María la Nube dice:
PATMOS
Es antes de conocerla que altera la muerte;
de vivir con las marcas de sus dedos encima
semisalvajes el cabello revuelto nos agachamos
gesticulando sobre incomprensibles arpas. Pero
el mundo se va...
Ay, ay, no sucede dos veces lo hermoso
no sucede el amor.
Qué triste, qué triste mundo
te gobiernan futuros muertos;
y a nadie a nadie le tocó
a nadie le tocó oír aún
ni voz de ángeles ni de aguas muchas
ni aquel "ven" que en noches de gran insomnio he soñado.
Allí, ir allí, a una isla pedregosa
donde el sol pisa oblicuo como cangrejo
y todo el ponto tembloroso oye y responde.
Toda armada, con dieciséis maletas, sleeping bags y mapas
con bolsas plásticas, odómetros y catalejos
cajones de botellas de agua mineral
partí -por segunda vez- y nada.
Ya a la hora nona en el muelle de Miconos
me ahogaba con el aguardiente y el inglés
parroquiana de un cielo liviano donde todas
las cosas pesan su peso dos veces
mientras los astros estiran el cordón
para cortarlo y te pierdes...
Dormí como solamente puede dormir alguien
en una cama que han calentado otras espaldas;
caminé, dicen, por una costa desierta
donde la luna se desangraba y no oías sino
los pasos del viento sobre los palos podridos.
En el agua hasta la rodilla puse a brillar
desde mis adentros un extraño anhelo
abrí las piernas
poco a poco mis entrañas comenzaron
moradas, celestes, naranjas, a caer;
tiernamente me inclinaba a lavarlas una a una
con cuidado, sobre todo, en las partes que veía
que dejaron cicatrices las mordeduras de lo invisible.
Hasta que las junté todas en mis faldas
sin caminar avanzaba
soplaba música y me empujaba
pedazos de mar aquí - pedazos de mar allá.
Dios mío, dónde va uno cuando no tiene sino
dónde va uno cuando no tiene estrella
vacío el cielo vacío el cuerpo
y sólo la redonda amargura llena
dentro de la media luna movienso sus espinas
erizo femenino.
Sobre eso desperté en la casa ajena;
tanteando dentro de la oscuridad mi mano
sobre las tijeritas de las uñas encontraba la punta.
Solución de continuidad de la piel
la punta solución de continuidad del mundo.
Por aquí la perdición - por allá la salvación.
Por aquí el mercurochrome el tensoplast
por allí la bestia devastando las soledades
aullando mordiendo
arrastrando hacia la humareda al sol.
Cuando oyes el aire
es la calma de la pena.
Y el Contravoz:
EL APOCALIPSIS
Angosto el camino -el ancho no conocí jamás
salvo si fue sólo una vez
entonces cuando te besaba y escuchaba el mar...
Y desde entonces digo -es el mismo mar
llegando hasta mi sueño que carcomió la dura piedra
y abrió los espacios infinitos. Palabras aprendí
como el paso verde de peces
con tizas celestes delineados
delirios que despierto desaprendía
y otra vez nadando interpretaba y sentía
Juan de los amores
de bruces
en las mantas de la cama de un hotel provinciano
con la bombilla desnuda en la punta del cable
y la cucaracha negra detenida sobre el lavamanos.
Para qué para qué ser hombre
el grado de lujo dentro del reino animal
qué puede significar
salvo si tienes oído para oír
sin temor a lo que debas padecer.
Yo no temí
yo en absoluto humildemente mas soporté
yo la muerte vi tres veces
yo me echaron por las puertas afuera.
Si tienes oídos oye. Yo oí
clamor como de concha piélagica
y dentro de la luz girando de pronto vi
cuatro muchachos con la cara negra
que soplaban y empujaban empujaban y traían
un pedazo de tierra delgada ceñida a las pircas
todo-todo siete olivos
y entre ellos un viejo con aire de pastor
su pie descalzo encima de la piedra.
"Yo soy" me dijo "no temas
aquello que está escrito que padezcas".
Y la mano derecha extendiendo
dentro de su mano me mostró los siete surcos profundos:
"Estas son las tristezas grandes
y estas se marcarán en tu cara
pero yo las borraré con la misma mano esta
que las trajo".
Y de pronto detrás de su mano vi -apareció
una turba de muchos hombres desquiciados por el miedo
que gritaban y corrían corrían y chillaban
"Aquí viene Abaddón aquí viene Apoluón".
Gran agitación sentí y la ira
se adueñó de mí. Pero el mismo continuó:
"Aquel que fue inicuo que lo sea aún. Y el inmundo
más inmundicia. Y el justo
más justo sea aún". Y como suspiré
con calma interminable extendió su mano
lentamente sobre mi cara
y era dulce como la miel pero se amargaron mis entrañas
"Te veré otra vez profetizando sobre pueblos y naciones
y lenguas y reyes muchos"
dijo; y haciéndose blanco fuego se unió al sol.
Tal mi primer sueño que aún
separarlo de las voces del mar
y salvarlo puro no es posible.
No es posible en las palabras el sueño.
Tan verdad es mi mentira
Que me queman aún los labios.
Si no apoyas uno de tus pies fuera de
la Tierra no podrás jamás sostenerte sobre ella.
Odysseas Elytis (Heraclión, Grecia, 1911-Atenas, 1996), "María la nube", 1978, Antología inicial, selección, traducción y notas de Pedro Ignacio Vicuña, Tajamar Editores, Santiago de Chile, 2015
Ref.:
The Nobel Prize
UNAM
A Media Voz
No hay comentarios.:
Publicar un comentario