Voy a morir sin dejar rastro,
menos que el caracol ovillado en su membrana,
menos que el aliento condensado en la ventana,
menos que la ojera del guijarro en el estanque,
menos que el latido de la almeja en la arena,
menos que la voluta de la pluma en el aire,
menos que el humo que empaña la mañana.
Ah, si fuera
estrella de nieve en el vidrio del recuerdo,
rosa náutica en el mar del pensamiento,
vela enamorada del viento, pasaría
como espectro de luz en la semana y dejaría
el color de cada día. Pero
voy a morir sin dejar rastro.
Fina Warschaver (Buenos Aires, 1910-1989), Color de siete días, inédito
Foto de Anatole Saderman en finawarschaver.com
Ahora sabemos que estaba equivocada. Aunque su poema era expresión de un sentimiento verdadero. Quizás por haber sido capaz de expresarlo es por lo que dejó rastro y muy refulgente en esta pantalla electrónica.
ResponderBorrarmuy interesante haberla encontrado. No la conocía. Pero por suerte sí dejó rastro. Gracias Jorge!
ResponderBorrar¿Es cierto que el poeta habla por su tribu? En este caso sí cuando a su lado nos descubrimos tartamudos, autistas, ágrafos, paralíticos y baldados.
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