Llovió toda la noche. La lluvia me dibujó una imagen.
Me vino a ver. Era incomparablemente joven.
Mi madre, era ya vieja, sentada en su silla
en Cambridge. No supo que él estaba de vuelta.
Me cargó. Su traje era de lana,
me estrechó contra ese traje. El mar era 1950.
Él era brillante como un arete en mi oreja.
Habló con frases largas, yo con cortas.
No había estado muerto nunca, sólo lejos,
pero a nosotros se nos olvidó, único marinero
de la lluvia. Su cara era grande, la mía pequeña.
La deslizada reliquia en un museo, bajo un cristal, caray,
puertas al campo abiertas de par en par.
¿Quién va a querer cantar ya al piano
o recorrer la sala, tantos días sin él?
Arrastra su bote por el estero,
se afana bajo la luz de la bahía y no se queja.
Sus hijas son tiernas, sus hijas
lo aman tiernamente, joven del tipi.
Quita sus gafas de la mesilla,
su libro del Quijote abierto en esa página
con la que rio la última noche de su vida.
Vuelto de nuevo a ser ausencia, como un grito frío,
las teclas del piano que se escurren, la lluvia que escampa,
los bueyes que aprietan el paso en el escampado
lodo, ay, a sólo un paso de mi ventana.
de Breathe Now, Breathe
Jane Durán (La Habana, 1944; reside en Londres), Carlos López Beltrán y Pedro Serrano, La generación del cordero. Antología de la poesía actual de las islas británicas, Trilce Ediciones, Ciudad de México, 2000
When I Slept
It rained all night. The rain drew me a picture.
He came to see me. Ha was incomparably young.
My mother was old now, sitting in her chair
in Cambridge. She did not know he was back.
He picked me up. His suit was wool,
he held me against that suit. The sea was 1950.
He was bright in an earring against my ear.
He spoke in long lines, I in short.
Ha had never been dead, here allong
just away and we forgot, the sole sailor
of the rain. His face was large, mine was tiny.
The slipped relic in the museum, under glass,
doggone, field gate wide open. Who would want
to sing anymore at the piano or tour
our living room, so many days without him?
He drags his boat along the mud flats,
he toils in the bay light and does not complain.
His daughters are tender, his daughters
love him tenderly, young man of the wigwam.
He clears his glasses from the side table,
his book of Don Quixote is open at that page
where he laughed on the last night of is life.
Back to be absent again, like a cold cry,
the cold piano keys seeping away, the rain drying,
the oxen stepping out from the drying
mud oh just outside my window.Ilustración: 110707-3-50x60. Foto de Eduardo Grossman
No hay comentarios.:
Publicar un comentario