Libro Cinco
III
Peter
Brueghel, el viejo, pintó
una Nacimiento,
¡pintó un Bebé
recién nacido!
entre las
palabras.
Hombres
armados,
hombres salvajemente
armados
armados
con picas,
alabardas y espadas
hombres susurrantes
de rostros esquivos
llegaron al
corazón
del asunto
mientras le
hablaban al barrigón
de barba gris
(centro)
el objeto de
sus comentarios,
mirando de
reojo, mostrando su
asombro ante
la escena,
rasgos como
los de los soldados alemanes
más estúpidos
de la última
guerra
— pero el Bebé
(como en un
catálogo
ilustrado
en colores) descansa
desnudo en las rodillas de su
Madre
— es una
escena, tan
auténtica, que
se ve con frecuencia
entre los
pobres (aplaudo
al hombre
Brueghel que pintó
lo que vio —
muchas
veces, sin duda,
entre sus
propios hijos, pero desde luego no
en este marco)
Las coronadas cabezas
de mitra
de los 3 hombres,
uno de ellos negro,
que vinieron, como
es obvio desde lejos
(¿asaltantes
de caminos?)
por las ricas capas
que vestían — hicieron
ofrendas
para sosegar a
sus dioses
Sus manos estaban
cargadas de regalos
— tenían ojos
para revelaciones
en esos
tiempos— y vieron,
vieron con los
ojos adecuados,
estas cosas
para la
envidia de la soldadesca vulgar
El pintó
el bullicio de
la escena,
el descuidado cabello
suelto del viejo
en el
medio, sus
labios caídos
— — incrédulo
de que se armara
tanto escándalo
por una cosa
tan simple como un bebé
nacido de un
hombre viejo
y de una muchacha
y una muchacha linda
además
¡Pero los regalos!
(obras de arte,
¿dónde podrían
haberlos
recogido o
mejor dicho
robado? )
— ¿de qué otro
modo honrar
a un viejo, o
a una mujer?
— los andrajos
de los soldados,
bocas
abiertas,
sus rodillas y
pies
rotos por 30 años
de
guerra, duras campañas,
sus bocas
babeando por
el banquete
ofrecido
Peter Brueghel
el artista lo
vio desde
ambos lados:
debe servirse
a la imaginación—
y él la sirvió
desapasionadamente
No es pecado mortal ser pobre— cualquiera menos esta
tribu
uniforme tiene el dinero ahora— observando el átomo, com-
pletamente ciega — sin gracia ni piedad, como otros tantos
crustáceos. El artista, Brueghel, los vio •
: los
trajes de sus campesinos eran de material superior,
hechos a
mano, de lo que podemos alardear.
— hemos llegado en nuestra época a la era de la imitación
barata, los
hombres son baratos, manejados por sus jefes, dentro y
fuera del trabajo que
debe hacerse, con ganancia. ¿Para quién? Pero esto no es
así para el albañil
portugués, su propio jefe “en el nuevo mundo” que
construye una pared para
mí, conmovido por la sabiduría del viejomundo de lo que
es “virtuo-
so”
• “eso que hoy te venden
en las tiendas, no es bueno, se
rompe en tus manos
• ese material manufac-
turado, de la fábrica, se rompe en tus manos, no les
importa lo que producen •
• •”)
El
Evangelio según San Mateo, Capítulo I, versículo 18, —
Ahora el nacimiento de Jesucrito fue de este modo: Cuando
su madre
Miriam • fuera desposada con
José, antes de que se unieran, se descubrió
que ella estaba embarazada del Espíritu Santo.
• La versión de King
James, por supuesto, dice “María”, pero se recuerda que
el Dr. Williams con frecuencia se refería a la madre de
Jesús como
Miriam” Cf. el hebreo Miryam como raíz de ambos nombres.
— ED.
19 Luego José, su
esposo, siendo un hombre justo, y no deseando convertirla
en un ejemplo públiko, se dispuso a abandonarla en secreto.
20 Pero mientras pensaba en esto, observad, el ángel del
Señor, se le apareció en un sueño, diciéndole, José, tú,
hijo de
David, no temas tomar a Miriam como tu esposa: porque
aquello que
fue concebido en ella es del Espíritu Santo.
