Libro Cuatro
La corrida al
mar III
Había esclavos
de color. En 1791 solo diez
casas, todas
granjas excepto una, la taberna
Godwin, la
casa con más historia en Paterson,
en la calle
River: un cartel móvil en un alto
poste con una
imagen pintada de Washington
de cuerpo
entero, que chirriaba al
golpe del
viento.
Árboles
ramificados y amplios jardines daban
a las calles
del pueblo un encanto delicioso y
las anticuadas
paredes angostas de ladrillo le agregaban
dignidad a los
árboles de sombra. Era un lindo
lugar para los
visitantes veraniegos camino
de las
Cataratas, el objetivo de mayor interés.
El sol atraviesa
la montaña Garrett
cuando cae la
tarde, el verdor de sus
pinos, se
desvanece bajo un cielo carmín hasta
que todo color
se diluye. En el pueblo se encienden
las luces de
vela. Calles sin iluminación. Tan oscuro
como Egipto.
Hay un cuento sobre
una epidemia de cólera
de un hombre
famoso que se negó a traer a su
equipo al
pueblo por temor al contagio
pero se detuvo
más allá del río y cargó sus
productos él
mismo en una carretilla— hasta el
viejo Mercado,
al viejo estilo holandés de esos días.
Paterson, N. J.,
sept. 17 — Fred Goodell hijo., veintidós, fue arres-
tado esta mañana temprano y acusado del asesinato de su
hija Nan-
cy de seis meses de edad, a quien la policía había estado
buscando desde
el martes, cuando Goodell denunciara su desaparición.
El interrogatorio continuó desde la noche anterior hasta
la 1 a.m., encabezada
por el jefe de policía James Walker, según la policía, el
relato del homicidio fue realizado
por un obrero a U$s 40 por semana, unas 4 horas después
de que se rehusara a hablar
-como su esposa Marie, dieciocho- ante el detector de
mentiras.
A las 2 a.m. Goodell
condujo a la policía a unas cuadras de su casa hasta un
lugar en la montaña Garrett y les mostró una roca pesada
bajo la que
había enterrado a Nancy, vestida solo con un pañal y puesta
en una
bolsa de papel madera.
Goodell le dijo
a la policía que había matado a la niña golpeándola dos veces
en la cara con la bandeja de madera de la sillita de
comer el lunes a la maña-
na luego de que su llanto mientras la alimentaba lo
enfureciera. El Dr. George
Surgent, médico del distrito, dijo que había fallecido
por fractura de
cráneo.
Había un viejo
puente de madera a Manchester, como
llamaban a Totowa
en ese tiempo, que
Lafayette cruzó
en 1824, mientras pequeñas
niñas tiraban
flores a su paso. Justo
al otro lado
del río en lo que ahora llaman Old
Gun Mill Yard había
una fábrica de clavos donde
los clavos se hacían
a mano.
Recuerdo
haber ido a la vieja fábrica de
algodón una
mañana cuando el termómetro marcaba
13 grados bajo
cero en el viejo poste de la
campana. En
esos días había pocos silbatos
a vapor. La
mayoría de los molinos tenía un poste
y una campana
para anunciar “¡A trabajar!”.
Salir de la
cama hacia una masa de nieve
que se filtraba
por el techo; luego
de un desayuno
con avena, caminar
cinco millas
al trabajo. Cuando llegaba
golpeaba el
yunque para mantener
la
circulación.
En los
primeros días de Paterson, la zona
más viva del
pueblo eran la plaza triangular
delimitada por
la calle Park (ahora la calle Main)
y la calle
Bank. Sin incluir las Cataratas, era
el lugar más
lindo del pueblo. Árboles con
abundante
sombra con un parque en el centro
donde el circo
de la región montaba sus carpas.
Por el costado
de la calle Park se llegaba hasta
el río. Por el
costado de la calle Bank se llegaba
a la carretera
que conducía al granero de la casa
Goodwin, el
granero ocupaba
la parte norte
del parque.
