El capitán Oates despierta en Queenstown
El capitán Oates
durmió aquella noche
suplicando no despertar.
Junto a él,
sus compañeros,
todos exhaustos,
todos acariciando
la caballera de la muerte.
Alrededor de ellos,
la tormenta
recuperaba el aliento.
No sabemos
si soñó el capitán.
Y si lo hizo, qué.
La mañana llegó
y despertó.
"Voy afuera,
quizás por un tiempo",
dijo, y salió.
Días antes,
había llegado
al fin del mundo.
Ahora partía
a encontrar la muerte.
Robert Scott y los otros
marcharon
unas millas más
hasta caer también.
Esto ocurrió en 1912.
Lawrence Oates, lo leo,
despierta cada mañana
en este rincón de Queenstown.
En camino de Queenstown a Milford Sound, enero de 2017.
Hacia donde empuja el sol
Que no haya fatigas ni excusas.
Solo es hora
de partir hacia donde empuja el sol.
Quizás allí puedan nacer
mejores versos,
recogidos por quien se ampara en el amanecer.
Que el albor destierre
las trampas de la memoria,
la oscura raíz
que lanza dentelladas
en los crepúsculos.
Y tal vez alguien despierte
del silencio al que somete
la despiadada erosión de los días.
Y así nazcan mejores versos.
Versos
que no sepan de fatigas.
Versos
que empujen como el sol,
y despierten al creador,
sus amigos y enemigos.
Aukland, enero de 2017.
Mariano Rolando Andrade (Buenos Aires, 1973)
Canciones de los Mares del Sur,
Buenos Aires Poetry,
Buenos Aires, 2018
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