viernes, agosto 25, 2023

May Sinclair / Tras la retirada



Si sólo pudiera ver de nuevo
La casa por delante de la que pasamos en el largo camino flamenco
Aquel día
Cuando el ejército fue de Amberes, a través de Brujas, hacia el mar;
La casa de la esbelta puerta
Y la delgada hilera de celosías, grises y polvorientas en la pared blanca.
Se alzaba, abatida y sola, en la plana tierra flamenca.
Y detrás de ella los altos y delgados árboles eran pequeños bajo el cielo.
A través de las ventanas
Se veía borrosa como los ojos de las mujeres que han llorado largamente.
No había nadie allí a quien yo conociera,
Nunca me senté junto a su hogar, nunca crucé su umbral, nunca abrí su puerta,
Nunca estuve ante sus ventanas mirando dentro;
Sí, sus ojos decían: “Has visto cuatro ciudades de Flandes:
Ostende, y Brujas, y la condenada Amberes,
Y la querida Gante,
Y no hay nadie en ellas a quien puedas recordar
Como me recuerdas a mí.”
Me acuerdo muy bien
De que por la noche, de que por la noche no puedo dormir en Inglaterra aquí;
Pero me levanto, y voy:
No a las ciudades de Flandes,
No a Ostende y el mar,
No a la ciudad de Brujas, o a la ciudad de Amberes, o a la ciudad de Gante,
Sino a algún lugar
En el campo
Donde los altos y delgados árboles son pequeños bajo el cielo...
Si sólo pudiera ver de nuevo
La casa por delante de la que pasamos aquel día.

May Sinclair (Rock Ferry, Inglaterra, 1863 - Buckinghamshire, Inglaterra, 1946), Poetry of the First World War. An Anthology, Oxford University Press, Oxford, 2013
Versión de Jonio González


Foto: May Sinclair y Jerry c.1921 EO Hoppe/Corbis/The Guardian


AFTER THE RETREAT

IF I could only see again
The house we passed on the long Flemish road
That day
When the Army went from Antwerp, through Bruges, to the sea;
The house with the slender door,
And the one thin row of shutters, grey as dust on the white wall.
It stood low and alone in the flat Flemish land,
And behind it the high slender trees were small under the sky.
It looked
Through windows blurred like women's eyes that have cried too long.
There is not anyone there whom I know,
I have never sat by its hearth, I have never crossed its threshold, I have never opened its door,
I have never stood by its windows looking in;
Yet its eyes said: 'You have seen four cities of Flanders:
Ostend, and Bruges, and Antwerp under her doom,
And the dear city of Ghent;
And there is none of them that you shall remember
As you remember me.'
I remember so well,
That at night, at night I cannot sleep in England here;
But I get up, and I go:
Not to the cities of Flanders,
Not to Ostend and the sea,
Not to the city of Bruges, or the city of Antwerp, or the city of Ghent,
But somewhere
In the fields
Where the high slender trees are small under the sky—
If I could only see again
The house we passed that day.

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