El circo era
un asunto de otros tiempos, apenas
una pequeña
carpa, una sola pista. No permitían
las funciones
de los circos por la tarde
para que no
cerraran los molinos. El tiempo
era precioso
en esos días. Solo por las
noches. Pero se
aseguraban de desfilar con
sus caballos
por el pueblo a la hora en que los molinos
cerraban. El
resultado del asunto
fue que el
pueblo se iba al circo
a la noche. En
esos días
lo iluminaban con
velas hechas especialmente
para el
espectáculo. Eran gigantes, sujetas
a tablas
colgadas de cables alrededor de la carpa,
un peculiar
artilugio. Las velas gigantes
eran colocadas
en las tablas inferiores, y
dos filas de
velas más pequeñas una sobre la otra
ajustadas a
tal punto que formaban una escena
muy bonita y
daban mucha luz.
Las velas
duraban toda la presentación
ofreciendo un
extraño y asombroso espectáculo
que
contrastaba con los aparatosos actores—
Muchos de los
viejos nombres y algunos de los
lugares no son
recordados ahora: el estanque McCurdy,
la calle Goffle,
la calle Boudinot. el edificio de la
Torre del
Reloj. La anticuada
iglesia de
Holanda que fue quemada en dic. 14, 1871
mientras el
reloj daba las doce de la noche.
Collet, Carrick, Roswell Colt,
Dickerson, Ogden, Pennington •
•
La parte del
pueblo llamada Dublin
establecida
por los primeros inmigrantes irlandeses.
Si decidías
residir en el viejo pueblo beberías
agua del
manatial de Dublin. El agua más
pura que jamás
haya probado, decía Lafayette.
Más allá del
patio de Gun Mill, en el barranco
había unas
largas y rústicas escaleras de caracol
que llevaban a
un acantilado del otro lado del río.
En la cima estaba
la taberna Fyfield — ver
a los pájaros aletear
y bañarse en los pequeños
charcos en las
rocas formados por la caída del
rocío — de las
Cataratas • •
Paterson, N. J., enero 9, 1850: — El asesinato de la
noche pasada de
dos personas que vivían en el Goffle, a dos o tres millas
de este
lugar, ha dejado a nuestra comunidad en un estado de intensa
agitación.
Las víctimas son John S. Van Winkle -y su esposa, una
pareja anciana,
y residente de este condado desde hace largo tiempo. El
atroz hecho fue come-
tido sin duda alguna por John Johnson, un granjero
trabajador,
y que en ese momento era empleado por algunos de sus
veci-
nos en calidad de tal. Hasta donde hemos podido averiguar
en cuanto
a los detalles, parecería que Johnson entró a la casa por
la ventana
de arriba, con la ayuda de una escalera, y descendió al
dormitorio
de las víctimas, llevó a cabo su propósito homicida
atacando primero
a la esposa que dormía enfrente, luego al marido, y otra
vez
a la esposa.
El segundo
ataque parece haberle privado de la vida a la esposa de
inmediato; el marido aun está con vida pero su muerte
parecería
inminente. El principal instrumento empleado sería un
cuchillo,
aunque el marido tiene una o más heridas de hacha. El
hacha fue encontrada a la mañana siguiente o en la cama o
en el piso, y
el cuchillo en el antepecho de la ventana, donde fue
dejado por el asesino
al bajar.
Solo un joven
dormía en la misma vivienda. • • • • De todos modos,
la nieve fresca, permitió a los perseguidores encontrar
al hombre y
arrestarlo • • • • Su objetivo, sin
duda, era el dinero (que, de todos modos,
parece no encontró).
Johnson preguntó
por qué los había atado, “¿qué hice?”
• • • •fue llevado a la
escena del crimen y le mostraron los objetos de
su bárbara crueldad, pero la imagen no produjo ninguna
otra
emoción más que una expresión de piedad de su parte, desconociendo
cualquier participación en la inhumana carnicería.
