La tarea de expurgar la supuesta inflitración trotsko-castrista fue encargada por Codovilla a Normando Iscaro, secretario de la Comisión de Control, un personaje mediocre, semianalfabeto, que no ocultaba su desconfianza por los intelectuales. Durante un encuentro con varios escritores del PC considerados díscolos por la citada Comisión, uno de los presentes citó una frase de Ernest Hemingway. Iscaro lo interrumpió bruscamente para decirle que al partido "no le interesaban los dichos de ese tal tranway". En ese marco no resulta extraño que tantos intelectuales comunistas fueran marginados del partido: Juan Gelman, Juan Carlos Portantiero, Andrés Rivera, Estela Canto, José Luis Mangieri, Ernesto Giudici y José María Pasquini Durán, entre otros.
Luis Sicilia, en el prólogo a Victorio Codovilla, la ortodoxia comunista, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2006
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