martes, mayo 01, 2018

William Carlos Williams / Paterson, 42


Libro Cuatro  
La corrida al mar III














Había esclavos de color. En 1791 solo diez
casas, todas granjas excepto una, la taberna
Godwin, la casa con más historia en Paterson,
en la calle River: un cartel móvil en un alto
poste con una imagen pintada de Washington
de cuerpo entero, que chirriaba al
golpe del viento.

Árboles ramificados y amplios jardines daban
a las calles del pueblo un encanto delicioso y
las anticuadas paredes angostas de ladrillo le agregaban
dignidad a los árboles de sombra. Era un lindo
lugar para los visitantes veraniegos camino
de las Cataratas, el objetivo de mayor interés.

El sol atraviesa la montaña Garrett
cuando cae la tarde, el verdor de sus
pinos, se desvanece bajo un cielo carmín hasta
que todo color se diluye. En el pueblo se encienden
las luces de vela. Calles sin iluminación. Tan oscuro
como Egipto.

Hay un cuento sobre una epidemia de cólera
de un hombre famoso que se negó a traer a su
equipo al pueblo por temor al contagio
pero se detuvo más allá del río y cargó sus
productos él mismo en una carretilla— hasta el
viejo Mercado, al viejo estilo holandés de esos días.

   Paterson, N. J., sept. 17 — Fred Goodell hijo., veintidós, fue arres-
tado esta mañana temprano y acusado del asesinato de su hija Nan-
cy de seis meses de edad, a quien la policía había estado buscando desde
el martes, cuando Goodell denunciara su desaparición.
El interrogatorio continuó desde la noche anterior hasta la 1 a.m., encabezada
por el jefe de policía James Walker, según la policía, el relato del homicidio fue realizado
por un obrero a U$s 40 por semana, unas 4 horas después de que se rehusara a hablar
-como su esposa Marie, dieciocho- ante el detector de mentiras.
   A las 2 a.m. Goodell condujo a la policía a unas cuadras de su casa hasta un
lugar en la montaña Garrett y les mostró una roca pesada bajo la que
había enterrado a Nancy, vestida solo con un pañal y puesta en una
bolsa de papel madera.
   Goodell le dijo a la policía que había matado a la niña golpeándola dos veces
en la cara con la bandeja de madera de la sillita de comer el lunes a la maña-
na luego de que su llanto mientras la alimentaba lo enfureciera. El Dr. George
Surgent, médico del distrito, dijo que había fallecido por fractura de
cráneo.

Había un viejo puente de madera a Manchester, como
llamaban a Totowa en ese tiempo, que
Lafayette cruzó en 1824, mientras pequeñas
niñas tiraban flores a su paso. Justo
al otro lado del río en lo que ahora llaman Old
Gun Mill Yard había una fábrica de clavos donde
los clavos se hacían a mano.

            Recuerdo haber ido a la vieja fábrica de
            algodón una mañana cuando el termómetro marcaba
13 grados bajo cero en el viejo poste de la
campana. En esos días había pocos silbatos
a vapor. La mayoría de los molinos tenía un poste
y una campana para anunciar “¡A trabajar!”.

Salir de la cama hacia una masa de nieve
que se filtraba por el techo; luego
de un desayuno con avena, caminar
cinco millas al trabajo. Cuando llegaba
golpeaba el yunque para mantener
la circulación.

En los primeros días de Paterson, la zona
más viva del pueblo eran la plaza triangular
delimitada por la calle Park (ahora la calle Main)
y la calle Bank. Sin incluir las Cataratas, era
el lugar más lindo del pueblo. Árboles con
abundante sombra con un parque en el centro
donde el circo de la región montaba sus carpas.
Por el costado de la calle Park se llegaba hasta
el río. Por el costado de la calle Bank se llegaba
a la carretera que conducía al granero de la casa
Goodwin, el granero ocupaba
la parte norte del parque.

El circo era un asunto de otros tiempos, apenas
una pequeña carpa, una sola pista. No permitían
las funciones de los circos por la tarde
para que no cerraran los molinos. El tiempo
era precioso en esos días. Solo por las
noches. Pero se aseguraban de desfilar con
sus caballos por el pueblo a la hora en que los molinos
cerraban. El resultado del asunto
fue que el pueblo se iba al circo
a la noche. En esos días

lo iluminaban con velas hechas especialmente
para el espectáculo. Eran gigantes, sujetas
a tablas colgadas de cables alrededor de la carpa,
un peculiar artilugio. Las velas gigantes
eran colocadas en las tablas inferiores, y
dos filas de velas más pequeñas una sobre la otra
ajustadas a tal punto que formaban una escena
muy bonita y daban mucha luz.

