life walking there, 
gathering the bones together. 

Pigeons rustle in the eaves. 
At his feet, the German shepherd 
snaps its jaws in its sleep. 

2

A father and his four sons 
run down a slope toward 
a deer they just killed. 
The father and two sons carry 
rifles. They laugh, jostle, 
and chatter together. 
A gun goes off 
and the youngest brother 
falls to the ground. 
A boy with a rifle 
stands beside him, 
screaming. 

3

I crouch in the corner of my room, 
staring into the glass well 
of my hands; far down 
I see him drowning in air. 

Outside, leaves shaped like mouths 
make a black pool 
under a tree. Snails glide 
there, little death-swans. 

4

Smoke

Something has covered the chimney 
and the whole house fills with smoke. 
I go outside and look up at the roof, 
but I can’t see anything. 
I go back inside. Everyone weeps, 
walking from room to room. 
Their eyes ache. This smoke 
turns people into shadows. 
Even after it is gone 
and the tears are gone, 
we will smell it in pillows 
when we lie down to sleep. 

5

He lives in a house of black glass. 
Sometimes I visit him, and we talk. 
My father says he is dead, 
but what does that mean? 
Last night I found a child 
sleeping on a nest of bones. 
He had a red, leaf-shaped 
scar on his cheek. 
I lifted him up 
and carried him with me, 
though I didn’t know where I was going. 


6

The Journey

Each night, I knelt on a marble slab 
and scrubbed at the blood. 
I scrubbed for years and still it was there. 
But tonight the bones in my feet 
begin to burn. I stand up 
and start walking, and the slab 
appears under my feet with each step, 
a white road only as long as your body.


7

The Distance

The winter I was eight, a horse 
slipped on the ice, breaking its leg. 
Father took a rifle, a can of gasoline. 
I stood by the road at dusk and watched 
the carcass burning in the far pasture. 

I was twelve when I killed him; 
I felt my own bones wrench from my body. 
Now I am twenty-seven and walk 
beside this river, looking for them. 
They have become a bridge 
that arches toward the other shore.

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