Trip a trap o'troontjes
De vaarkens in de boontjes —
De kocien in de klaver—
De paarden in de haver—
De eenden in de waterplas,
Plis!
Plas!
Zoo groot
mijn kleine Derrick was! [1]
Vienes a ver a
los asesinados
asesinados,
asesinados
como si fuera
un desenlace
— ¡un
desenlace!
un convincente
desparramo de cuerpos
— para conmover la mente
como si la
mente
pudiera conmoverse, la mente, digo
por un
despliegue de cuerpos mutilados:
¡Guerra!
un pobre
recurso • •
Veinte
pies de
de tripas en las arenas negras de
Iwo
“¿Qué he hecho?”
—¿para convencer a quién? ¿el
gusano de mar?
Están
acostumbrados a la muerte y
la celebran • •
Asesino.
—no
puedes creer
que pueda
comenzar otra vez, otra vez, aquí
otra vez •
aquí
Despertar de
un sueño, el sueño de
el poema entero •
atado al mar,
se
levanta, un mar de sangre
— el mar que chupa
en todos los ríos,
deslumbrado,
guiado
por el salmón y
el sábalo •
Regresa te lo
advierto
(octubre 10, 1950)
del tiburón, que
muerde
sus propias
tripas extendidas, haciendo de
las aguas
verdes un crepúsculo •
Pero un arrullo,
ellos dicen, el tiempo del mar
no es más que
el sueño • flotando
con la ropa de
los muertos, cargando el germen
¡Ah!
flota
destrucción, flotan palabras, atrapando el
germen •
te lo advierto,
el mar no es nuestro hogar.
el mar
no es nuestro hogar
El mar es nuestro hogar donde todos los ríos
(mueren)
corren •
el
nostálgico mar
empapado con
nuestro llanto
¡Talasa! ¡Talasa!
llamándonos a
casa •
te digo, Mejor
pon cera en tus
oídos contra
el mar voraz
¡no es
nuestro hogar!
• no
lleva a hundirnos, de pérdida
y arrepentimiento •
¡Oh si las
rocas del Aerópago hubiesen
conservado sus
sonidos, las voces de la ley!
¡O si el gran
teatro de Dionisio
pudiera ser
resucitado por alguna magia moderna
para
liberar
lo que está
atado a él, piedras!
la música
podría despertar en ellas para
derretir nuestros
oídos •
El mar no es nuestro
hogar •
— aunque flote
el germen junto a la escoria
y la
destrucción • entre el follaje marrón
y las débiles estrellas
de mar •
¡Pero vendrás
a él, vendrás a él! La
canción está
en tus oídos, a Océano
donde se ahoga
el día •
¡No! no
es nuestro hogar.
Vendrás a él,
el sangriento mar oscuro
de la alabanza. Debes venir a él. Germen
de Venus,
regresarás • a
una muchacha parada
en una concha inclinada, de color
rosado •
¡Escucha!
¡Talasa! ¡Talasa!
¡Bebe
de él, emborráchate!
Talasa
immaculata: nuestro
hogar, nuestra nostálgica
madre en quien
los muertos, otra vez en el vientre
nos gritan que
regresemos •
¡el
sangriento mar oscuro!
cincelado solo
por la luz, adiamantado
por la luz •
desde donde el sol
solo levanta
sus alas ¡libre
de fuego!
• • ¡no nuestro hogar! NO es
nuestro hogar.
¿Qué
ese so?
—un pato, un buzo
del infierno? ¿Un perro nadador?
¿Qué, un lobo
de mar? Aquí
está otra vez.
Una marsopa,
por supuesto, siguiendo
a la caballa •
No. Debe
ser el ex-
tremo de algo hundido. ¡Pero se
mueve!
Quizás no. Algún tipos de
restos de naufragio.
