Las palabras se curvan se tocan se oscurecen
Alguien afuera abre una puerta alguien toca el
piano
Las palabras se guardan y se olvidan
No te debo nada tiempo
Sigo el movimiento del sueño sus huellas
pequeñísimas
Sigo el movimiento del río su peso sus
partículas su silencio
sus larvas sus laberintos las estrellas que flotan
como cáscaras
Quedan los fresnos
la pared llena de fotografías
la mañana
la de después la espesa la más temida
la mañana para no ser vista la mañana para
llorarme
la larga la indefinible la quieta mañana
El aire se arquea con el peso de las acacias
He construido mis sueños cerca de las rocas
golpeadas por el mar
Yo elegí este paisaje árido
Esta constancia esta sed
Nada más triste que esta vastedad que es apenas
nada
(...)
Alta la voz del polvo al atardecer
Arriba las migraciones de los pájaros
y el canto del muecín que rompe la tarde
En los museos cerrados
las estatuas y las vasijas vuelven a ser
sólo piedra sólo bronce
Al oeste la línea recta va hacia los pasadizos de la
muerte
y a ese olor a sueños de abajo
de la tierra
Afuera las ciudades del pensamiento
las disonancias los residuos las meditaciones
el deseo bajo mi piel
y el río como una espada oxidada
Uno se va a morir a solas a solas en lo oscuro
lejos de lo que uno fue o creyó ser
Uno se muere entre los sentimientos más simples
en la sorpresa enorme de estarse muriendo
Uno se hace un hueco en la oscuridad y se echa ahí
como un animal
(...)
Hay un vértigo en esta luz
El día se desploma
Las golondrinas atraviesan el instante
¿Qué saben los dioses de los sueños de los hombres?
Es en esta luz que me consume
En su transparencia
Donde más te busco
Es en la resequedad de esta mañana
Imperceptible derramada
Agua en los labios del sediento
Madre soy yo la buscada
Te he llevado sobre mí
Sintiendo tu peso
Y el olvido me duele
Como una herida
La luz se aquieta
Y te oía dentro de mí
Te oía en la desembocadura
Naciéndote
Y las palabras se hundieron en el agua
Y el llanto se embebió en la arena
Y yo me quedé en la orilla
Era cerca del corazón oscuro de los sauces
Donde aún te nombro y me postro ante ti
Como antes como siempre
Estoy bajo un cielo pálido
Y había algo entrañable en los días y en el recuerdo
de los días
Y me tomó el tiempo de vivir para despertar
Pero lo más importante no lo dijimos
Por siempre el pálido inmenso silencio
Y era dentro de mí como una floración
Un despertar al otro lado
Y yo quería saber
Pero sólo me fue dado preguntar
El otoño se tensa como un arco el aire está inmóvil
La lluvia también se desplaza hacia el sueño
Lentamente recupera su sombra se inclina como un
sauce
Cae
Gloria Gervitz (Ciudad de México, 1943-2022), Material de Lectura n° 176, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 2013
Migraciones. Poema 1976-2016, MaNgos de HaChA, México, 2017 - Treno, filodecaballos Editores-CONACULTA, 2003 - Letras Libres - Tercera Vía - Poesía del Toro de Barro
Foto: Mikael Andersson/TT/Sydsvenskan
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act. 2022
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