Las velas duraban toda la presentación
ofreciendo un extraño y asombroso espectáculo
que contrastaba con los aparatosos actores—

Muchos de los viejos nombres y algunos de los
lugares no son recordados ahora: el estanque McCurdy,
la calle Goffle, la calle Boudinot. el edificio de la
Torre del Reloj. La anticuada
iglesia de Holanda que fue quemada en dic. 14, 1871   
mientras el reloj daba las doce de la noche.
Collet, Carrick, Roswell Colt,
Dickerson, Ogden, Pennington          
La parte del pueblo llamada Dublin
establecida por los primeros inmigrantes irlandeses.
Si decidías residir en el viejo pueblo beberías
agua del manatial de Dublin. El agua más
pura que jamás haya probado, decía Lafayette.

Más allá del patio de Gun Mill, en el barranco
había unas largas y rústicas escaleras de caracol
que llevaban a un acantilado del otro lado del río.
En la cima estaba la taberna Fyfield — ver
a los pájaros aletear y bañarse en los pequeños
charcos en las rocas formados por la caída del
rocío — de las Cataratas            

Paterson, N. J., enero 9, 1850: — El asesinato de la noche pasada de
dos personas que vivían en el Goffle, a dos o tres millas de este
lugar, ha dejado a nuestra comunidad en un estado de intensa agitación.
Las víctimas son John S. Van Winkle -y su esposa, una pareja anciana,
y residente de este condado desde hace largo tiempo. El atroz hecho fue come-
tido sin duda alguna por John Johnson, un granjero trabajador,
y que en ese momento era empleado por algunos de sus veci-
nos en calidad de tal. Hasta donde hemos podido averiguar en cuanto
a los detalles, parecería que Johnson entró a la casa por la ventana
de arriba, con la ayuda de una escalera, y descendió al dormitorio
de las víctimas, llevó a cabo su propósito homicida atacando primero
a la esposa que dormía enfrente, luego al marido, y otra vez
a la esposa.
   El segundo ataque parece haberle privado de la vida a la esposa de
inmediato; el marido aun está con vida pero su muerte parecería
inminente. El principal instrumento empleado sería un cuchillo,
aunque el marido tiene una o más heridas de hacha. El
hacha fue encontrada a la mañana siguiente o en la cama o en el piso, y
el cuchillo en el antepecho de la ventana, donde fue dejado por el asesino
al bajar.
   Solo un joven dormía en la misma vivienda.   De todos modos,
la nieve fresca, permitió a los perseguidores encontrar al hombre y
arrestarlo • • • • Su objetivo, sin duda, era el dinero (que, de todos modos,
parece no encontró).
   Johnson preguntó por qué los había atado, “¿qué hice?”
• • • •fue llevado a la escena del crimen y le mostraron los objetos de
su bárbara crueldad, pero la imagen no produjo ninguna otra
emoción más que una expresión de piedad de su parte, desconociendo
cualquier participación en la inhumana carnicería.

Trip a trap o'troontjes
De vaarkens in de boontjes —
De kocien in de klaver—
De paarden in de haver—
De eenden in de waterplas,
Plis! Plas!
Zoo groot mijn kleine Derrick was! [1]

Vienes a ver a los asesinados
asesinados, asesinados
como si fuera un desenlace
— ¡un desenlace!
un convincente desparramo de cuerpos
— para conmover la mente

como si la mente
pudiera conmoverse, la mente, digo
por un despliegue de cuerpos mutilados:

¡Guerra!
un pobre recurso                

Veinte pies de
de tripas en las arenas negras de Iwo

“¿Qué he hecho?”

—¿para convencer a quién? ¿el gusano de mar?
Están acostumbrados a la muerte y
la celebran                 

Asesino.

—no puedes creer
que pueda comenzar otra vez, otra vez, aquí
otra vez            aquí
Despertar de un sueño, el sueño de
el poema entero           atado al mar,
se levanta, un mar de sangre

— el mar que chupa en todos los ríos,
deslumbrado, guiado
por el salmón y el sábalo         

Regresa te lo advierto
(octubre 10, 1950)
del tiburón, que muerde
sus propias tripas extendidas, haciendo de
las aguas verdes un crepúsculo               

Pero un arrullo, ellos dicen, el tiempo del mar
no es más que el sueño           flotando
con la ropa de los muertos, cargando el germen
¡Ah!

flota destrucción, flotan palabras, atrapando el
germen         

te lo advierto, el mar no es nuestro hogar.
el mar no es nuestro hogar

El mar es nuestro hogar donde todos los ríos
(mueren) corren      

el nostálgico mar
empapado con nuestro llanto
¡Talasa! ¡Talasa!
llamándonos a casa        
te digo, Mejor pon cera en tus
oídos contra el mar voraz  
¡no es nuestro hogar!

       no lleva a hundirnos, de pérdida 
y arrepentimiento       

¡Oh si las rocas del Aerópago hubiesen
conservado sus sonidos, las voces de la ley!
¡O si el gran teatro de Dionisio
pudiera ser resucitado por alguna magia moderna
para liberar
lo que está atado a él, piedras!
la música podría despertar en ellas para
derretir nuestros oídos      

El mar no es nuestro hogar    

— aunque flote el germen junto a la escoria
y la destrucción            entre el follaje marrón
y las débiles estrellas de mar          

¡Pero vendrás a él, vendrás a él! La
canción está en tus oídos, a Océano
donde se ahoga el día          

¡No! no es nuestro hogar.

Vendrás a él, el sangriento mar oscuro
de la alabanza. Debes venir a él. Germen
de Venus, regresarás             a
una muchacha parada en una concha inclinada, de color
rosado       

¡Escucha!
¡Talasa! ¡Talasa!
¡Bebe de él, emborráchate!
Talasa
immaculata: nuestro hogar, nuestra nostálgica
madre en quien los muertos, otra vez en el vientre
nos gritan que regresemos          
¡el sangriento mar oscuro!
cincelado solo por la luz, adiamantado
por la luz          desde donde el sol
solo levanta sus alas ¡libre
de fuego!

                   ¡no nuestro hogar! NO es
nuestro hogar.

¿Qué ese so?
—un pato, un buzo del infierno? ¿Un perro nadador?
¿Qué, un lobo de mar? Aquí está otra vez.
Una marsopa, por supuesto, siguiendo
a la caballa        No. Debe ser el ex-
tremo de algo hundido. ¡Pero se mueve!
Quizás no. Algún tipos de restos de naufragio.

Una enorme, perra maciza, negra se levanta
de donde había estado echada,
a la orilla, bosteza y se despereza con
un medio quejido medio sofocado, medio grito   
Ella mira hacia el mar, inclinando sus orejas y,
inquieta, camina hasta el borde del agua donde
se sienta, medio en el agua    

Cuando él salió, levantando sus rodillas
entre las olas ella fue hacia él moviendo
su cola con torpeza       
Secándose la cara con su mano se dio vuelta
para mirar hacia las olas, entonces
golpeando sus oídos, se aproximó
para tirarse de espaldas en
la arena caliente             había algunas
muchachas, playa abajo, jugando a la pelota.

— debió quedarse dormido. Se levantó otra vez, sacudió
la arena seca y caminó algunos
pasos para enfundarse un desteñido
overol, estiró su camisa por encima de la cabeza (las

mangas aun enrolladas) zapatos,
sombrero que ella cuidaba en la
orilla y regresó otra vez
al rugido incesante del agua, como el de una catarata
lejana                Subiendo por la
orilla, tras algunos intentos, recogió
unas drupas de un arbusto bajo y
probó una de ellas, escupiendo la semilla,
luego caminó tierra adentro, seguido por la perra

John Johnson, de Liverpool, Inglaterra, fue condenado por el jurado
después de 20 minutos de declaración.  En abril 30, 1850, fue colgado
ante la vista de los miles que se habían reunido en la montaña Garrett
y testigos del espectáculo de las casas adyacentes.

Esto es el estallido
el cierre eterno
la espiral
el último salto mortal
el final.


William Carlos Williams (Rutherford, Estados Unidos, 1883-1963),  Paterson,  New Directions, New York, 1963
Versión © Silvia Camerotto

Ilustración: A History of Paterson


Book Four

The Run to the Sea

III

There were colored slaves. In 1791 only ten
houses, all farm houses save one, The Godwin
Tavern, the most historic house in Paterson,
on River Street: a swinging sign on a high
post with a full length picture of Washington
painted on it, giving a squeaking sound when
touched by the wind.

Branching trees and ample gardens gave
the village streets a delightful charm and
the narrow old-fashioned brick walls added
a dignity to the shading trees. It was a fair
resort for Summer sojourners on their way
to the Falls, the main object of interest.

The sun goes beyond Garrett Mountain
as evening descends, the green of its pine
trees, fading under a crimson sky until
all color is lost. In the town candle light
appears. No lighted streets. It is as dark
as Egypt.

