¡Inocencia! La inocencia es la condición del cielo.
Sólo por lo que aún no sabemos hemos de ser
homenajeados, nutridos. Es decir, ritualmente.
Lo desconocido es el refugio al que nos precipitamos. Pues
aun cuando, sin paracaídas, estamos aplastados
contra la tierra, no será la misma tierra que dejamos
para remontar el vuelo. ¿En busca de qué? Nada hay
allí. Ni siquiera lo que ahora desconocemos. Pero
jamás supimos que la tierra fuera tan sólida como cuando
nos desplomamos sobre ella. De la altura caemos, inocentes,
hacia nuestras muertes.
Más bien quisiera ser en noviembre
un pájaro carpintero de los bosques. Un grito, un movimiento,
salpicado de rojo, entre las ramas desnudas. Una luz, un
destino donde los objetivos son interminables y
el escarabajo el final del vuelo. Nutrido, la ceremonia
sin otro testigo que las rocas con líquenes, las
hojas secas y los erguidos cuerpos de los árboles.
La inocencia arroja por el aire el cuerpo
negro y blanco, la inocencia lo guía. El vuelo
sólo significa deseo y el deseo es el fin del vuelo,
¡apuñaleándote allí con lengua de púas que triunfa!
William Carlos Williams (Rutherford, Nueva Jersey, Estados Unidos, 1883 - 1963), Wallace Stevens, William Carlos Williams, Robert Lowell, Poemas, selección y versiones de Alberto Girri, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1982
Otra Iglesia Es Imposible - Ediciones en Danza - Visor - De Sibilas y Pitias - Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) - La Biblioteca de Marcelo Leites - Op. Cit. - Eterna Cadencia - Carátula - Altazor - Insularis Magazine - Taller Igitur - Nueva Provenza
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