Hago señas y signos pasajeros
En aquel mismo árbol fui a buscar
otro verano, el corazón ese, mal grabado
sobre una playa de corteza tersa
con la hoja viva y rota de un cuchillo.
La crecida del invierno y de la savia
había arrastrado nuestras letras,
flechas y dibujos infantiles,
hasta perderlos en el laberinto para siempre
tragados por el remolino de las ramas.
Eclipse
Y a veces pienso que después de tanto
y tanto aire, soplo y saliva malgastados
en el intento de apagar el sol,
como me dijeron,
estará solo la manta de la oscuridad,
ahogándome,
y nada más en torno a mi cabeza,
si lo apago.
Gonzalo Millán (Santiago de Chile, 1947-2006), El viajero sin vuelta, Universidad de Concepción, Concepción, 2020
Envío de Jonio González
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Foto: La Tercera
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