1
Los budas no tuvieron padres que combatir
ni hermanos más amorosos, que los fueron destronando.
Tuvieron tiernos maestros y ramalazos de luz
en los que el dolor ardió por combustión espontánea.
*
Los vecinos de los budas no se burlaban de ellos.
Ni por sus raras palabras ni por sus grandes orejas.
Y la sombra de los árboles buscaba sus cabezas.
2
Los budas no necesitan caminar a la montaña.
Respiran con gran dulzura el aire más cristalino:
el que la lluvia mojó, el sol libró de los ácaros,
y perfumaron agujas de las ramas de los pinos.
*
No necesitan del sol para percibir el sol,
ni la arena de las alas de la oscura mariposa.
No se acercan a los niños para entender
la ternura. No se llenan de pasión
por una sola palabra.
3
Cada día
la fruta que los budas se llevan a la boca
es la más dulce fruta de sus vidas.
4
Flores silvestres
de un amarillo amargo
que entre las lajas de arcilla
esperan el temporal:
los budas no se estremecen
como nosotros.
*
Óleo sedoso
de la taza de la cala,
polen espeso
de la espada de la cala,
tálamo verde
de sombra tan delicada:
recuerden siempre a los budas.
Oren por mí.
Carina Sedevich (Santa Fe, Argentina, 1972)
Los budas y otros poemas,
Editorial Universitaria de Villa María (Eduvim),
Villa María, Córdoba, Argentina, 2018
Vuelo Digital - Vallejo y Co. - Sur y Sur - Op. Cit. - De Sibilas y Pitias
hermoso
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