1.
johann sebastian me da un empujón (no
encuentro los anteojos. alguien que huye
quiere voltear la puerta (lo invito a la cocina
le ofrezco un vino empezado y le pido que se calme:
el perro del vecino sigue sin alcanzar la luna.
su saco echa humo aún (por favor, los vecinos
parece balbucear el nombre de un amor antiguo
por sus ojos desesperados camina una palabra muda
corro, pero la pierdo en la multitud
otra vez el hígado –pienso– aunque la mesa ya
ha comenzado a tomar su forma natural
debo volver a mis huesos antes de que empiece
a llover en los espejos (marcela, la violonchelista
no da señales de vida y eso puede confundir a
cualquiera. a esta altura bach se ha llevado al
desesperado a buscar un barcito abierto en
la terminal (la ventana sigue fiel y
empecinada
la ciudad es un rinoceronte dormido
que puedo acariciar con toda mi desnudez
9.
y encima el agujero en la cubrecama
como disparo de guerra casi (moretones sobre
esta pelambre de lagarto que. yo también
afilo mis fantasmas y suelo dejarlos en alguna
esquina o en medio del puente que me
cruza a diario (musiquita del solo ¿no?
benditoantonioagri
es grande este hospital y
si se cruza una enfermera en el pasillo
mejor quizá se deje curar de la estupidez
endémica sobre una cama imposible de
jazmines –vos sabés que una palabra puede
tánto (herí
herí con el arco la muerta mudez de lo hecho
sólo la lengua embarrada abre las puertas de lo que viene
Alejandro Carrizo (Ledesma, Jujuy, 1959), Tocata y fuga, Cuadernos del Duende, Jujuy, 2010
Foto: El poeta Alejandro Carrizo
dejate de joder
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