Lucas • •
Pero María se guardó todo esto, y lo sopesó en
su corazón.
ninguna mujer es
virtuosa
si no se
entrega a su amante
— de inmediato
Querido Bill:
• • •
• • •
• • •
• • •
• • •
Un querido amigo en París, G.D., casado con la hija de Henri Matisse,
y cuya cabeza es la más lúcida que haya encontrado en
Europa, me ha dicho que
hoy día Francia está gobernada por gendarmes y conserjes.
En la Dinamarca
socialista conocí a un autor muy inteligente, una mujer
que vino a América y tuvo
un hijo allí con un despreciable escritorzuelo. Pobre y abandonada,
regresó a
Copenhague, donde ganaba una miseria por escribir reseñas
para el Politiken, y
ofreciendo, ocasionalmente, alguna conferencia sobre
inglés medieval y danés
antiguo. Vivía en la zona sólida de la bella ciudad,
tratando de mantener a un niño
maravilloso, robusto, amoroso, y muy masculino. Llevarle
naranjas, chocolate y
aquellos preciados bocados que su madre no podía
brindarle, era mi felicidad.
Ella le dijo a Hit que la policía socialista la había visitado
una noche, preguntán-
dole por qué no había pagado los impuestos al gobierno. Pobreza
fue su respuesta.
¿Recuerdas el epitafio en la lápida de Thomas Churchyard?
• • •
‘Pobreza y Oscuridad guarda esta
tumba’. Regresaron una semana después,
amenazando con que el gobierno le quitaría sus muebles y
los incautaría. Cuando
imploró diciendo que si les entregaba las coronas que
tenía, su pequeño niño moriría
de hambre, la policía dijo: “Fuimos a lo de Vin Handel la
noche pasada y sabemos
por el dueño que había comprado una botella de vino; si
puede comprar vino, por
cierto, puede pagar sus impuestos”. Entonces ella dijo:
“Soy tan pobre, y estoy tan
desesperada que necesitaba una botella de vino para
aliviar mi melancolía”.
Estoy seguro de que la gente tiene la clase de gobierno que sus estómagos desean.
Más aun, no puedo curar ni una sola alma en la tierra.
Platón hizo tres visitas a Dionisio,
el tirano de Siracusa, y una vez casi lo matan y en otra
oportunidad estuvo a punto de ser
vendido como esclavo porque creía que aquel influía a un
demonio para moldear su tira-
nía sobre la República. Séneca fue el maestro de Nerón, y
Aristóteles el tutor de Alejandro
de Macedonia. ¿Qué enseñaban?
Nos conformamos aquí porque es barato; mi esposa puede comer Chateaubriand
por siete pesetas, aproximadamente 15 o 16 centavos. Ir
de compras en la mañana es un
ritual; está el saludo de la mujer que atiende la
panadería, y la salutación (la cortesía siempre
aliviael espíritu y calma es sistema nervioso), del
hombre y su mujer en la lechería (donde
compras leche, y una sonrisa expansiva de la humilde
mujer que te vende tres pesetas de helio,
hielo)• • • ,
Edward
Paterson ha envejecido
el
sujeto de sus pensamientos
se ha encogido
a nada más que
“una carta apasionada”
para una mujer,
una mujer que él se negó
a llevar a la
cama en el pasado •
Y continuó
viviendo y escribiendo
respondiendo
cartas
y cuidando
su jardín
de flores, cortando
el césped y tratando
de que los
jóvenes
redujeran
sus errores en
el uso de palabras que
fueron tan
difíciles para él, los errores
que él cometió
en el uso de la
línea poética:
“ • el unicornio sobre
un fondo de mil flores, • ”
No hay nada en la técnica de escritura. Un tonto no la puede
aprender. Pero
cualquier joven con una mente estallando por salir, por
poner en una página
incluso una oración en limpio — saca coraje de un hombre
mayor que está
dispuesto a ayudarlo — con quien hablar.
Un vuelo de pájaros,
todos juntos,
buscando
sus nidos en la temporada
una bandada
antes del alba, pequeños pájaros
“Que dúermen toda la noche con ójos abiertos”
movidos por el
deseo, apasionados, han
andado un
largo camino, por lo general.
Ahora se
separan y van de a pares
cada uno a la pareja
indicada. Los
colores de su
plumaje son indescifrables
bajo el
resplandor del sol contra el cielo
pero la mente
del viejo es provocada
por el blanco,
el amarillo, el negro
como si
pudiera verlos allí.
