Agujero negro
Esa boca que devora el centro de la galaxia
pero deja el borde azucarado para después
no es una boca: del agujero sólo se puede decir
lo que el agujero no es. No es boca ni dice,
o lo que dice es palabra negra, pura implosión.
Quién otro sino este dios cabeza de alfiler
puede doblar así el espacio, plegar sin crujido
todos su vapores y metales, volverlo pañuelo
paloma y conejo en su galera de una sola vía,
moridero o esencia del arte de la desaparición.
Teoría de cuerdas
En el sótano de la luz cantan las costureras locas la canción
de lo que existe y no se ve: cosen y cantan; y lo que se ve
es papel de molde prendido al mirar por un alfilerazo cruel:
las puntadas se sienten en el revés del ojo, y no hay espejo
que diga la verdad: el traje siempre te quedará grande.
Lo carnoso de la vigilia nos ensordece: llamamos música
esto que el sueño sopla por el hueco profundo de su hueso,
y silencio al llamado de las sirenas de la fábrica de lo que hay:
esas obreritas que retuercen el espacio en diez dimensiones
(como pañuelo de llorar) y de cada mal paso hacen un mundo.
Cámara de niebla
Lo que no se ve deja un trazo en lo que no te deja ver; el tajo
en la niebla le arranca el parche negro al infinito: ojo de agua
donde borbotea la sed de saber un poco más, pista de vapor o
catarata: la ceguera cántase su mejor tango en esta jaula gris.
Cada dos por cuatro lo imposible te pega de canto; la poesía
manda cruel en el papel, arde la urgencia de ponerle palabras
a eso que no existe pero nos hace existir: una mano invisible
que escribe en el agua la historia del agua. El universo feroz
sopla su canción de nada y deja el tendal: la mirada se cuelga
de su cuerda de luz, broche de oro en el justo punto de rocío.
Nota: Una cámara de niebla es un entorno cerrado que contiene vapor de agua
superenfriado y supersaturado, utilizado para detectar partículas de radiación ionizante.
Bruno Di Benedetto (Avellaneda, Argentina,1955; vive en Puerto Madryn, Argentina), Cámara de niebla, Del Valle Bajo Editora, Viedma, 2015
Esa boca que devora el centro de la galaxia
pero deja el borde azucarado para después
no es una boca: del agujero sólo se puede decir
lo que el agujero no es. No es boca ni dice,
o lo que dice es palabra negra, pura implosión.
Quién otro sino este dios cabeza de alfiler
puede doblar así el espacio, plegar sin crujido
todos su vapores y metales, volverlo pañuelo
paloma y conejo en su galera de una sola vía,
moridero o esencia del arte de la desaparición.
Teoría de cuerdas
En el sótano de la luz cantan las costureras locas la canción
de lo que existe y no se ve: cosen y cantan; y lo que se ve
es papel de molde prendido al mirar por un alfilerazo cruel:
las puntadas se sienten en el revés del ojo, y no hay espejo
que diga la verdad: el traje siempre te quedará grande.
Lo carnoso de la vigilia nos ensordece: llamamos música
esto que el sueño sopla por el hueco profundo de su hueso,
y silencio al llamado de las sirenas de la fábrica de lo que hay:
esas obreritas que retuercen el espacio en diez dimensiones
(como pañuelo de llorar) y de cada mal paso hacen un mundo.
Cámara de niebla
Lo que no se ve deja un trazo en lo que no te deja ver; el tajo
en la niebla le arranca el parche negro al infinito: ojo de agua
donde borbotea la sed de saber un poco más, pista de vapor o
catarata: la ceguera cántase su mejor tango en esta jaula gris.
Cada dos por cuatro lo imposible te pega de canto; la poesía
manda cruel en el papel, arde la urgencia de ponerle palabras
a eso que no existe pero nos hace existir: una mano invisible
que escribe en el agua la historia del agua. El universo feroz
sopla su canción de nada y deja el tendal: la mirada se cuelga
de su cuerda de luz, broche de oro en el justo punto de rocío.
Nota: Una cámara de niebla es un entorno cerrado que contiene vapor de agua
superenfriado y supersaturado, utilizado para detectar partículas de radiación ionizante.
Bruno Di Benedetto (Avellaneda, Argentina,1955; vive en Puerto Madryn, Argentina), Cámara de niebla, Del Valle Bajo Editora, Viedma, 2015
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Foto: Facebook
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