sábado, abril 13, 2019

Alberto Cisnero / De "Forma parte de mi guerra"

23-

no confío en nadie que rechace el frasco
y la pipa, chocar e incendiarse. en efecto,
por debajo del lustre está el instinto, chicos
azorados de corazón clemente. antes
de las drogas, el terrorismo, el sexo con niños
y el sexo con óbitos. esa es nuestra quince rue
vivienne, la serena ventaja de marcar la página
y cerrar el libro. no hay víctimas aquí (a lo sumo
voluntarios que apelan a su orfandad en pos
de conseguir un domicilio particular). me dedico
al negocio de envejecer, planeo nombrar todas
las estrellas sobre una rama en un poema.
fuera de la aldea y lejos de la manada, uno sólo
puede ansiar que ese tipo de hechos continúen
para siempre. confrontar la realidad sin dejar
demasiada sangre en el jardín, conservar ese
mágico momento y repetirlo a voluntad.
ya lo escribí muchas veces. escribir, eso es algo
que no está en ninguna parte. ni aquí ni allá
está cerca su camino.

28-

¿ya aceptaste lo que odiás, o todavía
desconocés lo peor acerca de cualquier cosa,
es decir, escribís para lograr la calma, el equilibrio,
la libertad personal en tu cubil?¿captaste
un tiempo idílico en el cual los pájaros cesaron
de repente en sus trinos y una constelación
se hundió hasta extinguirse en la cera
con que los empleados de limpieza adecentan
el jol de los salones?¿tachás y mirás
directamente detrás del folio
sin localizar un rayo de luz o de sonido, algún
impulso eléctrico que te oriente?¿ya lo habías
encontrado una vez y luego lo habías perdido?
¿atestiguaste que era un camino más largo
que llevaba a la misma meta o que llevaba más
allá de donde se puede regresar?¿desgraciada
la perdiz que se enreda en el alambre?¿vas
a declararte responsable de algún otro extraño
y arcaico rito?¿tomás notas de todo lo que se
ausenta en tu cuerpo, creyendo al mismo
tiempo dos cosas que se contradicen?

41-

en la apacibilidad de un gesto, los negros,
los obreros, los ancianos, las mujeres
y los niños somos más felices. no llegué
a esta playa ningún diecinueve de septiembre.
y nunca divisé un faro protector. leía al tiempo
que mercaba la fuerza de mis músculos dando
vuelta un pastón, levantando o revocando
una pared. con mi dinero pago el traje
que me cubre, la olla que paro y cada libro
que me atribuyo. no para proporcionarme
una fe nueva, sino para cuando no esté ahí,
ni en ningún lado y ya nadie recuerde
que siempre estuvimos
a un tris de lograrlo, de convertirnos
en duros y silentes como una piedra,
comprimidos y silentes detrás
de unas pocas palabras. y que bastaba enero
en los cánticos de los grillos y la silueta
en declive de los chañares meciéndose
en el agua para descubrir que de pronto
necesitábamos compañía.

Alberto Cisnero (La Matanza, Argentina, 1975)

Forma parte de mi guerra,
Barnacle,
Buenos Aires, 2019

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