Serpientes venenosas
José Jolís S.J. nos habla de las serpientes venenosas
y de los cascabeles (tintinean en los platillos de oro de las bailarinas
de las cortes florentinas, danzas de salones barrocos)
nos describe su color / rojo /
(búfalos de Altamira cuando uno puede ver las
oscuras cavernas paleolíticas de la mujer amada)
y cómo esas víboras de ojos fosforescentes alumbran de noche
el paso de los indígenas perdidos en la selva de sus pesadillas,
y aunque Plinio dudaría más o menos escéptico o envidioso
Jolís describe una grande del tamaño de un buey o de
un gomero de la India
sobre el cual durmieron con el Cacique Tellogotí de la Nación Giapitallagá
y el Cacique Aglaiquí de la Nación Toba.
Durante varios siglos se creyó que todo era una mentira
una exageración de los chronistas
hasta que en 1970 dos astronautas que regresaron del espacio
habían crecido 4 centímetros y medio de estatura.
Historia clínica con datos verdaderos y prosaicos
No hagas poemas con problemas personales.
Drummond de Andrade
Hace años me hicieron un personal injerto de tibia
en la columna (Mal de Pott), y luego me extrajeron un riñón
(órgano que no es fácil de colocar en un poema)
hace poco
me pusieron un marlex en el cuerpo:
ya parezco el Vizconde Demediado de Calvino.
Pero esa razón, quizás, él resucita y ama más la vida
y el sol del jardín rejuvenece y tranquilo
y feliz como el destino sereno de las plantas,
yo pienso a mis amigos, a la enferma Katherine, y se llena
de energías vitales subterráneas y abro al azar
por ejemplo
las cartas de Herman Hesse o los versos de Ortiz.
Y todo lo que saludablemente leo o invento o confundo
en el Chaco o Nueva York (perdonen los lectores
la experiencia) son discursos simulados
de la imagen / "Puesto que estos misterios nos rebasan
finjamos ser sus organizadores" (¿y por qué no agregar que la poesía
es una abreviada forma personal de la ansiedad?)
Yo bebo en consecuencia a grandes sorbos en la copa transparente
que me sirve la vida, en el rosado vino
(médico-científico) del amor natural.
Alfredo Veiravé (Gualeguay, Argentina, 1928- Resistencia, Argentina, 1991), Radar en la tormenta, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1985
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Ilustración: Seres híbridos, 1979, Raquel Forner
Un poeta realmente interesante, me gusta, me gusta mucho.
ResponderBorrarclelia Bercovich