martes, agosto 03, 2021

Alberto Pipino / En Riverside Drive



Renuncié al Río de la Plata, exilio, retorno, 
ya ningún tazón de bayas o de semillas 
me ilusiona, lejos se oye el runrun 
de un avión que va al sur. 
Apegado al ser humano, sus ciudades y ríos, 
acá veo a una mujer saboreando vino 
y disfruto como si lo bebiera 
yo mismo. 

Al instante evoco las ondas del Sena, los labios 
del Xolotlán, los límites del río Masacre,
los cantos del Moscova, y en caída   
libre desde lo alto 
del Washington Bridge aleteo desafiando a la 
razón, sin temer al desvío ni a tu lectura, 
o al vacío que rompe bordes, sean
profanos o sumisos.

A veces la lluvia me rehúsa su caricia y la luz 
me cubre de hielo transparente, pero igual
me doy baños de tierra en Trinity Church Cemetery,
busco bichos y restos de frutas en las aceras 
y patios de las escuelas de Hamilton 
Heights, hasta que la alegría 
temple mi último gorjeo.

¡Ah, Riverside Drive!, no solo eres un lado 
de la corriente natural para llegar 
al deseo, sos además 
el sitio, cavidad 
y arbusto para cobijar lo que queda de mí, 
poner el pico bajo el ala y soñar 
que aquí enlazo siluetas 
del país que tuve.
 
Sí, soy un viejo gorrión que gusta del aire 
viciado e imita silencios. En el Hudson 
un soplo me eriza el plumaje
gris y el pecho prieto,
confiado confundo al río con el cielo, a una 
anguila de cristal con una estrella fugaz 
que sigo hasta el fondo,
seducido por la luna.

Alberto Pipino (Buenos Aires, 1942), Riverside Drive, etcétera, inédito


Foto: Alberto Pipino, Librería y Centro Cultural Barco de Papel, Nueva York, 2016

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