Su presencia en
el aire otra vez
lo calma. Aunque
se acerca a la muerte
él está
poseído por muchos poemas.
Las flores
siempre fueron sus amigas,
incluso en
pinturas y tapices
que en el
pasado colgaron en museos,
celosamente
guardados, tratados
contra la
polilla. Lo arrastraron imperiosamente
a testimoniar,
lo hicieron pensar
en horarios de
micros y en cómo evitar
lo irreverente—
para renovarse
ante la imagen
directa del siglo
12, lo que hacían
ancianas o jóvenes
u hombres o
muchachos blandiendo sus agujas
para coser el
hilo verde correctamente
junto al
púrpura, el mirto al lado
del acebo y
las hebras marrones al lado:
unidas según
el cartón guía
lo indica. Todos
juntos, trabajando juntos—
todos los
pájaros juntos. Pájaros
y hojas
diseñados para ser tejidos
en su mente comiendo
y • •
todos juntos según
sus propósitos
— el
cuerpo envejecido
con la
enorme uña deforme del pie
dándose a
conocer
viene
a buscarme—
con una
extraña
sonrisa
entre la
multitud de hojas de ese campo
donde el
Unicornio
está
encerrado por una cerca
de madera baja
¡en abril!
el
mismo mes
en el que, al
pie del poste,
vio al
hombre sacar
la víbora roja
y matarla con una pala.
Godwin
me contó
que su
cola
no paraba de retorcerse
hasta
después
de que el sol
bajara
—
él lo sabía
todo
o nada
y murió
loco
cuando aun era
un hombre joven
La (propia)
dirección ha sido cambiada
la
serpiente
su
cola en la boca
“el río ha regresado
a sus orígenes”
y hacia
atrás
(y hacia
adelante)
se tortura a
sí mismo adentro de mí
hasta
que el tiempo finalmente haya sido lavado debajo
y “Yo
lo sabía todo (o lo suficiente)
se convirtió
en mí • ”
— los
tiempos no han sido heroicos
desde entonces
pero
son más limpios
y más
libres de enfermedades
la mente podrida
dentro de ellos •
diremos
la
serpiente
tiene la cola
en su boca
¡OTRA
VEZ!
la
serpiente omnisapiente
Ahora me
acerco a las pequeñas flores
Ese ramillete
alrededor de los pies
de mi amada
— la caza
del
Unicornio
y
el
dios del amor
nacido de la
virgen
La mente es el
demonio
nos conduce •
bueno,
¿preferirías
que se
convirtiera en
vegetal y
que no usara
barba?
— ¿hablaremos
del amor
que
solo se ve en un espejo
— sin
réplica?
¿reflejando solo
su espíritu impalpable?
¿quién
es ella a la que veo
y cuya
carne no toco?
El
Unicornio vaga por el bosque de la mente de
todos los
amantes verdaderos. Ellos lo persiguen. ¡Guau guau! ¡canta ey el
verde acebo!
— cada hombre
casado lleva en su cabeza
la
amada y sagrada imagen
de una
virgen
a la que prostituyó
•
pero
la ficción viviente
un
tapiz
seda y algodón
tocados por hilos de plata
una
bestia unicorne blanca como la leche
Yo,
Paterson, el Rey-mismo
vi a
la dama
entre
los bosques agrestes
fuera
de las paredes del palacio
entre el hedor
de caballos sudorosos
y sabuesos
sangrantes
aullando
de dolor
la jauría respire
pesada
al ver
la bestia muerta
traída
al fin
sobre el fuste
entre los robles.
Paterson,
mantén tu
ánimo arriba
¡cualquiera
sea el detalle!
Cualquier
parte es en todas partes:
Puedes
aprender de los poemas
que
cuando se golpea una cabeza vacía
suena hueca
¡en cualquier lengua! Las figuras
son de
tamaño descomunal.
Los bosques
son fríos aunque sea verano
el
traje de la dama es pesado
y toca el césped.
En los
alrededores, pequeñas flores completan la escena.
Un segundo pecho llega
herido.
Y un tercero, sobreviviente
de la persecución,
se echa
a descansar un rato,
su
cuello real
sujeto con un
collar enjoyado.
