atenuada ruina: algunas abstracciones
empujadas por los años
han llegado a sentarse
en nuestras sillas incómodas
recuentan ahora las piedras blancas y las negras
como hacían los tracios
remiten la suma restante
al momento en que despiertes y desayunes
mientras detalles del sueño que tuve o tuviste
aparecen y se deforman
hasta coincidir con la realidad que soñamos
ella y él sentados en silencio
comenzaban a pensar históricamente
decía Godard
y ese ejercicio implícito esperaba al término de los regateos cotidianos
(las piedras blancas y negras)
dejaban de culparse
porque las caricias no remediaban del todo la ignorancia
o la expulsión que nos trae hasta acá:
salían con otros
a las calles a las plazas
abrazados iban al cine
regresaban sonrientes y agotados
de igual modo ella y él dejaban de exigirse
esa sorda disciplina retórica e impaciente
de ver en el otro el remedio o el veneno
(las piedras blancas
negras)
un rey griego vaciado de emociones
soltó la carga de sus culpas
vaciado también de sus ojos
para que el inocente ir y venir
disolviera quejas y acumulaciones
el hijo de dios elevó en cambio su mirada doliente
y mientras lo laceraban preguntó
si era justa la cantidad de monedas
pagadas por su mero cuerpo lleno aún de metonimias
el asunto es cómo gastar lo que se es
ella y él desayunan en sillas incómodas
fuera de la historia o los hechizos
desayunan y estiran la suma restante
despacito queme el sol las horas
Pablo Caramelo (Junín, 1964) notas frente a una puerta desvanecida, inédito
empujadas por los años
han llegado a sentarse
en nuestras sillas incómodas
recuentan ahora las piedras blancas y las negras
como hacían los tracios
remiten la suma restante
al momento en que despiertes y desayunes
mientras detalles del sueño que tuve o tuviste
aparecen y se deforman
hasta coincidir con la realidad que soñamos
ella y él sentados en silencio
comenzaban a pensar históricamente
decía Godard
y ese ejercicio implícito esperaba al término de los regateos cotidianos
(las piedras blancas y negras)
dejaban de culparse
porque las caricias no remediaban del todo la ignorancia
o la expulsión que nos trae hasta acá:
salían con otros
a las calles a las plazas
abrazados iban al cine
regresaban sonrientes y agotados
de igual modo ella y él dejaban de exigirse
esa sorda disciplina retórica e impaciente
de ver en el otro el remedio o el veneno
(las piedras blancas
negras)
un rey griego vaciado de emociones
soltó la carga de sus culpas
vaciado también de sus ojos
para que el inocente ir y venir
disolviera quejas y acumulaciones
el hijo de dios elevó en cambio su mirada doliente
y mientras lo laceraban preguntó
si era justa la cantidad de monedas
pagadas por su mero cuerpo lleno aún de metonimias
el asunto es cómo gastar lo que se es
ella y él desayunan en sillas incómodas
fuera de la historia o los hechizos
desayunan y estiran la suma restante
despacito queme el sol las horas
Pablo Caramelo (Junín, 1964) notas frente a una puerta desvanecida, inédito
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