El hombre que yo era
empeñado en demostrar
la imbecilidad de vivir
la piel desnuda
flor seca
ambulaba por el mundo.
Tomaba un ritmo del aire,
una flor del éxtasis
en el placer caía
en el humo.
La flor de la hez
de la palabra.
El hombre que yo era
–hilo de espuma
vuelto de la aniquilación de sí
como un viento en el humo
se observaba en el espejo
de la soledad del hambre.
Observaba la flor pálida de un rostro caído
observarse, triste y aburrido,
en el espejo del vacío.
Encorvaba la pluma del aire
como una garza bailando en el resplandor.
Era la patética figura del no va más.
El hombre que yo era
empeñado en demostrar
su no existencia
cerraba la puerta y se perdía
en la desmesura del sol.
Víctor Redondo (Buenos Aires, 1953), Palabras de Poeta, año 7, n° 13, Córdoba, Argentina, junio de 2022
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Foto: Víctor Redondo/Facebook
Hermoso!
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