Una enorme,
perra maciza, negra se levanta
de donde había
estado echada,
a la orilla, bosteza
y se despereza con
un medio
quejido medio sofocado, medio grito •
Ella mira
hacia el mar, inclinando sus orejas y,
inquieta, camina
hasta el borde del agua donde
se sienta, medio
en el agua •
Cuando él
salió, levantando sus rodillas
entre las olas
ella fue hacia él moviendo
su cola con
torpeza •
Secándose la
cara con su mano se dio vuelta
para mirar
hacia las olas, entonces
golpeando sus
oídos, se aproximó
para tirarse
de espaldas en
la arena
caliente • había algunas
muchachas, playa
abajo, jugando a la pelota.
— debió
quedarse dormido. Se levantó otra vez, sacudió
la arena seca
y caminó algunos
pasos para enfundarse un desteñido
overol, estiró
su camisa por encima de la cabeza (las
mangas aun enrolladas) zapatos,
sombrero que
ella cuidaba en la
orilla y regresó otra vez
al rugido incesante
del agua, como el de una catarata
lejana •
Subiendo por la
orilla, tras
algunos intentos, recogió
unas drupas de
un arbusto bajo y
probó una de
ellas, escupiendo la semilla,
luego caminó
tierra adentro, seguido por la perra
John Johnson, de Liverpool, Inglaterra, fue condenado por
el jurado
después de 20 minutos de declaración. En abril 30, 1850, fue colgado
ante la vista de los miles que se habían reunido en la
montaña Garrett
y testigos del espectáculo de las casas adyacentes.
Esto es el
estallido
el cierre
eterno
la espiral
el último salto
mortal
el final.
William
Carlos Williams (Rutherford, Estados Unidos, 1883-1963), Paterson, New Directions, New York, 1963
Versión
© Silvia Camerotto
Ilustración: A History of Paterson
Book Four
The Run to
the Sea
III
There were colored slaves. In 1791
only ten
houses, all farm houses save one,
The Godwin
Tavern, the most historic house in
Paterson,
on River Street: a swinging sign on
a high
post with a full length picture of
Washington
painted on it, giving a squeaking
sound when
touched by the wind.
Branching trees and ample gardens
gave
the village streets a delightful
charm and
the narrow old-fashioned brick
walls added
a dignity to the shading trees. It
was a fair
resort for Summer sojourners on
their way
to the Falls, the main object of
interest.
The sun goes beyond Garrett
Mountain
as evening descends, the green of
its pine
trees, fading under a crimson sky
until
all color is lost. In the town
candle light
appears. No lighted streets. It is
as dark
as Egypt.
There is the story of the cholera
epidemic
the well known man who refused to
bring his
team into town for fear of
infecting them
but stopped beyond the river and
carted his
produce in himself by wheelbarrow —
to the
old market, in the Dutch style of
those days.
Paterson, N. J., Sept. 17 — Fred Goodell Jr.,
twenty-two, was ar-
rested early this morning and charged with the murder
of his six-
months-old daughter Nancy, for whom police were
looking since
Tuesday, when Goodell reported her missing.
Continued
questioning from last night until 1a.m. by police
headed by Chief James Walker drew the story of the
slaying,
police said, from the $40-a-week factory worker 4 few
hours after
he refused to join his wife, Marie, eighteen, in
taking a lie detector
test.
At 2 am. Goodell led police a few blocks from his
house to a
spot on Garrett Mountain and showed them a heavy rock
under
which he had buried Nancy, dressed only in a diaper
and placed
in a paper shopping bag.
Goodell told
the police he had killed the child by twice snapping
the wooden tray of a high chair into the baby's face
Monday morn-
ing when her crying annoyed him as he was feeding her.
Dr.
George Surgent, the county physician, said she died of
a fractured
skull.
There was an old wooden bridge to
Manchester, as
Totowa was called in those days,
which
Lafayette crossed in 1824, while
little
girls strewed flowers in his path.
Just
across the river in what is now
called the Old
Gun Mill Yard was a nail factory
where
they made nails by hand.
