Un viejo amor se ha dormido:
"Arrorró, arrorró..."
Toma la guitarra amigo. Pero no hagas ruido. Caminemos despacio de puntillas. ¡Y vámonos!
Tenemos que cantar toda la noche. Ha de ser lejos. No quiero que nuestras voces interrumpan esta paz.
Un viejo amor se ha dormido:
"Arrorró, arrorró..."
¡Toma la guitarra, amigo, y vámonos!
Palabras para un amigo. Canciones de puertas adentro, 1937
*
Canción de soledad
Cantemos en voz baja.
Estamos bajo la noche en un campo abierto. La inmensidad y las estrellas recogen nuestras palabras.
Cantemos en voz baja.
Pero la noche es vana en sí misma. Y esta inmensidad de silencio es nada.
Y no sirven las apariencias.
Tenemos conciencia. Y entre lo que somos y lo que miramos el vacío hace murallas.
Estamos solos. No tiene cauce el alma.
Cantemos en voz baja: la soledad del canto es nada.
El capitán convaleciente y Otros poemas distintos, 1938
*
Trepando ese viejo camino del cerro, la vida me ladra. Haría yo, si pudiera, cosas de cambiar el mundo.
Y el río ese que quemaba, cada piedra al sol, como una brasa, lo llenaba de corrientes y murmullos.
Los del valle mirarían la cuesta asombrados. Verían venir el agua como la inglesa de briches planchados sobre una mula blanca.
Entretanto, querida, subamos al cerro. La patrulla desmontó en la comisaría. Y al preso lo metieron preso.
Yo subía con las piernas. Con los ojos bajaba.
Tucumán de paso, 1949, 1972
Enrique Wernicke (Buenos Aires, 1915 - 1968), Obra poética, edición de Julia Sabena, prólogo de Andrés Monteagudo; Serapis, Rosario, 2017
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Foto: Enrique Wernicke en la portada de Cuentos, Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires, 1968
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