Como operación delicada que es, los poetas
comienzan a roer la realidad con tal delicadeza e inocencia
que nadie, juraría, creería que eso es lo que sucede.
Se desmontan los mecanismos del pensamiento.
La orfebrería mental
se desvanece.
La realidad se aleja del corazón. Desaparece el placer.
(Otra manera de verlo:
el mundo se aleja de los hombres
porque el mundo los sobrepasa en inteligencia,
veut dire: la Tierra piensa.)
Se destruye la tapa de lo razonable: el cerebro
estalla.
Entonces la vuelta de tuerca,
el golpe de efecto,
retroceso para la ironía:
se ha ido,
se ha ido,
repite la voz: se ha ido
un hombre viejo que al enfrentar su vejez
decidió arrancar de la muerte
un argumento: la revelación de un misterio:
ver
lo que no existe.
Víctor Redondo (Buenos Aires, 1953), Circe, Editorial Ultimo Reino, 1985. En la Revista del Festival de Poesía de Medellín
Foto: s/d
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