I remember going down to the old
cotton
mill one morning when the
thermometer was
down to 13 degrees below on the old
bell
post. In those days there were few
steam
whistles. Most of the mills had a
bell post
and bell, to ring out the news,
“Come to work!”
Stepping out of bed into a snow
drift
that had sifted in through the
roof; then,
after a porridge breakfast, walk
five miles to work. When I got
there I
did pound the anvil for sartin', to
keep
up circulation.
In the early days of Paterson, the
breathing
spot of the village was the
triangle square
bounded by Park Street (now lower
Main St.)
and Bank Street. Not including the
Falls it
was the prettiest spot in town.
Well shaded
by trees with a common in the
center where
the country circus pitched its
tents.
On the Park Street side it ran down
to
the river. On the Bank Street side
it ran
to a roadway leading to the
barnyard of
the Goodwin House, the barnyard
taking up
part of the north side of the park.
The circus was an antiquated
affair, only
a small tent, one ring show. They
didn't
allow circuses to perform in the
afternoon
because that would close up the
mills. Time
in those days was precious. Only in
the
evenings. But they were sure to
parade their
horses about the town about the
time the
mills stopped work. The upshot of
the
matter was, the town turned out to
the circus
in the evening. It was lighted
in those days by candles especially
made for the show. They were giants
fastened
to boards hung on wires about the
tent,
a peculiar contrivance. The giant
candles
were placed on the bottom boards,
and two
rows of smaller candles one above
the other
tapering to a point, forming a very
pretty
scene and giving plenty of light.
The candles lasted during the
performance
presenting a weird but dazzling
spectacle
in contrast with the showy
performers —
Many of the old names and some of
the
places are not remembered now:
McCurdy’s
Pond, Goffle Road, Boudinot Street.
The
Town Clock Building. The
old-fashioned
Dutch Church that burned down Dec.
14, 1871
as the clock was striking twelve
midnight.
Collet, Carrick, Roswell Colt,
Dickerson, Ogden, Pennington •
•
The part of town called Dublin
settled by the first Irish
immigrants. If
you intended residing in the old
town you'd
drink of the water of Dublin
Spring. The
finest water he ever tasted, said
Lafayette.
Just off Gun Mill yard, on the
gully
was a long rustic winding stairs
leading
to a cliff on the opposite side of
the river.
At the top was Fyfield's tavern — watching
the birds flutter and bathe in the
little
pools in the rocks formed by the
falling
mist — of the Falls •
•
Paterson, N. J., January 9, 1850: — The murder last
night of
two persons living at the Goffle, within two or three
miles of this
place has thrown our community into a state of intense
excitement.
The victims are John S. Van Winkle -and his wife, an
aged couple,
and long residents of this county. The atrocious deed
was accom-
plished as there appears no doubt by one John Johnson,
a laboring
farmer, and who at the time was employed by some of
his neigh-
bors in the same capacity. So far as we have been able
to gather
the particulars, it would seem that Johnson effected
an entrance
into the house through an upper window, by means of a
ladder,
and descending to the bedroom of his victims below,
accomplished
his murderous purpose by first attacking the wife who slept
in
front, then the husband, and again the wife.
The second attack appears to have immediately deprived
the
wife of life; the husband is still living but his
death is momentarily
expected. The chief instrument used appears to have
been a knife,
though the husband bears one or more marks of a
hatchet. The
hatchet was found next morning either in bed or on the
floor, and
the knife on the window sill, where it was left by the
murderer in
descending to the ground.
A boy only slept in the same dwelling • • • • • • The
fresh snow,
however, enabled his pursuers to find and arrest their
man • • • •
His object was doubtless money (which, however, he
seemed not
to have obtained).
Johnson inquired why they had tied him, "what
have I done?"
•
• • •He
was taken to the scene of murder and shown the
objects of his barbarous cruelty, but the sight
produced no other
sensible effect than to extort from him an expression
of pity, he
denying any knowledge of participation in the inhuman
butchery.