Un sabueso
yace de espaldas
destripado
por el único cuerno de la bestia.
Tómalo o déjalo,
si el
sombrero sirve—
póntelo. Pequeñas
flores
parecen
amontonarse para participar del acto:
la blanca suave rúcula,
en su tallo
ramificado, cuatro pétalos
uno
cerca del otro
completan el detalle
de cuadro en
cuadro sin perspectiva
tocándose
unos a otros en el lienzo
formando
la pintura:
la violeta caprichosa
como
un caballo de ajedrez,
la
potentilla,
de cara
amarilla—
este
es un tapiz francés
o flamenco—
la prímula
perfumada
creciendo
cerca del suelo, que los poetas
han
hecho famosa en Inglaterra,
no
puedo decirlo todo:
las zapatillas
de dama
carmesí
y blancas,
balanceadas
para colgar
de brácteas
delgadas, cálices dispuestos regularmente sobre el tallo,
dedaleras,
la rosa mosqueta
o rosa
silvestre,
rosa como el
lóbulo de una dama cuando asoma
por debajo
del cabello,
campanilla, copetes
azules y púrpura
pequeños como las no-me-olvides
entre las hojas.
Centros
amarillos, pétalos carmesí
y lo opuesto,
diente de león,
arañuela,
acianos,
cardos y otros
cuyos nombres y perfumes no sé.
Los bosques repletos de acebos
(te lo
he dicho, esto
es una ficción,
presta atención),
el
lirio amarillo de los campos franceses está aquí
y una diversidad
de otras flores
también: narcisos
y gencianas,
la margarita, pétalos
de
copa de rey,
mirto, claro y
oscuro
y caléndulas
•
El algarrobo
en la brisa de la mañana
del
otro lado de su ventana
donde una
rama se mueve
silenciosa
ondula
arriba
y alrededor y
de un lado a
otro
no me
recuerda otra cosa
que la
sonrisa de una anciana
— un fragmento
del tapiz
conservado
sobre una pared de fondo
muestra
una –mujer joven
de cejas
arqueadas
perdida en el
bosque (o escondiéndose)
anunciada
• •
(es
decir, la presentación)
por el sonido
del cuerno de un cazador donde permanece
escondido
por completo
entre las
hojas. Ella
me interesa
por su singularidad,
su
vestido elegante
entre las
hojas, ¡oyendo!
La expresión de
su rostro,
donde permanence
separada del resto
— la virgen y la
puta,
una
identidad,
ambas a
la venta
¡al mejor
postor!
y
¿quién apuesta más alto
que un
amante? Sal
si te llamas
mujer.
Te doy a cambio, un joven
que comparta el mundo
femenino
en la
maldad del Infierno, gentilmente
— una vez en
un tiempo •
en un tiempo:
¡Gra! ¡Gra! ¡Gra!
¡graznan los cuervos!
¡En febrero! en
febrero comienzan.
Ella no quería
vivir para convertirse en
una anciana y
usar un pomo de porcelana
en su vagina para
sostener su vientre— pero
llegó a eso, habilidosa,
¿qué?
Él fue el
primero en masturbarla
y nunca la
dejó hasta que la dejó-
embarazada,
como cualquier soldado lo haría
hasta que el
campamento se levantó.
Puede que ella
fuera “etiquetada” como Osamu
Dazai y su
santa hermana
lo tendría
Era una vieja
cuando vio a su nieto:
ustedes
jóvenes
creen
que lo saben todo.
Ella hablaba
con su acento cockney
y se
detenía
mirándome
con dureza:
El pasado es para
aquellos que vivieron en el pasado. ¡Deja!
— aprender con
los años a desperdiciar mi vida:
diciendo •
La medida
interviene, medir es todo lo que sabemos,
una
elección entre medidas
el
baile medido
“a menos que
el aroma de una rosa
nos
sobresalte de nuevo”
Igualmente ridículo
es suponer que
no sabemos nada, un
juego
de ajedrez
¡masiva, “materialmente,”
compuesto!
¡Yo jo!
¡ta jo!
No sabemos
nada y no podemos saber nada •
pero
el baile,
bailar a medida
a contrapunto,
Satíricamente,
el pie trágico.
