sábado, septiembre 26, 2020

Silvio Mattoni / Virtud

















Miro hacia atrás, los autos no me dicen
nada en su paso, ni las calles, ni
las canciones del aire. En cada rostro
hace señas el tiempo. Ruidos o bits
circulan y ocupan más espacio en un disco
que todas las palabras que mi mano
derecha acumulará antes de morirse.
A la carne del mundo sin embargo
le prometí este tránsito, hace mucho
que sólo quiere circular un poco
hasta el punto final de la entropía.
Anoche supe de nuevo que el placer
sexual es femenino, que el falo es fósforo
para prender antorchas más durables.
Me apena el sufrimiento que le espera
a mi hijito: toda la impostura
de la guerra perpetua, el infinito
deseo de conquista. Ahora se va
al jardín con su manito vendada;
una caída, un empujón de patio
le causaron un corte, mínimo, pero él
declaraba entre lágrimas, cuando supo
que se le iba a formar una cáscara y que la piel
debía regenerarse: “Los soldados
estallan en pedazos en la guerra
y por eso los hombres también lloran”.
Lloran. Solos. No pueden reproducirse.

Silvio Mattoni (Córdoba, Argentina, 1969)

El gigante de tinta
Zindo & Gafuri, 
Buenos Aires, 2016











Foto: La Voz

1 comentario: