in memoriam Jean-Louis Trintignant
la vida, verdaderamente la vida,
puede apagarse entre poemas
así me lo reveló con infrecuente humildad
ese actor más infrecuente todavía, que prefirió retirarse
después de numerosos triunfos
al modesto escenario de la declamación
allí lo vi
hierático
casi ciego
mientras escuchaba su todavía fascinante voz de noventa años
modelando cada verso amado con idéntica pasión
con la que un eximio guitarrista acaricia las cuerdas
o algún otro recorre el cuerpo que lo transporta a la plenitud
allí supe que la poesía sólo había muerto a medias
buceando entre silencios y secretos inencontrables
y que aún ahora se debate entre aleteos de resurrección
él tenía a su lado
permanentemente
a la hija ausente
asesinada por celos o por pura violencia
entre bocanadas de hachís o inyecciones de heroína
furia de posesión o dominación ¿qué más da?
un rockero embebido de justicia militar
tal vez este padre herido sólo nos decía con tristeza:
juntos hemos bajado un millón de escaleras
y ahora que no estás cada escalón es un vacío
no cometeré la insensatez de intentar reproducir
las suaves palabras que él lanzaba a su extasiado público
sus poemas adorados de Rimbaud, Baudelaire o Boris Vian
con la plegaria inútil de no sucumbir ante la muerte
je voudrais pas crever
mujeres y hombres reverentes que eran capaces de escuchar
también el aullido del horror
y las múltiples voces
que se van desvaneciendo
paulatinamente
a medida que nuestro propio cuerpo
deja apenas una estela incierta
en el implacable camino hacia el fin
un poeta absorbe todo lo que experimenta
pero sólo un genio sabe destilarlo
había precisado Peter Brook
quien lo siguió en el cortejo
apenas unos pocos días después
para completar el círculo de una época
a ese deslumbrante director
yo lo había comenzado a admirar a mis dieciocho años
en el Cine Club Sombras de la lejana Córdoba
por su Señor de las Moscas y las religiones encubiertas
sólo para que tras medio siglo y una distancia transatlántica
me enseñara la forma que tomaba en mí la sinestesia
allá, en una sala de Les bouffes du Nord,
pude comprender a través de su pieza de teatro
que mi vida había ocurrido siempre en la confusión
pero yo, en lugar de ver otros colores, percibir sonidos o gustos
supe multiplicar cifras
con la descontrolada obsesión de un matemático
contar días horas minutos y segundos
sin que pudiera adivinar para qué servía esa tarea absurda
de intentar dibujar una balbuciente línea de tiempo
¿acaso quise precisar dónde se encuentra la cinta de llegada
en la carrera donde todos somos triunfadores
especialmente aquellos que aguardamos ante las puertas de la ley?
París, julio 2022
Miguel Espejo (Ledesma, Argentina, 1948), Palabras de Poeta n° 14, Córdoba, Argentina, noviembre 2022
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Foto: Wikimedia Commons
Poemazo!💎✒ Alfredo Lemon
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