William
Carlos Williams (Rutherford, Estados Unidos, 1883-1963), Paterson, New Directions, New York, 1963
Versión
© Silvia Camerotto
Ilustración: A History of Paterson
Book Five
III
Peter Brueghel, the elder, painted
a Nativity, painted a Baby
new born!
among the words.
Armed men,
savagely armed men
armed with pikes,
halberds and swords
whispering men with averted faces
got to the heart
of the matter
as they talked to the potbellied
greybeard (center)
the butt of their comments,
looking askance, showing their
amazement at the scene,
features like the more stupid
German soldiers of the late
war
— but the Baby (as from an
illustrated catalogue
in colors) lies naked on his
Mother's
knees
— it is a scene, authentic
enough, to be witnessed frequently
among the poor (I salute
the man Brueghel who painted
what he saw —
many times no doubt
among his own kids but not of
course
in this setting)
The crowned and mitred heads
of the 3 men, one of them black,
who had come, obviously from afar
(highwaymen? )
by the rich robes
they had on — offered
to propitiate their gods
Their hands were loaded with gifts
— they had eyes for visions
in those days — and saw,
saw with their proper eyes,
these things
to the envy of the vulgar soldiery
He painted
the bustle of the scene,
the unkempt straggling
hair of the old man in the
middle, his sagging lips
— — incredulous
that there was so much fuss
about such a simple thing as a baby
born to an old man
out of a girl and a pretty girl
at that
But the gifts! (works of art,
where could they have picked
them up or more properly
have stolen them? )
— how else to honor
an old man, or a woman?
— the soldiers' ragged clothes,
mouths open,
their knees and feet
broken from 30 years of
war, hard campaigns, their mouths
watering for the feast which
had been provided
Peter Brueghel the artist saw it
from the two sides: the
imagination must be served —
and he served
dispassionately
It
is no mortal sin to be poor — anything but this featureless
tribe
that has the money now — staring into the atom, com-
pletely
blind — without grace or pity, as if they were so many
shellfish.
The artist, Brueghel, saw them • :
the
suits
of his peasants were of better stuff, hand woven, than we
can
boast.
— have
come in our time to the age of shoddy, the men are
shoddy,
driven by their bosses, inside and outside the job to
be
done, at a profit. To whom? But not true of the Portuguese
mason,
his own boss “in the new country” who is building a
wall
for me, moved by oldworld knowledge of what is "virtu-
ous" • “that
stuff they sell you in the stores nowa-
days,
no good, break in your hands • that manufac-
tured
stuff, from the factory, break in your hands, no care
what
they turn out •
• •”)
The
Gospel according to St. Matthew, Chapter 1, verse 18, —
Now the birth of Jesus Christ was on this wise: When
as his mother
Miriam • was espoused to Joseph, before they
came together, she
was found with child of the Holy Ghost.
• The King James version, of course,
reads “Mary”, but it is
recalled that Dr. Williams often referred to the
mother of Jesus
as Miriam.” Cf.
the Hebrew Miryam as root for both names. — Ed.
19 Then Joseph
her husband, being a just man, and not willing to
make her a publick example, was minded to put her away
privily.
20 But while he thought on these things, behold, the
angel of the
Lord, appeared to him in a dream, saying, Joseph, thou
son of
David, fear not to take unto thee Miriam thy wife: for
that which
is conceived in her is of the Holy Ghost.
Luke • •
But
Mary kept all these things, and pondered them
in her heart.
no woman is virtuous
who does not give herself to her lover
— forthwith
Dear Bill:
• •
• • •
• • •
• • •
• • •
•
I am told by a dear friend in Paris, G.D. who is
married to Henri
Matisse's daughter, and who is the one vibrant head I
have met in
Europe, that France today is ruled by the gendarme and
the con-
cierge. In socialist Denmark I knew a highly
intelligent author, a
woman, who had come to America and there had a child
by a
wretched scribbler. Poor and forsaken she had returned
to Copen-
hagen, where she earned her niggard indigence doing
reviews for
the Politiken, and giving occasional lectures on
Middle English and
early Danish. She lived in the slummy part of that
beautiful city,
trying to support a wonderful boy, sturdy, loving, and
very mas-
culine. It was my joy to bring him oranges, chocolate,
and those
precious morsels which his mother could not afford.
She told Hit
that the socialist police had called on her one night,
asking why
she had not paid her taxes to the government. Poverty
was her
reply. Do you recall the epitaph on Thomas
Churchyard’s tomb-
stone? • •
• Poverty and
Obscurity doth this tomb en-
close.’ A week later they returned, threatening to
remove her fur-
niture and have it impounded by the government. When she
again
pleaded that if she gave what Kroners she had her
little boy would
starve, the police said: 'We went to the Vin Handel
last evening,
and learned from the proprietor that you had bought a bottle
of
wine; if you can afford to drink wine you certainly
can pay your
taxes.’ She then said ‘I am so poor, and so driven to
despair by it
that I had to have a bottle of wine to relieve me of
my melancholia.’
I am quite
sure too that people only have the kind of govern-
ment that their bellies crave. Furthermore, I cannot
cure one soul
in the earth. Plato took three journeys to Dionysius,
the Tyrant
of Syracuse, and once was almost killed and on another
occasion
was nearly sold into slavery because he imagined that
he influenced
a devil to model his tyranny upon The Republic. Seneca
was the
teacher of Nero, and Aristotle tutored Alexander of
Macedon.
What did they teach?
We are
content here because it is cheap; my wife can eat Cha-
teaubriand for seven pesetas, about 15 or 16 cents.
Going to the
shops in the morning is a ritual; there is the
greeting from the
woman who runs the panadería, and the salutation
(courtesy al-
ways eases the spirit and relieves the nervous
system), from the
man or his wife at the lechería (where you get milk,
and an ex-
pansive smile from the humble woman who sells you
three pesetas
worth of helio, ice)
• •
• ,
Edward
Paterson has grown older
the dog of his thoughts
has shrunk
to no more than “a passionate
letter”
to a woman, a woman he had
neglected
to put to bed in the past •
And went on
living and writing
answering
letters
and tending his flower
garden, cutting his grass and
trying
to get the young
to foreshorten
their, errors in the use of words
which
he had found so difficult, the
errors
he had made in the use of the
poetic line:
“ • the
unicorn against a millefleurs background, • ”
There's nothing sentimental about the technique of
writing. It can't
be learned, you'll say, by a fool. But any young man
with a mind
bursting to get out, to get down on a page even a
clean sentence
— gets courage from an older man who stands ready to
help him —
to talk to.
A flight of birds, all together,
seeking their nests in the season
a flock before dawn, small birds
“That slepen al the night with open
yë,”
moved by desire, passionately, they
have come a long way, commonly.
Now they separate and go by pairs
each to his appointed mating. The
colors of their plumage are
undecipherable
in the sun's glare against the sky
but the old man's mind is stirred
by the white, the yellow, the black
as if he could see them there.
Their presence in the air again
calms him. Though he is approaching
death he is possessed by many
poems.
Flowers have always been his
friends,
even in paintings and tapestries
which have lain through the past
in museums jealously guarded,
treated
against moths. They draw him
imperiously
to witness them, make him think
of bus schedules and how to avoid
the irreverent — to refresh himself
at the sight direct from the 12th
century what the old women or the
young
or men or boys wielding their
needles
to put in her green thread
correctly
beside the purple, myrtle beside
holly and the brown threads beside:
together as the cartoon has plotted
it
for them. All together, working
together —
all the birds together. The birds
and leaves are designed to be woven
in his mind eating and •
•
all together for his purposes
— the aging body
with the deformed
great-toe nail
makes itself known
coming
to search me out — with
a
rare smile
among the thronging flowers of that
field
where the Unicorn
is penned by a low
wooden fence
in April!
the same month
when at the foot of the post
he saw the man dig up
the red snake and kill it with a
spade.
Godwin told me
its tail
would not stop wriggling till
after the sun
goes down —
he knew everything
or nothing
and died insane
when he was still a young man
The (self) direction has been
changed
the serpent
its tail in its mouth
“the river has returned to its
beginnings”
and backward
(and forward)
it tortures itself within me
until time has been
washed finally under
and “I knew all (or
enough)
it became me •
”
— the times are not
heroic
since then
but they are cleaner
and freer of disease
the mind rotted within them •
we'll say
the serpent
has its tail in its mouth
AGAIN!
the all-wise serpent
Now I come to the small flowers
That cluster about the
feet
of my beloved
— the hunt of
the Unicorn and
the god of love
of virgin birth
The mind is the demon
drives us • well,
would you prefer it to
turn vegetable and
wear no beard?
— shall we speak of love
seen only in a mirror
— no replica?
reflecting only her impalpable
spirit?
which is she whom I see
and not touch her flesh?
The Unicorn roams the
forest of all true
lovers' minds. They hunt it down.
Bow wow! sing hey the
green holly!
— every married man carries in his
head
the beloved and sacred
image
of a virgin
whom he has whored •
but the living fiction
a tapestry
silk and wool shot with silver
threads
a milk-white one-horned
beast
I, Paterson, the
King-self
saw the lady
through the rough woods
outside the palace walls
among the stench of sweating horses
and gored hounds
yelping with pain
the heavy breathing pack
to see the dead beast
brought in at last
across the saddlebow
among the oak trees.
Paterson,
keep your pecker up
whatever the detail!
Anywhere is everywhere:
You can learn from poems
that an empty head
tapped on
sounds hollow
in any language! The figures
are of heroic size.
The woods
are cold though it is summer
the lady's gown is heavy
and reaches to the
grass.
All about, small flowers fill the
scene.
A second beast is
brought in
wounded.
And a third, survivor of the chase,
lies down to rest a
while,
his regal neck
fast in a jeweled collar.
A hound lies on his back
eviscerated
by the beast's single horn.
Take it or leave it,
if the hat fits —
put it on. Small flowers
seem crowding to be in
on the act:
the white sweet rocket,
on its branching stem, four petals
one near the other to
fill in the detail
from frame to frame without
perspective
touching each other on
the canvas
make up the picture:
the cranky violet
like a knight in chess,
the cinque-foil,
yellow faced —
this is a French
or Flemish tapestry —
the sweetsmelling primrose
growing close to the
ground, that poets
have made famous in
England,
I cannot tell it all:
slippered flowers
crimson and white,
balanced to hang
on slender bracts, cups evenly
arranged upon a stem,
foxglove, the eglantine
or wild rose,
pink as a lady's ear lobe when it
shows
beneath the hair,
campanella, blue and
purple tufts
small as forget-me-not among the
leaves.
Yellow centers, crimson
petals
and the reverse,
dandelion, love-in-a-mist,
cornflowers,
thistle and others
the names and perfumes I do not
know.
The woods are filled
with holly
(I have told you, this
is a fiction, pay attention),
the yellow flag of the
French fields is here
and a congeries of other
flowers
as well: daffodils
and gentian, the daisy,
columbine
petals
myrtle, dark and light
and calendulas •
The locust tree in the morning
breeze
outside her window
where one branch moves
quietly
undulating
upward and about and
back and forth
does not remind me more
than of an old woman's
smile
— a fragment of the tapestry
preserved on an end wall
presents a -young woman
with rounded brow
lost in the woods (or hiding)
announced •
•
(that is, the
presentation)
by the blowing of a hunter's horn
where he stands
all but completely hid
in the leaves. She
interests me by her singularity,
her courtly dress
among the leaves,
listening!
The expression of her face,
where she stands removed
from the others
— the virgin and the whore,
an identity,
both for sale
to the highest bidder!
and who bids higher
than a lover? Come
out of it if you call yourself a
woman.
I give you instead, a young man
sharing the female world
in Hell's despight,
graciously
— once on a time •
on a time:
Caw! Caw! Caw!
the crows cry!
In February! in February they begin
it.
She did not want to live to be
an old woman to wear a china
doorknob
in her vagina to hold her womb up —
but
she came to that, resourceful,
what?
He was the first to turn her up
and never left her till he left her
-
with child, as any soldier would
until the camp broke up.
She maybe was “tagged” as Osamu
Dazai and his saintly sister
would have it
She was old when she saw her
grandson:
You young people
think you know everything.
She spoke in her Cockney accent
and paused
looking at me hard:
The past is for those that lived in
the past. Cessa!
— learning with age to sleep my
life away:
saying •
The measure intervenes,
to measure is all we know,
a choice among the
measures
the measured dance
“unless the scent of a rose
startle us anew”
Equally laughable
is to assume to know nothing, a
chess game
massively, “materially,” compounded!
Yo ho! taho!
We know nothing and can know
nothing •
but
the dance, to dance to a measure
contrapuntally,
Satyrically, the tragic
foot.
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