Devoción
Desde el vacío
el ruido de la noche
se hace espacio.
Pertinaz la cigarra
suelta su cascabel
de oscuridad
y el viento deja
un peso
en las paredes.
La noche es un secreto.
Nada aplaca
su sed de confusión.
En ella
la verdad y el pecado
se parecen.
Dibujo de las cosas
Las cuatro. Alguien pasa corriendo por la calle.
La música y la soledad de esta tarde
que empieza a oscurecer.
La ventana.
Un árbol ya sin hojas en que inicia el invierno.
La calma y las chimeneas en la casa de enfrente.
El cielo, pesadamente gris, abandonando el día.
El cigarro que consume la música y la tarde y el poema.
Una manzana en el frutero.
La dama de Shalott en la pared.
Unos helechos secos de los fríos de Gales. Una muñeca.
El secreto y perdurable estar de las cosas,
en su reposo,
en su lento ir aconteciendo cada día,
en la mirada que ponen en mí,
en el callado poema que depositan.
Pintura de un grabado
a Mario Rangel
En la miseria de la amistad
quedan brotes, trabajos.
Tardes encabalgadas en cafés,
conversaciones y soledades compartidas, actos.
Por el secreto a voces del poema
van fijando sus modos, su costumbre.
Así las tardes, así el anochecer que nos reunía,
la medida de ron de oscuridad.
Ahora sólo esta imagen, esta página,
esta breve humareda del poema.
Pedro Serrano (Montreal, Canadá, 1957), "El miedo" (1986), Abertal. Poemas reunidos (1986-2019)
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