Yo tenía dieciséis, y tenía los sueños más terribles,
y puntos delante de mis ojos, y debilidad nerviosa.
Y no podía recordar los libros que leía
como Frank Drummer, que memorizaba página tras página,
y mi espalda era débil, y me preocupaba y preocupaba,
y me daba vergüenza y balbuceaba mis lecciones,
y al parame para hablar olvidaba
todo lo que había estudiado.
Pues bien, vi el aviso del Dr. Weese,
y allí leí todo en letra impresa,
como si él me conociera;
y acerca de los sueños que no podía evitar.
Por eso supe que estaba destinado a una tumba temprana.
Y me preocupé hasta que tuve una tos,
y entonces los sueños cesaron,
y luego dormí sin sueños
aquí en la colina junto al río.
Johnnie Sayre
Padre, nunca podrás saber
la angustia que atormentó mi corazón
por mi desobediencia, tan pronto como sentí
la rueda despiadada de la máquina
hundirse en la carne sollozante de mi pierna.
Mientras me llevaban a la casa de la viuda Morris
pude ver en el valle la escuela
a la que no fui para subirme de polizón a los trenes.
Rogué vivir hasta poder pedir tu perdón —
¡Y entonces tus lágrimas, tus palabras de consuelo entrecortadas!
Del solaz de esa hora obtuve infinita felicidad.
Fuiste sabio al grabar para mí:
“Sustraído al mal por venir”.
Edgar Lee Masters (Garnett, 1868 - Melrose Park, Pennsylvania , 1950), Spoon River Anthology, Macmillan, 1915
Versiones de Gerardo Gambolini
Zenas Witt
I was sixteen, and I had the most terrible dreams,
And specks before my eyes, and nervous weakness.
And I couldn’t remember the books I read,
Like Frank Drummer who memorized page after page.
And my back was weak, and I worried and worried,
And I was embarrassed and stammered my lessons,
And when I stood up to recite I’d forget
Everything that I had studied.
Well, I saw Dr. Weese’s advertisement,
And there I read everything in print,
Just as if he had known me;
And about the dreams which I couldn’t help.
So I knew I was marked for an early grave.
And I worried until I had a cough,
And then the dreams stopped.
And then I slept the sleep without dreams
Here on the hill by the river.
Johnnie Sayre
Father, thou canst never know
The anguish that smote my heart
For my disobedience, the moment I felt
The remorseless wheel of the engine
Sink into the crying flesh of my leg.
As they carried me to the home of widow Morris
I could see the school-house in the valley
To which I played truant to steal rides upon the trains.
I prayed to live until I could ask your forgiveness —
And then your tears, your broken words of comfort!
From the solace of that hour I have gained infinite happiness.
Thou wert wise to chisel for me:
“Taken from the evil to come.”
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Ilustración: The Old Clock on the Stairs, siglo XIX, Edward Lamson Henry
Muy desgraciados suelen ser los muertos de Edgar Lee Master. Incluso el segundo poema, cómo sufre el joven hasta la mitad del poema...
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