Trip a trap
o'troontjes
De vaarkens in
de boontjes —
De kocien in
de klaver—
De paarden in
de haver—
De eenden in
de waterplas,
Plis! Plas!
Zoo groot mijn kleine Derrick was!
You come today to see killed
killed, killed
as if it were a conclusion
— a conclusion!
a convincing strewing of corpses
— to move the mind
as tho' the mind
can be moved, the mind, I said
by an array of hacked corpses:
War!
a poverty of resource •
•
Twenty feet of
guts on the black sands of Iwo
“What have I done?”
—to convince whom? the sea worm?
They are used to death and
jubilate at it •
•
Murder.
—you cannot believe
that it can begin again, again,
here
again •
here
Waken from a dream, this dream of
the whole poem •
sea-bound,
rises, a sea of blood
— the sea that sucks in all rivers,
dazzled, led
by the salmon and the shad •
Turn back I warn you
(October 10, 1950)
from the shark, that snaps
at his own trailing guts, makes a
sunset
of the green water •
But lullaby, they say, the time sea
is
no more than sleep is •
afloat
with weeds, bearing seeds •
Ah!
float wrack, float words, snaring
the
seeds •
I warn you, the sea is not our
home.
the sea is not our home
The sea is our home whither all rivers
(wither) run •
the nostalgic sea
sopped with our cries
Thalassa! Thalassa!
calling us home •
I say to you, Put wax rather in
your
ears against the hungry sea
it is not our home!
• draws
us in to drown, of losses
and regrets •
Oh that the rocks of the Areopagus
had
kept their sounds, the voices of
the law!
Or that the great theatre of
Dionysius
could be aroused by some modern
magic
to release
what is bound in it, stones!
that music might be wakened from
them to
melt our ears •
The sea is not our home •
— though seeds float in with the
scum
and wrack •
among brown fronds
and limp starfish •
Yet you will come to it, come to
it! The
song is in your ears, to Oceanus
where the day drowns •
No! it is not our home.
You will come to it, the blood dark
sea
of praise. You must come to it.
Seed
of Venus, you will return • to
a girl standing upon a tilted
shell, rose
pink •
Listen!
Thalassa! Thalassa!
Drink of it, be drunk!
Thalassa
immaculata: our home, our nostalgic
mother in whom the dead, enwombed
again
cry out to us to return •
the blood dark sea!
nicked by the light alone,
diamonded
by the light • from which the sun
alone lifts undamped his wings
of fire!
• • not our home! It is NOT
our home.
What's that?
—a duck, a hell-diver? A swimming
dog?
What, a sea-dog? There it is again.
A porpoise, of course, following
the mackerel • No.
Must be the up-
end of something sunk. But this is
moving!
Maybe not. Flotsam of some sort.
A large, compact bitch gets up,
black,
from where she has been lying
under' the bank, yawns and
stretches with
a half suppressed half whine, half
cry •
She looks to sea, cocking her ears
and,
restless, walks to the water's edge
where
she sits down, half in the water •
When he came out, lifting his knees
through the waves she went to him
frisking
her rump awkwardly •
Wiping his face with his hand he
turned
to look back to the waves, then
knocking at his ears, walked up
to stretch out flat on his back in
the hot sand • there were some
girls, far down the beach, playing
ball.
— must have slept. Got up again,
rubbed
the dry sand off and walking a
few steps got into a pair of faded
overalls, slid his shirt on
overhand (the
sleeves were still rolled up)
shoes,
hat where she had been watching
them under
the bank and turned again
to the water's steady roar, as of a
distant
waterfall •
Climbing the
bank, after a few tries, he picked
some beach plums from a low bush
and
sampled one of them, spitting the
seed out,
then headed inland, followed by the
dog
John Johnson, from Liverpool, England, was convicted
after 20
minutes conference by the Jury. On April 30th, 1850,
he was hung
in full view of thousands who had gathered on Garrett Mountain
and adjacent house tops to witness the spectacle.
This is the blast
the eternal close
the spiral
the final somersault
the end.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario