Muerte del héroe
(Buenaventura Durruti)
"Tiene usted una cultura de
Biblioteca Sempere." (En el café)
Juego de la linterna y el gatillo
lo veo en el retrato del prontuario,
de frente, de costado, con un número,
con el cabello turbio y despeinado.
(Sólo faltaba arriba una paloma
con algo de furioso y delicado.)
Lo veo en el vestíbulo del Banco
donde están los ingleses,
en pleno mediodía del asalto,
multiplicado en los espejos cóncavos
de parque de atracción y policía,
clima de enfermería y tren ligero,
aire de boletín de última hora
subiendo en el coraje desatado
la escalera del miedo.
Lo veo en las polémicas del hierro,
en los locales de los sobresaltos,
en las noches del cuero y del cemento,
en los subsuelos de la harina,
en las llanuras del asfalto,
en los techos del vino y del petróleo,
en la vigilias de tabaco y cebo,
en las orillas de los sindicatos
con la luna presidiaria y ateneo.
Lo veo derramando plomo y oro
por las huelgas del mundo, comandante,
lejos aún de la bala de plata
fundida para él un siglo antes.
Lo veo por los muelles del acero,
por los enlaces ferroviarios,
por las traseras de los frigoríficos,
por las tabernas de los jornaleros
y el paredón del arrabal llovido
cuyo revoque evoca todavía
su perfil bondadoso y pistolero.
En donde yacen los himnos anarquistas,
entre tahonas, libreros de lance,
novias de fugitivos y retratos
de Francisco Ferrer ya fusilado;
durante el heroísmo sin consignas,
antes del cine y de los comisarios,
oh, qué auténtica entonces
su mezcla de cordero y de leopardo,
qué madurez crecida de repente,
qué francotirador y Jesucristo
su corazón, perdido por noviembre.
¡Desciendo la bandera hasta el cadáver!
Me encamino al espectro preferido,
vuelvo a ver una calle con un río
de manifestación y cementerio
y a él sobre el caos, levantando
su índice muerto.
Raúl González Tuñón (Buenos Aires, 1905-1974), "La muerte en Madrid", 1939, La luna con gatillo. Selección de poemas líricos, sociales y políticos, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1957
Nota del Ad.:
Buenaventura Durruti (León, 1896-Madrid, 1936), aunque muerto al comienzo de la guerra civil en España (1936-1939), es recordado como una de las grandes figuras de aquella contienda. Dirigió la "columna Durruti" que se encaminó desde Barcelona a Zaragoza y logró establecer comunas libertarias en varias poblaciones aragonesas. En los años anteriores, el grupo de Durruti produjo numerosos asaltos y muertes; entre éstas se le imputa la del cardenal-arzobispo de Zaragoza, Juan Soldevilla y Romero, en 1923. Fugitivos por América, también asaltaron bancos en Chile, Argentina y Uruguay. Durruti murió en Madrid, de un balazo proveniente, probablemente, de un arma de su propio bando, según los testimonios disponibles, entre ellos el de su compañero Antonio Bonilla.
(Buenaventura Durruti)
"Tiene usted una cultura de
Biblioteca Sempere." (En el café)
Juego de la linterna y el gatillo
lo veo en el retrato del prontuario,
de frente, de costado, con un número,
con el cabello turbio y despeinado.
(Sólo faltaba arriba una paloma
con algo de furioso y delicado.)
Lo veo en el vestíbulo del Banco
donde están los ingleses,
en pleno mediodía del asalto,
multiplicado en los espejos cóncavos
de parque de atracción y policía,
clima de enfermería y tren ligero,
aire de boletín de última hora
subiendo en el coraje desatado
la escalera del miedo.
Lo veo en las polémicas del hierro,
en los locales de los sobresaltos,
en las noches del cuero y del cemento,
en los subsuelos de la harina,
en las llanuras del asfalto,
en los techos del vino y del petróleo,
en la vigilias de tabaco y cebo,
en las orillas de los sindicatos
con la luna presidiaria y ateneo.
Lo veo derramando plomo y oro
por las huelgas del mundo, comandante,
lejos aún de la bala de plata
fundida para él un siglo antes.
Lo veo por los muelles del acero,
por los enlaces ferroviarios,
por las traseras de los frigoríficos,
por las tabernas de los jornaleros
y el paredón del arrabal llovido
cuyo revoque evoca todavía
su perfil bondadoso y pistolero.
En donde yacen los himnos anarquistas,
entre tahonas, libreros de lance,
novias de fugitivos y retratos
de Francisco Ferrer ya fusilado;
durante el heroísmo sin consignas,
antes del cine y de los comisarios,
oh, qué auténtica entonces
su mezcla de cordero y de leopardo,
qué madurez crecida de repente,
qué francotirador y Jesucristo
su corazón, perdido por noviembre.
¡Desciendo la bandera hasta el cadáver!
Me encamino al espectro preferido,
vuelvo a ver una calle con un río
de manifestación y cementerio
y a él sobre el caos, levantando
su índice muerto.
Raúl González Tuñón (Buenos Aires, 1905-1974), "La muerte en Madrid", 1939, La luna con gatillo. Selección de poemas líricos, sociales y políticos, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1957
Nota del Ad.:
Buenaventura Durruti (León, 1896-Madrid, 1936), aunque muerto al comienzo de la guerra civil en España (1936-1939), es recordado como una de las grandes figuras de aquella contienda. Dirigió la "columna Durruti" que se encaminó desde Barcelona a Zaragoza y logró establecer comunas libertarias en varias poblaciones aragonesas. En los años anteriores, el grupo de Durruti produjo numerosos asaltos y muertes; entre éstas se le imputa la del cardenal-arzobispo de Zaragoza, Juan Soldevilla y Romero, en 1923. Fugitivos por América, también asaltaron bancos en Chile, Argentina y Uruguay. Durruti murió en Madrid, de un balazo proveniente, probablemente, de un arma de su propio bando, según los testimonios disponibles, entre ellos el de su compañero Antonio Bonilla.
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Foto: Raúl González Tuñón, Santiago de Chile, c.1937. Archivo del diario Clarín de Buenos Aires
Antes de Tuñón había poetas?
ResponderBorrarClelia Bercovich