Hoy, en el centro comercial,
me compré un ventilador.
Claro, un ventilador,
porque anoche no pude
pegar un ojo,
me faltaba el aire...
Podrías haberme dicho, Maura,
que te ibas,
que poco a poco te ibas decolorando
en la lavandina de un dolor;
pero no lo hiciste,
no dijiste nada,
me dejaste toda la noche
a la merced
de ortigas alrededor de los tobillos,
densas medusas,
caninos demasiado afilados
para cualquier resistencia.
Luego, con las pupilas limpias,
pensé de nuevo en la escalera
que subíamos juntos,
el barullo de los estudiantes en la puerta,
la reverencia de los saludos
de los que siempre esperan
juicios demasiado universales.
Pensé de nuevo en tus consejos
polares como las estrellas,
las charlas en el jardín,
mientras tu marido
pellizcaba los duraznos de temporada...
Y esta mañana, al regresar a casa,
el nuevo ventilador bajo el brazo,
en el umbral
ya no vi más la muerte,
el cráneo con occipucios prominentes
y globos oculares vacíos,
sino una chica con trenzas
lidiando con un teléfono celular
y tú a mi lado
susurraste algo,
tal vez que la vida sigue,
sigue de todos modos,
y que es bueno que todavía existan
ciertas chicas con trenzas...
Piergiorgio Viti (Sulmona, Italia, 1978), Dentro al petto mi si muove un canto, Arcipelago Itaca, Osimo, Ancona, 2022 Vía Piergiorgio Vitti/Facebook
Versión de Jorge Aulicino
Más poemas de Piergiorgio Viti en Otra Iglesia Es Imposible
Oggi, al centro commerciale,
mi sono comprato un ventilatore.
Certo, un ventilatore,
perché stanotte non riuscivo
a prendere sonno,
mi mancava l’aria…
Potevi dirmelo, Maura,
che te ne stavi andando,
che stavi sbiancando a poco a poco
nella candeggina di un dolore;
invece non l’hai fatto,
non hai detto nulla,
lasciandomi tutta notte
in balìa
di ortiche attorno alle caviglie,
meduse avvinghiate,
canini troppo aguzzi
per qualsiasi resistenza.
Poi, con le pupille terse,
ho ripensato alle scale
che salivamo insieme,
al chiasso degli alunni sulla soglia,
alla reverenza dei saluti
di chi si aspetta sempre
giudizi troppo universali.
Ho ripensato ai tuoi consigli
polari come stelle,
alle chiacchiere in giardino,
mentre tuo marito
pizzicava albicocche di stagione…
E stamattina, di ritorno a casa,
il ventilatore nuovo sotto braccio,
sulla soglia
non ho più visto la morte,
il teschio con gli occipiti prominenti
e i bulbi oculari vuoti,
ma una ragazza con le trecce
alle prese con un cellulare
e tu di fianco a me
hai sussurrato qualcosa,
forse che la vita va avanti,
va avanti lo stesso,
che è bello esistano ancora
certe ragazze con le trecce…
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