El amor tiene que tomarnos desprevenidos
porque ninguno de nosotros pagaría el precio del amor si lo supiéramos.
Porque, ¿quién pagará para ser destruido?
La destrucción es tan segura,
tan evidente.
Mucho más difícil de trazar,
menos evidente,
es la segunda vida del amor,
un huevo de gaviotín,
revelado y escondido
en un nido de piedras
sobre una costa pedregosa.
Lo que parece una piedra
no es piedra.
Ese pulso vulnerable
que puede sostenerse en la palma de una mano
puede sobrevivir
para viajar por los océanos más cálidos y helados del mundo,
sus alas estrechas,
el latido de su pequeño corazón,
un puente entre polos.
Moya Cannon (Dunfanaghy, Donegal, 1956), Parchment Boat, Gallery Press, Loughcrew, Oldcastle, County Meath, 1997
Traducción de Jorge Fondebrider
Artic Tern
Love has to take us unawares
for none of us would pay love’s price if we knew it.
For who will pay to be destroyed?
The destruction is so certain,
so evident.
Much harder to chart,
less evident,
is love’s second life,
a tern’s egg,
revealed and hidden
in a nest of stones
on a stony shore.
What seems a stone
is no stone.
This vulnerable pulse
which could be held in the palm of a hand
may survive
to voyage the world’s warm and frozen oceans,
its tapered wings,
the beat of its small heart,
a span between arctic poles.
Recordando a Salinas, la segunda vida del amor dura mientras no se apaga el largo adiós.
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