(nada es incalculable)
Siempre se puede saber cuántas nubes, cuántos nogales, cuántos pájaros
se necesita para que exista esta abertura
donde machos y hembras multiplican todo lo que se ve.
Hay
conexiones: la curiosidad que une a los contrarios, la tentación inacabable,
y en medio de eso
la naturaleza con sus plazos: un buen pagador que respeta acuerdos;
porque incluso en lo que tiene de atolondrada
cumple su palabra torrencial: la que desborda ríos, atruena o incendia con hipérbole.
Y en este juego, cada uno
para el otro
es el mundo exterior: la trama problemática que comenzó en el
agua nos hizo reptar unos cuantos milenios, hasta que
levantamos la cerviz y ya nunca volvimos al origen: un
hombre se ha hecho para caminar, para nacer y morir en
todas partes con el trenzado del ADN: ramificaciones y
sorpresas.
Todo cabe y resiste
en esta corriente que no termina,
este largo viaje en el que plantas, días nublados, palomas
y fracasos
cantan a coro:
vos con tu suave armonía,
yo con mi voz desigual.
Santiago Sylvester (Salta, 1942), El reloj biológico. Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2007
Siempre se puede saber cuántas nubes, cuántos nogales, cuántos pájaros
se necesita para que exista esta abertura
donde machos y hembras multiplican todo lo que se ve.
Hay
conexiones: la curiosidad que une a los contrarios, la tentación inacabable,
y en medio de eso
la naturaleza con sus plazos: un buen pagador que respeta acuerdos;
porque incluso en lo que tiene de atolondrada
cumple su palabra torrencial: la que desborda ríos, atruena o incendia con hipérbole.
Y en este juego, cada uno
para el otro
es el mundo exterior: la trama problemática que comenzó en el
agua nos hizo reptar unos cuantos milenios, hasta que
levantamos la cerviz y ya nunca volvimos al origen: un
hombre se ha hecho para caminar, para nacer y morir en
todas partes con el trenzado del ADN: ramificaciones y
sorpresas.
Todo cabe y resiste
en esta corriente que no termina,
este largo viaje en el que plantas, días nublados, palomas
y fracasos
cantan a coro:
vos con tu suave armonía,
yo con mi voz desigual.
Santiago Sylvester (Salta, 1942), El reloj biológico. Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2007
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