There is the story of the cholera epidemic
the well known man who refused to bring his
team into town for fear of infecting them
but stopped beyond the river and carted his
produce in himself by wheelbarrow — to the
old market, in the Dutch style of those days.

Paterson, N. J., Sept. 17 — Fred Goodell Jr., twenty-two, was ar-
rested early this morning and charged with the murder of his six-
months-old daughter Nancy, for whom police were looking since
Tuesday, when Goodell reported her missing.
   Continued questioning from last night until 1a.m. by police
headed by Chief James Walker drew the story of the slaying,
police said, from the $40-a-week factory worker 4 few hours after
he refused to join his wife, Marie, eighteen, in taking a lie detector
test.
At 2 am. Goodell led police a few blocks from his house to a
spot on Garrett Mountain and showed them a heavy rock under
which he had buried Nancy, dressed only in a diaper and placed
in a paper shopping bag.

   Goodell told the police he had killed the child by twice snapping
the wooden tray of a high chair into the baby's face Monday morn-
ing when her crying annoyed him as he was feeding her.     Dr.
George Surgent, the county physician, said she died of a fractured
skull.

There was an old wooden bridge to Manchester, as
Totowa was called in those days, which
Lafayette crossed in 1824, while little
girls strewed flowers in his path. Just
across the river in what is now called the Old
Gun Mill Yard was a nail factory where
they made nails by hand.

I remember going down to the old cotton
mill one morning when the thermometer was
down to 13 degrees below on the old bell
post. In those days there were few steam
whistles. Most of the mills had a bell post
and bell, to ring out the news, “Come to work!”

Stepping out of bed into a snow drift
that had sifted in through the roof; then,
after a porridge breakfast, walk
five miles to work. When I got there I
did pound the anvil for sartin', to keep
up circulation.

In the early days of Paterson, the breathing
spot of the village was the triangle square
bounded by Park Street (now lower Main St.)
and Bank Street. Not including the Falls it
was the prettiest spot in town. Well shaded
by trees with a common in the center where
the country circus pitched its tents.
On the Park Street side it ran down to
the river. On the Bank Street side it ran
to a roadway leading to the barnyard of
the Goodwin House, the barnyard taking up
part of the north side of the park.

The circus was an antiquated affair, only
a small tent, one ring show. They didn't
allow circuses to perform in the afternoon
because that would close up the mills. Time
in those days was precious. Only in the
evenings. But they were sure to parade their
horses about the town about the time the
mills stopped work. The upshot of the
matter was, the town turned out to the circus
in the evening. It was lighted

in those days by candles especially
made for the show. They were giants fastened
to boards hung on wires about the tent,
a peculiar contrivance. The giant candles
were placed on the bottom boards, and two
rows of smaller candles one above the other
tapering to a point, forming a very pretty
scene and giving plenty of light.

The candles lasted during the performance
presenting a weird but dazzling spectacle
in contrast with the showy performers —

Many of the old names and some of the
places are not remembered now: McCurdy’s
Pond, Goffle Road, Boudinot Street. The
Town Clock Building. The old-fashioned
Dutch Church that burned down Dec. 14, 1871
as the clock was striking twelve midnight.
Collet, Carrick, Roswell Colt,
Dickerson, Ogden, Pennington          
The part of town called Dublin
settled by the first Irish immigrants. If
you intended residing in the old town you'd
drink of the water of Dublin Spring. The
finest water he ever tasted, said Lafayette.

Just off Gun Mill yard, on the gully
was a long rustic winding stairs leading
to a cliff on the opposite side of the river.
At the top was Fyfield's tavern — watching
the birds flutter and bathe in the little
pools in the rocks formed by the falling
mist — of the Falls            

Paterson, N. J., January 9, 1850: — The murder last night of
two persons living at the Goffle, within two or three miles of this
place has thrown our community into a state of intense excitement.
The victims are John S. Van Winkle -and his wife, an aged couple,
and long residents of this county. The atrocious deed was accom-
plished as there appears no doubt by one John Johnson, a laboring
farmer, and who at the time was employed by some of his neigh-
bors in the same capacity. So far as we have been able to gather
the particulars, it would seem that Johnson effected an entrance
into the house through an upper window, by means of a ladder,
and descending to the bedroom of his victims below, accomplished
his murderous purpose by first attacking the wife who slept in
front, then the husband, and again the wife.
The second attack appears to have immediately deprived the
wife of life; the husband is still living but his death is momentarily
expected. The chief instrument used appears to have been a knife,
though the husband bears one or more marks of a hatchet. The
hatchet was found next morning either in bed or on the floor, and
the knife on the window sill, where it was left by the murderer in
descending to the ground.
A boy only slept in the same dwelling • • The fresh snow,
however, enabled his pursuers to find and arrest their man • • • •
His object was doubtless money (which, however, he seemed not
to have obtained).
Johnson inquired why they had tied him, "what have I done?"
• • • •He was taken to the scene of murder and shown the
objects of his barbarous cruelty, but the sight produced no other
sensible effect than to extort from him an expression of pity, he
denying any knowledge of participation in the inhuman butchery.

Trip a trap o'troontjes
De vaarkens in de boontjes —
De kocien in de klaver—
De paarden in de haver—
De eenden in de waterplas,
Plis! Plas!
Zoo groot mijn kleine Derrick was!

You come today to see killed
killed, killed
as if it were a conclusion
— a conclusion!
a convincing strewing of corpses
— to move the mind

as tho' the mind
can be moved, the mind, I said
by an array of hacked corpses:

War!
a poverty of resource                

Twenty feet of
guts on the black sands of Iwo

“What have I done?”

—to convince whom? the sea worm?
They are used to death and
jubilate at it                

Murder.

—you cannot believe
that it can begin again, again, here
again          here
Waken from a dream, this dream of
the whole poem           sea-bound,
rises, a sea of blood

— the sea that sucks in all rivers,
dazzled, led
by the salmon and the shad          

Turn back I warn you
(October 10, 1950)
from the shark, that snaps
at his own trailing guts, makes a sunset
of the green water          

But lullaby, they say, the time sea is
no more than sleep is           afloat
with weeds, bearing seeds        

Ah!

float wrack, float words, snaring the
seeds         

I warn you, the sea is not our home.
the sea is not our home

The sea is our home whither all rivers
(wither) run       

the nostalgic sea
sopped with our cries
Thalassa! Thalassa!
calling us home         
I say to you, Put wax rather in your
ears against the hungry sea
it is not our home!

       draws us in to drown, of losses
and regrets       

Oh that the rocks of the Areopagus had
kept their sounds, the voices of the law!
Or that the great theatre of Dionysius
could be aroused by some modern magic
to release
what is bound in it, stones!
that music might be wakened from them to
melt our ears       

The sea is not our home     

— though seeds float in with the scum
and wrack            among brown fronds
and limp starfish           

Yet you will come to it, come to it! The
song is in your ears, to Oceanus
where the day drowns          

No! it is not our home.

You will come to it, the blood dark sea
of praise. You must come to it. Seed
of Venus, you will return             to
a girl standing upon a tilted shell, rose
pink        

Listen!
Thalassa! Thalassa!
Drink of it, be drunk!
Thalassa
immaculata: our home, our nostalgic
mother in whom the dead, enwombed again
cry out to us to return           
the blood dark sea!
nicked by the light alone, diamonded
by the light          from which the sun
alone lifts undamped his wings
of fire!

                   not our home! It is NOT
our home.

What's that?
—a duck, a hell-diver? A swimming dog?
What, a sea-dog? There it is again.
A porpoise, of course, following
the mackerel        No. Must be the up-
end of something sunk. But this is moving!
Maybe not. Flotsam of some sort.

A large, compact bitch gets up, black,
from where she has been lying
under' the bank, yawns and stretches with
a half suppressed half whine, half cry   
She looks to sea, cocking her ears and,
restless, walks to the water's edge where
she sits down, half in the water     

When he came out, lifting his knees
through the waves she went to him frisking
her rump awkwardly       
Wiping his face with his hand he turned
to look back to the waves, then
knocking at his ears, walked up
to stretch out flat on his back in
the hot sand                there were some
girls, far down the beach, playing ball.

— must have slept. Got up again, rubbed
the dry sand off and walking a
few steps got into a pair of faded
overalls, slid his shirt on overhand (the

sleeves were still rolled up) shoes,
hat where she had been watching them under
the bank and turned again
to the water's steady roar, as of a distant
waterfall                Climbing the
bank, after a few tries, he picked
some beach plums from a low bush and
sampled one of them, spitting the seed out,
then headed inland, followed by the dog

John Johnson, from Liverpool, England, was convicted after 20
minutes conference by the Jury. On April 30th, 1850, he was hung
in full view of thousands who had gathered on Garrett Mountain
and adjacent house tops to witness the spectacle.

This is the blast
the eternal close
the spiral
the final somersault
the end.


[1] Rima en holandés

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