La morena o
la soberanía no es una mascota doméstica
Vive voraz en el agua
la morena carnicera
de profundidad,
pequeña
si se compara
con la ballena o tiburón -metro y medio
de extensión en el mar Meditarráneo.
Pez foráneo que no crece
acá,
en el Paraná, sin excepción la morena
a la anguila se parece
que se parece
a la víbora: si no se arrastra,
es que nada. Toda
una ese carnívora, sinuosamente
garganta, traga porque querría
mostrar que no sabría vivir
de otra manera. Si espera
ondula ese cuerpo que ella finge
no tener: por mujer, pura-cabeza
y de mula, está esperando una presa
que la haga suya y la deje,
además,
hacer. Es difícil ser un pez,
pero se es
lo que se es, y en la duda
se está en paz:
una
centella con ojos
de criatura o creación, perfectamente
sola
tras el cristal del acuario, es ella
sin ser fatal. A diario
hay que hacer cola
para verla en exposición.
Mirta Rosenberg (Rosario, 1951-Buenos Aires, 2019), El paisaje interior, Bajo la Luna, Buenos Aires, 2012
Ilustración: Peces rojos en interior, 1912, Henri Matisse
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